Opinión

Contra los fanatismos religiosos

En la historia de las religiones se puede ver cómo, a lo largo de todos los tiempos, las mismas han sido causa de odios, persecuciones, violencias, excomuniones, atrocidades, sufrimientos y hasta de guerras violentas. Lo mismo en nombre de Dios que actuando contra Él, a veces, se ha matado y hasta declarado las guerras santas. Y eso ha venido sucediendo desde el siglo I de nuestra Era cristiana.

Normalmente, el fanatismo religioso de origen tiene como punto de partida una dimensión afectiva desintegrada en la vida de quien lo vive. Es muy probable que la persona que de adulto se convierte en fanático religioso, es porque en su infancia no se sintiera suficientemente amado por sus padres; quizá porque no se diera una identificación adecuada con su rol materno, por provenir de una familia desestructura, donde las necesidades afectivas no fueron bien alimentadas espiritualmente y la figura paterna haya infundido un ambiente demasiado severo o rígido en la educación. Muchas de estas personas cuando crecen llegan a su vida adulta desvalidos afectivamente y en este marco contextual se topan con la religión, o bien de forma casual o porque se busca de propósito llenar algún vacío que se tenga o se sienta por “algo” que les ayude a sentirse mejor, como una especie de “terapia sobrenatural”, pues muchas veces la religión, basada en el amor que en Dios se pone o se espera sana profundamente.

Lo que hace nacer el fanatismo de una persona, no es en sí mismo que la persona busque un refugio en el amor de Dios, pues eso es totalmente adecuado y cierto, sino que la persona al sentirse identificada con un grupo natural llamado “iglesia, parroquia, feligresía, grupo de catequistas, coro de la iglesia, o miembros del grupo o movimiento de su elección”, su sentido de valoración y pertenencia comienza a ser exagerado, lo que ocasiona que maximice e idealice al grupo de personas creyentes al cual se haya afiliado.

Por lo tanto, su familia en su psicología viene a ser sustituida por el grupo religioso y esto viene a compensar internamente con creces lo que no tuvo, pero sin que realmente haya un proceso consciente de sanación interior de las heridas emocionales del pasado. No tiene nada de malo sentir que se comparte un ideal cristiano y que el grupo se experimente “como familia”, pero siempre y cuando no se tome inconscientemente como una forma de auto compensar las heridas emocionales pasadas.

Así, por puro fanatismo pagano, muchos de los primeros mártires cristianos fueron víctimas de las diez persecuciones romanas más feroces cometidas por emperadores tan crueles como Maximiano, Séptimo Severo, Marco Aurelio, Valeriano, Aureliano, Daciano y Diocleciano, por el simple hecho de creer en Jesucristo. En Mérida, mi ciudad natal, pese a que tengo a mucha honra presumir de que soy de Mirandilla, donde me crie y viví hasta la edad de 16 años en que me marché a Ceuta, martirizaron a cristianos como Santa Eulalia y Santa Lucrecia, y a los Santos Víctor, Estercacio, Antiógenes, etc. Y, en Ceuta ya se sabe que fueron martirizados y descuartizados San Daniel y sus compañeros en 1227, por creer y abrazar el cristianismo.

"Pienso que las religiones todas, o al menos la inmensa mayoría de ellas, se profesan con la sana intención de practicar el bien y evitar el mal"

Ser creyente de una religión concreta, sea la que fuere, no debería ser tenido por nadie, ni por otras religiones, como algo malo, sino todo lo contrario; porque las personas necesitamos creer en algo transcendental o divino, ya que eso forma parte de nuestra propia existencia, porque en ello nos han formado y nos han hecho creer nuestros padres y, sucesivamente, todos nuestros antecesores. Todo el mundo y en todas las épocas la gente no ha hecho más que preguntarse por los secretos que encierra la vida de las personas, los animales, la naturaleza y las plantas, de dónde procedemos o quién ha podido hacernos con tanta perfección, con nuestros cinco sentidos y las múltiples complejas funciones que cada órgano realiza dentro de nuestro organismo.

