Opinión

Conmemoración del 87 aniversario del milagro de la Virgen de África en el Convoy de la Victoria (I)

El escritor Onésimo García, autor del libro «Las Reglas del Soldado de Cristo», deseando compartir un trabajo de investigación que lleva realizando desde hace tiempo sobre una información llegada a sus manos de que, la Virgen de África se apareció en el Estrecho de Gibraltar cuando, el 5 de agosto de 1936, el Ejército Expedicionario cruzaba el Estrecho desde Ceuta a Algeciras para prestar el apoyo de tropas, además del logístico y militar a la causa Nacional, quiere compartir parte del contenido de su próximo libro en el que está trabajando, que se llamará, «Hechos providenciales y milagrosos de la Santa Cruzada 1936-1939: el Convoy de la Victoria y la Aparición de la Virgen de África», dado que este 5 de agosto, coincidiendo con el aniversario de aquella gloriosa gesta y, sobre todo, por la aparición de tan excelsa Señora, quiere dar a conocer esta novedad, que, si bien era muy conocida en aquellos tiempos cayó en olvido. Trabajo que conllevó viajes a Ceuta, Melilla, visitas a archivos militares y regionales de Ceuta y a los militares de Segovia y Ávila, siendo donde se encontró mayores referencias en los periódicos Faro de Ceuta y del Telegrama del RIF.

Así pues, ahí entrega este trabajo esperando atraiga el interés de quien lo leyere.

El Milagro

Por Vicente Recio. Franciscano

Transcrito del periódico El Faro de Ceuta. 5 de agosto de 1939. Pág. 41

Ha muerto la tarde

Ya del Cielo en la bóveda clara titilan algunos luceros de plata.

¡Ay, naos de Franco!

¿Do vais temerarias?

Preguntan los ojos floridos de lágrimas…

Y los cinco navíos intrépidos con sus quillas simbólicas marcan cinco surcos de luz y de espuma en la inquieta extensión azulada.

¿Qué brisa los guía? ¿Qué magnética brújula marca a las Naos sin miedo de Franco los rumbos de España?

Y los barcos seguían hendiendo como flechas azules las aguas. De repente, tronar los cañones desgarra los sutiles cendales del viento con cuchillos de fuego y metralla.

Y Franco el Caudillo que altiva atalaya cual romero de viejos romances rezando escalara, al sentir los siniestros bramidos de los viles navíos piratas, entornando los ojos, y abriendo las agudas pupilas del alma rasgo la penumbra de la noche, y allá en lontananza dislumbró la figura radiante sin mancha, de la Virgen que, a guisa de escudo, rodela o coraza protegía a los barcos impares de España.

Y cinco querubes de gentil apostura bizarra henchían los vientos de salvas.

Los barcos sin honra, bermejos de sangre y de infamia, se alejan vencidos…

¡Amanece los cielos de España!

La Virgen de África salvó a España

(De Onésimo García)

Un cinco de agosto día de gloriosa hazaña fue Franco a orar piadoso ante la Virgen Soberana, pues del Paso del Convoy dependía la salvación de España.

En hora temprana asistió al Santo Oficio de la mañana al Santuario de la Virgen de África a postrándose ante Ella, a la que tanto amaba.

El Ayuntamiento en pleno asistió al Santo Oficio que se celebraba; y pueblo fiel de fervorosa plegaria, su cortejo fue antes de emprender la gloriosa hazaña.

Los que miraban al Caudillo en su fervorosa plegaria decían que «le veían como un hálito luminoso que lo rodeaba».

Al Santísimo miraba cuando el Sacerdote lo alzaba, otras a la Virgen su Gran Soberana. Musitaba su oración a quien tanto confiaba pidiendo la protección de sus barcos y que fuese Ella su Capitana.

Salió confortado el Caudillo. Su gran corazón de confianza rebosaba, pues la Virgen poderosa había escuchado su fervorosa plegaria: «que hiciese el Todopoderoso por la Divina intercesión de Nuestra Señora que unos frágiles barquitos cruzaran el Estrecho, bloqueada por la Escuadra roja» que les amenazaba.

Unos dicen que se quedó en el Monte Hacho dirigiendo la gran hazaña; otros que en Convoy fue según en Canarias expresara, al igual que, como en el Alhucemas, su vida arriesgara acompañando a las tropas que las guiaba y amaba.

