Ejemplares comunes de los montes como la chumbera, el cañaveral, el eucalipto o la acacia son alóctonas y ocupan los nichos que se abren con un hábitat alterado.
En un recuento realizado por Obimasa de las especies existentes de flora para un estudio exhaustivo posterior se ha podido determinar que de los 463 taxones de plantas que existen en el territorio de Ceuta, 407 son autóctonas y 56 alóctonos, aunque no todos ellos responden a invasores. “No se tiene mucha consciencia porque al fin y al cabo es verde. Son especies que se escapan y naturalizan y normalmente proceden de la jardinería o de aficionados que traen especies compradas en el extranjero”, señaló el técnico de la empresa municipal encargado del estudio.
Entre ellas se encuentran especies muy comunes de los montes ceutíes como el eucalipto, la chumbera, el cañaveral, varias especies de acacias o la chumbera enana, que tapiza las laderas del monte Hacho. En la lista también se encuentran el acanto, una especie que ha colonizado los alrededores del arroyo anexo al acueartelamiento de Ingenieros o la zona de Valdeaguas, o el ailanto, conocido como árbol de los dioses o árbol del cielo.
Estas especies aprovechan nichos naturales dejados por las alteraciones producidas en el hábitat alterado. Un sistema que goza de buena salud deja menos espacios para que se asienten las plantas invasoras.
Entre las especies más problemáticas y dañinas para el entorno autóctono se encuentra el eucalipto, un árbol que requiere una gran cantidad de agua para su desarrollo y que llegó a ser utilizado para desecar humedales. Otro de sus efectos perjudiciales es que sus raíces agotan la riqueza de nutrientes del suelo y su hojas y frutos tienen sustancias que impiden el crecimiento de otras plantas en los alrededores.
Otra especie particularmente perjudicial en Ceuta es la conocida como uña de león, una especie que compite con el Limonium emergentum, autóctona y en peligro de extinción. La Casa de la Juventud organizó varias campos de trabajo medioambientales coordinados por Obimasa en los que se realizaron varias campañas para la eliminación de la especie invasora. Unos trabajos que consguieron “reducir” su población pero no su extinción, al ser una planta difícil de erradicar debido a su facilidad para recuperarse.
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