Si se piensa reflexivamente en cómo funciona el cerebro, yo, personalmente, creo que no hay más remedio que creer en que algo sobrenatural debe regir el mundo y la vida misma. Mas, si yo soy cristiano, lo lógico y razonable es que piense en que el supremo hacedor de todo es Dios, mi Dios, en el que creo. En cambio, para un musulmán será también más que lógico y razonable que crea en su Dios, y lo mismo ocurrirá a los de las demás religiones, que creerán en el Dios de su propia fe, según lo que a cada uno le dicte su conciencia. En Ceuta, en concreto, conviven y se llevan bastante razonablemente bien hasta cuatro religiones y no les va mal; se toleran y se respetan mutuamente los unos a los otros. En ese sentido, yo diría que la ciudad ceutí puede ser considerada escuela de convivencia y tolerancia.

Creo que ser fiel a cualquier religión es bueno, dado que las personas buscamos, a través de la fe, la salvación, la particular forma de encontrar cada uno la paz interior, la esperanza, la felicidad y la tranquilidad de conciencia con el Dios en el que cada uno cree. De hecho, pienso que las religiones todas, o al menos la inmensa mayoría de ellas, se profesan con la sana intención de practicar el bien y evitar el mal, según la leal manera de ser y entender, que es un principio de moralidad ecuménica de cualquier fe o creencia. Tampoco sé de ninguna religión que propugne o enseñe a matar o robar. Ni tampoco puede ningún adepto de religión alguna quitar la vida a otro o cometer atrocidades contra los demás en nombre de su Dios, cualquiera que sea. De ahí que las religiones, por sí mismas, no sean malas, ni mejores o peores unas u otras, sino que las hacen perversas quienes luego son fanáticos de ellas, quienes son de pensamiento único y creen que la suya es la única fe verdadera e inseparable de la conciencia universal.

Ahí es donde creo que empiezan los verdaderos peligros de una religión, porque esa forma tan radical de ser y de pensar es la que desata iras, odio, rencor, pasión y violencia. Y, dentro del siglo actual, se están orquestando demasiadas campañas y duros ataques de violencia, mofa y escarnio, sobre todo, contra el cristianismo y el islamismo, arremetiéndose contra sus símbolos más sagrados por fundamentalistas que son incapaces de comprender, ni de tolerar, ni de respetar la libertad religiosa.

Quizá fuera durante la primera década que comienza en 2006, cuando algunas religiones comenzaron a desviarse hacia cierto fanatismo no sólo en su favor favor, sino también en contra, caracterizándose en ambods casos por la proliferación de libros, comentarios, caricaturas, viñetas y guiñoles, con los que en algunos medios de comunicación y, sobre todo, en las redes sociales, se ejerce una exacerbada crítica contra la religión católica y la musulmana. Y eso, no hace sino enconar el odio y agitar la violencia.

Cito casos lejanos, como los que por entonces se dieron del cantante inglés Elton John, estrella de la música “pop”, que el 12-11-2006 afirmó en el periódico “Observer” que Roseann O'Donnell, más conocida como Rosie O'Donnell, que es una comediante, actriz, productora ejecutiva y presentadora de televisión estadounidense, nacida el 21-03-1962. Pues, entre sus múltiples premios se hallan el Daytime Emmy y el Primetime Emmy. Comenzó su carrera realizando comedia en vivo en clubes nocturnos, en los que convierte a la gente en “odiosos roedores”. En una entrevista comparó al cristianismo con el islamismo más radical, en un programa de difusión nacional. Y ni una ni otra religión debieron ser ofendidas. En Australia, Pamela Bone, en el periódico “Australian”, acusaba el 15-08-2006 a las religiones en general de “ser responsables directas de incontables conflictos mundiales, que han dado como resultado la pérdida de millones de vidas humanas”.

En Canadá, el escritor Christofer Hitchens, expresaba el 18-11-2006 en el “Nacional Post” que odia la religión; atacó ferozmente a la madre Teresa de Calcuta que tanto bien hizo por la gente pobre y marginada, aseverando que “la principal fuente de odio es la religión”. El escritor norteamericano Gam Harris ha agregado una breve secuela (112 páginas) a su libro de 2004 “The end of faith (El fin de la fe), y en una presentación en la Biblioteca Pública de Nueva York el 26-10-2006 en el “Washington Post”, condenaba lo mismo al Dios del Antiguo Testamento que al del Nuevo Testamento, comparando la historia de Jesucristo con un cuento de hadas y criticando al Corán musulmán. Y lleva vendidos cientos de miles de ejemplares, con el efecto perverso que ello produce a religiones, describiendo a la religión como “un matrimonio desesperado entre la esperanza y la ignorancia, y que la religión promueve la intolerancia”, circunstancias que parecen n o adecuarse a la auténtica realidad.

