El Príncipe es un claro de ejemplo de la urbanización descontrolada en el espacio común de Ceuta. Las obras se desarrollan sin control y muchas veces, en la mayoría de los casos de hecho, sin ningún criterio arquitectónico ni rigor que aporte fiabilidad a su construcción e, incluso, como ha pasado ahora, entorpeciendo la lógica evolución de infraestructuras que son, a fin de cuentas, para todos, como es el caso de lo que sucede con este fenómeno de la construcción ilegal tan vinculado a Ceuta y que está afectando al futuro centro de salud del Tarajal.
Han podido darse muchas circunstancias que acompañaran el retraso de la entrega de este edificio tan necesario para la población, pero en este caso, además de la burocracia, su correcto desarrollo se ha visto entorpecido por la gran cantidad de obras ilegales que ocupan su entorno.
Las construcciones que se pueden observar junto a las obras del centro sanitario tienen calificación de zona verde, por lo que se considera que está prohibido realizar edificación alguna y estarían incurriendo en un delito contra la ordenación del territorio, pero el creciente desarrollo de estas obras parece no tener fin, sucediéndose una tras otras, sin tener control ni respeto al mismo ordenamiento urbano.
Incluso el Ingesa así lo reconocía en la misma visita que realizó el pasado jueves a las obras de este centro que, tras tres años, parece que se podrían dar por concluidas en 2022, que es cuando se tiene previsto poner en funcionamiento y a disposición de los ciudadanos, si las obras ilegales lo permiten.
Asimismo, se está pendiente de que la Ciudad tome las medidas oportunas al respecto para que estas construcciones no dificulten la apertura del centro.
Si hay algo que caracterice a este centro es la antigüedad de la primera construcción. Un edificio que data de 1992 y que precisaba, con carácter urgente, dotarlo de un nuevo carácter, más moderno, que pudiera elevar la calidad asistencial de la propia infraestructura. Los deterioros de las instalaciones de agua y de electricidad, además de un sistema de protección contra incendios obsoleto, provocaban que no fuera posible demorar más la esperada remodelación.
Sin embargo, los retrasos han sido algo habitual desde la aprobación de la obra y el comienzo de la misma. Nada menos que 12 años han transcurrido desde que se tomó la decisión de su reforma y reconfiguración como centro asistencial. Sin embargo, hasta hace tres no se han iniciado, de una manera algo lenta, aunque se defendía lo propio de “sin prisa pero sin pausa”.
Mientras, por delante han pasado varios gobiernos en Madrid -de distinto signo- y una pandemia que no ha hecho sino acelerar la necesidad de que este edificio estuviera ya en funcionamiento a fin de poder aliviar la presión asistencial sobre el Hospital Universitario de Ceuta. El motivo no fue otro que, ante el cierre al público del centro, se trasladaron las consultas hasta el HUCE en marzo de 2009. Mientras no se declaró la pandemia no hubo problema, además de las molestias propias originadas en el ciudadano por el traslado de las consultas hasta la segunda y tercera planta del universitario.
Sin embargo, en la medida en la que el propio clínico de Loma Colmenar llegó a atender un elevado número de ingresos por covid, además de la presión asistencial, el mismo riesgo de contagio para la población asistida que era derivada de forma provisional hasta allí, se veía incrementada.
Entonces se clamaba porque la finalización de las obras viniera acompañada de una comunicación al Estado de “la emergencia de la finalización de las infraestructuras de este centro, que de ser así, podría verse terminado en cuestión de meses y comenzar a funcionar cuanto antes”, recomendaban los sindicatos, que consideraban de total importancia,como no podía ser de otra forma, acelerar la construcción de este centro de salud atendiendo a que había cuestiones de Atención Primaria que no estaban relacionadas con covid y que era preciso atender.
Ahora, tres años después del inicio de las obras, el nuevo centro ha recibido la visita el pasado jueves de la delegada del Gobierno, Salvadora Mateos, y el director del Ingesa, Jesús Lopera. Durante la misma han anunciado la previsible finalización del mismo el próximo mes de junio de 2022 en lo que será “un salto de la calidad asistencial para todos los usuarios”, según aseveraron.
Con un plazo de ejecución que rondaba entre 25 y 27 meses, el inicio de las obras se apreciaba lento. Muchos han sido los obstáculos que han acompañado su construcción, empezando porque las obras de construcción del centro de salud dieron comienzo en marzo de 2012, posteriormente en mayo de 2014 se vieron totalmente paralizadas por la suspensión del contrato con la constructora.
Hoy, 7 años después de esos inicios, el ‘nuevo’ centro de salud del Tarajal parece tener fecha de fin obra: junio de 2022. El equipamiento del centro se realizará de forma paralela a su terminación para minimizar el tiempo de puesta en servicio para los usuarios a los que atiende.
Obra ralentizada: por obras ilegales y burocracia
No solo han sido problemas burocráticos los que han acompañado la obra del centro de salud del Tarajal. Un rosario de disparates ha ido unido a esta infraestructura, que impidió que la actuación pudiera comenzar en el tiempo anunciado, viéndose marcada por retrasos de todo tipo, hasta incluso la suspensión de la adjudicación. También las obras ilegales sin control, construidas en su entorno más próximo, han perjudicado notablemente la correcta evolución de la nueva construcción.
Una obra urgente: carácter esencial
La construcción fue considerada, al igual que la propia frontera, de carácter esencial por parte del Gobierno de España, lo que llevó a que no se viera afectada por el parón de los demás trabajos.
Finalización: con fecha marcada
Junio de 2022 es la fecha marcada para la entrega de la construcción, que, con un presupuesto de casi 5.000.000 de euros, contempla la reforma del edificio antiguo y la construcción de uno anexo nuevo. En total serán casi 4.000 metros cuadrados, de los que 2.300 corresponden al edificio antiguo y 1600 al nuevo. Las consultas se ampliarán a 40, de 33 que contaba el anterior.
El nuevo centro de salud que los usuarios de la zona del Príncipe y Loma Colmenar podrán disfrutar pronto es un proyecto definido como pionero en la asistencia sanitaria.
Con un presupuesto inicial de 4.527.779 euros, y una obra adjudicada a la UTE Invesia Construcciones y Áridos del Estrecho sobre el proyecto realizado por Berna10 Arquitectos, el nuevo centro de Atención Primaria del Tarajal pretende dar un giro asistencial a la zona, dotándola de unas mejores infraestructuras.
Este nuevo centro está dividido en tres plantas de altura y se ha dividido en áreas funcionales que separan la parte administrativa de la asistencial. Otra característica que lo define es el aumento en el número de consulta hasta 40 -anteriormente eran 33-. De esta forma, se aumentará de forma considerable la calidad asistencial sanitaria a los usuarios.
El nuevo centro sanitario tendrá 3.919 metros cuadrados, de los que 2.309 corresponden al centro anterior y 1.610 al edificio anexo de nueva construcción. Está formados por estos dos edificios que se comunicarán entre sí a través de pasillos, siguiendo la estructura que tiene el Hospital Universitario, con espacios más amplios, diáfanos, con luz y ventilación naturales.
El edificio contará con un acceso principal por la planta tercera por el lindero norte -el célebre talud- y a nivel de playa de aparcamientos previstos en un principio en el PGOU.
Los arquitectos de Berna 10 han diferenciado del acceso principal -situado en el edificio nuevo-, de acceso rodado -el ya existente y reformado-, ambos con entradas independientes.
Las obras invertirán el área de consultas y esperas, situando estas últimas en la fachada sur del dispensario, con vistas al mar.
El diseño da preferencia a la comodidad del usuario y los profesionales.
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