De allí, de Ceuta partieron, perla del Mediterráneo llamada, las cinco naves de tan gloriosa hazaña que el cañonero Dato comandara.

Allí este cañonero que de Gloria llenó a España, al coloso se enfrentó cuando a los navíos atacaba.

En medio del enfrentamiento la Virgen Soberana se presentó en el Cielo dando ánimos y confianza a los que a Ella le invocaban. La vieron los capitanes, marineros y tropas Expedicionaria según escritos narran.

Temieron los marineros rojos al ver a la Gran Capitana, que a sus mandos mataron por ser fieles a su amada España; y en su gran desconcierto desistieron huyendo perseguidos por los aviones que los atacaban.

Se puso el Cañonero Dato protegiendo a la Gran Escuadra pues eran por su bravura los mejores de España.

Y allí iba la Virgen delante como Capitana guiando a las Naos fieles que la seguían deseando salvar a España.


Y así nos dice los testigos según los escritos narran:

«La vieron los marineros de los cinco barquitos, que con el Dato rizaba espumas en el peligroso mar de aquella irisaba lejanía de verde esperanza. En su alma, contempló a la Virgen Santísima aquel comandante jefe del Convoy, Don Manuel Súnico. Eran cinco barquitos como de romance». El mejor romance, pues gracias a la Virgen se salvó lo mejor de España.

Ponerse enfrente fue el «Dato» ante la Escuadra pirata, haciendo huir a estos en tan gloriosa batalla que según narran parecía gobernada por la Gran Capitana.

Y así dicen las crónicas de que admirada la Virgen ante esforzada hazaña, guiados por capitanes invictos, gloriosos soldados del amanecer de España, se situó frente a las proas de las naves dejándoles expedito el camino de la victoria, de la victoria de España.

Esto también dijo Yagüe en su locución radiada al llegar a la Península, a la Madre Patria, al pueblo oyente que por la radio le escuchaba:

«No teníamos barcos de guerra, pero en los que iba a Algeciras, en sus proas iba España y la Virgen de África» la Gran Capitana.

Y así cuentan las crónicas que llegados al puerto deseado, fueron marinos, legionarios, falangistas y demás tropas del Ejército Expedicionario a una iglesia de la ciudad cerca del puerto que allí se encontraba, a dar acción de gracias, entonando el Te Deum con gran fervor y entusiasmo a Dios y a su Virgen Soberana Capitana.

Es esa Virgen Morena Gloria de Ceuta y de España, la perla más preciosa de cuantas hay en el Mediterráneo, la esperanza de los afligidos, consuelo de los desamparados, Madre fiel a los que se acogen bajo su Protección y Amparo.

¡Viva la Virgen de África! ¡Viva España y su pueblo! que ve en Ella su Amparo, su Guía, su Luz, su Consuelo e implorando su Gracia ante la Gran Soberana del Cielo, se postra ante Ella pidiendo la salvación de España y que venga su Reino!

¡Arriba España y su Glorioso Ejército! Que donde la Fe triunfa, triunfa su Gracia, triunfa su Amor, triunfa su Gran Reino.

Introducción

Quisiera con este escrito, aprovechando el 87 aniversario de Paso de «El Convoy de la Victoria» dar a conocer algunos acontecimientos sobrenaturales que sucedieron, según consta documentalmente en los periódicos de la época, recogiendo los testimonios que se daba de ellos. Estos fueron, entre otros, los siguientes:

La niebla que se formó, que facilitó no fuesen vistos los buques del Convoy.

La aparición de la Virgen de África en medio de la batalla decisiva entre el Cañonero Dato y el destructor Alcalá Galiano (AG)

Y luego, como iba Ella delante de los navíos, presidiendo el camino para que llegasen sanos y salvos.

Todos estos hechos providenciales y milagrosos se pueden leer en el siguiente enlace: Biblioteca Pública de Ceuta; Sección: Faro de Ceuta; años, 36, 38, 39, 43; mes: agosto; días: 6, 5, 5, 5 respectivamente; y en las páginas: 4, 5 y 8; y del año 43 la página 5. La del año 1939 por ser una tirada muy especial y muy extensa dejo al lector que por si mismo busque los datos de su interés.