El escritor británico Richard Dawkins, ha publicado su libro “The god desilusion” (La desilusión de Dios) degradando las religiones, habiendo llegado a calificar a la religión, en el periódico “Observer” el 19-10- 2006 como “El celebrado ateo y sumo sacerdote de la ciencia popular”. El comediante norteamericano Hill Maher, llegó a decir: “La religión impide que las personas piensen..., la religión es una enfermedad neurológica”. Y otros casos sacrílegos, como el de representar el cantautor Javier Krahe, que simuló cocinar un crucifijo. O también en Dinamarca los dibujos contra el Profeta Mahoma. Y aquí en España, lo mismo nos salen un día dos renegados, ex Presidente y ex vicepresidente de Cataluña, en Jerusalén en su día que, pese a su deber de dar ejemplo de responsabilidad, sensatez, mesura y buena educación, presentaron un numerito jocoso de los suyos haciendo escarnio de la corona de espinas de Jesucristo. O en el Festival de Mérida de 2011, que se anunció a Cristo con una cruz en los genitales. O el “arte” de un tal Montoya, que cocinó nuestros símbolos más queridos. O en el club de fútbol de Getafe, que salieron burlándose de personajes religiosos en un aberrante spot publicitario. O en Pamplona, donde en las fiestas de San Fermín se presentó la imagen de Cristo en actitud nazista. También las últimas campañas que se han desatado contra el Islam y de persecución contra los cristianos en países en los que se les expulsa o se les mata. Y, más recientemente - hace sólo unas semanas – el salvaje atentado perpetrado en Moscú produjo, nada más y nada menos, que 133 muertos y 143 heridos, habiéndose auto imputado la matanza al llamado Estado Islámico.

"Los líderes religiosos y sus adeptos tienen la grave responsabilidad de promover y fomentar las buenas relaciones"

Los seres humanos hemos nacido libres. Y, dentro de esa libertad, están las de culto y pensamiento, en un sistema de libertades religiosa, ideológica y política. Pero la libertad civilizada no significa que cada uno pueda ir por la vida a merced de sus variables pasiones y egoísmos ex céntricos, sino que la vida ha de estar ordenada siempre hacia un fin moral y ético. Tocqueville nos lo dice: “No se puede ser libre sin tener creencias morales, porque la misma libertad es una idea moral”. Indudablemente, libertad no es ir haciendo por la vida lo que a cada uno le dé su real gana en perjuicio de los demás, que también son libres y merecen el mismo respeto.

La libertad debe de encauzarse y reconducirse a hacer lo que de forma responsable y prudente se debe hacer sin herir a los demás. Toda libertad tiene que ir acompañada de raciocinio, sentido común, mutuo respeto y responsabilidad, pues de lo contrario la vida sería una serie inconexa de actos caprichosos que entrarían en colisión estruendosa los unos con los otros. No se puede ser libre sin tener principios éticos, y la religión (sea la que fuere) normalmente es una de las principales fuentes de esos buenos principios morales, aunque no siempre suceda así. Y en una iglesia, en una mezquita, sinagoga, etc, creo que, en general, nunca se enseñan cosas malas.

Libertad religiosa también significa que, antes de la confrontación y de la violencia, deben siempre darse el diálogo, el respeto y la debida consideración hacia todas las creencias. Los líderes religiosos y sus adeptos tienen la grave responsabilidad de promover y fomentar las buenas relaciones, la moderación y el entendimiento, para así tratar de eliminar tensiones y enfrentamientos entre religiones, personas y pueblos. Y la fe religiosa debe ser siempre elemento de moderación, pero nunca de fanatismos violentos incluso cuando los que los sufren se están defendiendo contra ataques religiosos, porque pretender resolver la violencia con más violencia, en lugar de solucionar los problemas, los aviva más y los empeora.

Más, las personas y los pueblos de fe, deben esforzarse siempre en crear civilizadamente plataformas e instrumentos para el diálogo y la reflexión, en orden a promover y fomentar entre todos un clima de diálogo, tolerancia, entendimiento y paz, que es uno de los bienes más preciados que en la vida se tiene; pero que jamás debemos enfrentarnos unos y otros por el solo hecho de tener creencias diferentes.

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