Opinión

Consumo gusto

¿Sabías que 1880 es el turrón más caro del mundo? "Compro, luego existo, Black Friday, rebajas de enero, Media Markt: yo no soy tonto, ya es primavera en el Corte Inglés, el calvo de Navidad.

La lotería, cenas de empresa, cenas familiares, regalos, trajes, cotillones, aguinaldos.

A primeros de diciembre las calles se iluminan aunque en Vigo el día del encendido de las luces ronda a mediados de noviembre.

El consumo nos devora sin piedad, el derroche y la felicidad van unidos en una implacable época en la que celebramos el nacimiento del niño Jesús en un pesebre.

Los precios se disparan en los mercados, las colas de Doña Manolita, mariscos, carnes, vinos, grandes almacenes atestadas.

Papá Noel, los Reyes Magos: gastar, agotar, disipar, extinguir, acabar, terminar, comer, beber.

Dios ha nacido y vamos a armar la marimorena.

Mis alumnos de 17 años tienen móviles de 1.300 euros, deportivos de 300 euros, colonias de 90 euros, tablets de última generación.

La definición más utilizada por todos es aquella que cataloga al consumismo como una tendencia a comprar bienes o servicios de forma acumulativa y que va más allá de las necesidades básicas de una persona.

¿Qué hay detrás de este espíritu materialista?

Nos enfrentamos al tener frente al ser, al valor de que no vale nada. El éxito se mide en la cuenta de un banco, en los sueños millonarios que no valen para nada, en coches de lujo. Muchos chicos y chicas de la ESO y Bachillerato dejarían los estudios si les tocara la lotería: una casa con 50 habitaciones, 10 automóviles de lujo, ropa, avión privado, avioneta a la puerta de tu casa. No hay límites en esa borrachera.

Los cínicos decían que la riqueza ata a los hombres y que había que vivir de acuerdo con la naturaleza, el equipaje debería ser tal que en caso de naufragio pudieras nadar con él.

Un día, estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas, sentado en el umbral de una casa cualquiera. No había ningún alimento en toda Atenas más barato que el guiso de lentejas.

De Diógenes se cuentan muchas historias. Un día pasó un ministro del emperador y le dijo: <<¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular un poco más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas>>.

Diógenes dejó de comer, levantó la vista, y mirando intensamente al acaudalado interlocutor contestó: <>.

Escuelas públicas, sanidad pública, becas, vivienda y comida garantizada. Pero no es suficiente. El dinero es el poder, el puto amo, lo demás son discursos de locos para gente cuerda.

Si reflexionamos en lo que realmente nos sobra empezaremos a dar el primer paso para escapar de un laberinto infernal en el que todo se reduce a nada.

Al Rey Midas le concedieron su deseo: que todo lo que toque se convierta en oro.

El soberano ya no podía comer ni beber, pues la comida y el agua se convertían en oro en cuanto las tocaba.

Meditar sobre los deseos materiales es un gran paso para descubrir el tesoro.

Poderoso caballero es don dinero nos decía Quevedo, y qué razón tenía.

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