También se encontró en el periódico Telegrama del RIF datos que complementan a los contenidos en el Faro de Ceuta pero, al no estar digitalizado, no se puede facilitar un enlace. Dicho periódicos se encuentra en la Biblioteca pública de Melilla en la Plaza de España.

Siendo este 87 aniversario del Paso del Convoy de la Victoria muy especial debido a que se va a exponer un trabajo de investigación en la que se tuvo que realizar viajes a Ceuta y Melilla en busca de información y visitas a archivos, incluidos los militares, se intentará hacer una recomposición histórica de los hechos según el material encontrado, que contradice algunas versiones hasta ahora conocidas y, sobre todo porque se va a sacar a la luz de nuevo el Gran Milagro de la Aparición de la Virgen de África, que cayó en olvido, de tal manera que, preguntando, buscando información en el viaje a Ceuta a la gente, e incluso militares, y a las personas de los archivos que se visitó, nada sabían de este evento, por otro lado bien documentado en periódicos de la época e incluso en cuadros, viéndose la Virgen apareciéndose frente al destructor Alcalá Galiano o en medio de la batalla. Estos dos cuadros a los que se hace referencia, se encuentran uno el Museo de la Legión y el otro en el Cuartel de Regulares González Tablas, ambos en la ciudad del Ceuta.

Intentando querer resumir todo este trabajo de investigación, el cual se inició al llegar a manos del que esto escribe, la noticia de que «La Santísima Virgen María se apareció en el extremo del barco, siendo vista por el Caudillo y por todos los militares que le acompañaban» y en el deseo de encontrarlo documentalmente, lográndolo con éxito, se gestionó la idea para dar a conocer este trabajo de una forma escueta y resumida, la idea de componer un poema en que resumiese esta historia. Y así, puesto a ello, se logró con buen éxito, a la que se tituló «La Virgen de África salvó a España», cuyos datos allí contenidos se encuentran explícita o implícitamente documentado en los periódicos mencionados y en otras fuentes encontradas.


Siendo necesario para poder conmemorar este 87 Aniversario del Paso del Convoy de la Victoria y la Gran Aparición de la Virgen de África salvando al Ejército Expedicionario de perecer y con ellos el triunfo de España contra el Comunismo, he visto conveniente antes hacer una recomposición histórica, para que el público en general recuerde esta parte de la historia tan olvidada, y del que dependía el rumbo de España en aquellas horas críticas en que España agonizaba.

El paso del Estrecho contado por los testigos y redactores de los periódicos de la época añadiendo datos novedosos

Franco ora ante nuestra Señora de África

Tomaré como base de esta redacción histórica los datos encontrados en los periódicos y otras fuentes, recomponiendo y situando en su sitio para que siga un orden cronológico y sea amena su lectura y apasione su historia, pues, para amar hay que primero conocer. Espero que, cuando termines esta lectura no salgas como entrases... Salgas amándola y sintiéndola, te llene, te complazca, te emocione... Ea pues y empecemos.

El Faro de Ceuta, 5 de agosto de 1938, página 8, Artículo: El Caudillo y la Virgen de África. Extractos.

Varias noches de vigilia tensa había pasado Franco en el Cuartel General que instaló en Tetuán, cuando el avión nos lo trajo de las Islas afortunadas. En esas noches, llenas de zozobra había planeado lo que había de ser prodigiosa gesta de los mares: el paso del Convoy por el Estrecho.

Aquella mañana, clara, radiante, Franco vino de Tetuán a Ceuta.

Era hora temprana, Pero ya estaba de pie la ciudad toda. Las horas históricas que se vivían no eran las más propicias al reposo. Y así, cuando el General Franco, nada más llegar a nuestro pueblo, se dirigía al Santuario de Nuestra Señora de África, le prestaron cortejo el Ayuntamiento en pleno y gran número de fieles.

Se celebró el Santo Oficio de la Misa; misa que si por serlo reviste solemnidad y unción en aquel momento, en aquella hora en que el meridiano de la historia anunciaba portentos y milagros, era sin duda, la más solemne de las celebradas en el Santuario de la Patrona de la ciudad. Era, quizás, también, el primer desagravio del primer soldado de España a la Virgen morena, a la Patrona ceutí, a quien habían negado la ofrenda tradicional, que de siglos se venía haciendo, en acción de gracias, los hombres nefastos de la república.

Franco, hincado de rodillas ante Nuestra Señora de África nos parecía nimbado de un hálito luminoso, como si nos quisiera anticipar en aquel santo lugar, que el milagro iba a producirse.


Rezaba el Caudillo. Sus ojos no se apartaban de la venerada imagen. Sus labios musitaban oración tras oración, saliendo de lo hondo de su corazón cristiano. Unos momentos nada más dejó de mirar a la Patrona de Ceuta.

Cuando el Sacerdote alzaba la Sagrada Forma. Entonces, humildemente, Franco inclinó la cabeza y sus ojos se postraron en tierra.

La figura de Franco, en el templo de Nuestra Señora de África no podía ser más simbólica. Era España; por él representada, haciendo acto de solemne de fe cristiana

Las personalidades que se hallaban en el templo cercanas al Caudillo oyeron su ruego a la Madre de Dios. Que hiciese el Todopoderoso por la Divina intercesión de Nuestra Señora de África el milagro de que unos frágiles barquitos cruzaran el Estrecho, bloqueada por todos los navíos de la escuadra roja, de la cobarde escuadra roja, que unos días antes, el 25 de julio, fiesta de Santiago, nos había probado que estaba vigilante con su ataque a nuestra ciudad.

Muchas de las personas que estaban en el templo ignoraban lo que el Caudillo pedía a la Patrona Ceutí. Fuese lo que fuese lo que Franco solicitaba a su Divina Majestad, sería santo y noble, sería por España y todos los corazones y todos los labios unieron sus súplicas a las de Franco.

El Caudillo salió reconfortado después de sus oraciones. Lo salió también toda la población ceutí que acudió a la solemne misa, tanto los que sabían como los que ignoraban la hazaña que había de realizarse.

Yo tengo la plena seguridad de que Franco salió del Santuario de Nuestra Señora de África con la convicción de que el milagro había de realizarse. Fe el la victoria había sido la consigna del Caudillo desde la primera hora; fe que el tenía en grado sumo en los altos designios de Dios, en manos de cuya Madre puso la empresa y la gesta de España en aquella mañana histórica del 5 de agosto de 1936.

La salida del Convoy de la victoria, los milagros que se realizaron en su trayecto y su llegada al puerto de Algeciras

Periódico El Faro de Ceuta. Viernes 5 de agosto de 1938. Página 4. Extracto de «El primer marino»

Hoy, al evocar nosotros aquella gesta marinera del 5 de agosto de 1936, unimos nuestros ruegos al de nuestros nautas. Y lo justificamos plenamente. Porque aquel día histórico, Franco fue el Almirante de la diminuta escuadra de que disponíamos en la primera hora de nuestra Revolución Nacional. Y nunca en la historia del mundo Almirante alguno, dirigió y logró que se realizase una proeza semejante y que había de ser decisiva, no ya solo para nuestra Patria, sino también para todo el mundo civilizado a quien el Komitern amenazaba bloquear entre sus estepas orientales, de un lado, y nuestra Península, a punto de convertirse en colonia bolchevique, de otro.

Bien es verdad que el Caudillo Franco no estaba solo en la empresa. Contaba con una ayuda que no tuvieron otros Almirantes. Franco la había impetrado unas horas antes y quien todo lo puede se la había otorgado para que el milagro de realizase.

Hacía menos de veinte días que el Ejército de África había lanzado su grito de guerra a la cuadrilla de Madrid. Las Plazas de Soberanía y Marruecos ardían en fervores patrióticos y solo unos débiles conatos de resistencia hubo que sofocar y fueron sofocados prontamente. Pero los que en las Plazas de Soberanía y en Marruecos era absoluto total, no lo era igualmente en la Península, donde, la traición de algunos jefes vendidos a la masonería, la debilidad de otros y el engaño de que fueron víctimas algunos, había hecho fracasar el Movimiento en muchas provincias. En otras aunque en principio el Ejercito se había hecho dueño de la situación se contaba con tan escasas fuerzas, que se haría dificilísimo resistir los posible ataques de los genizaros del Gobierno. Y todo se fiaba, en la Península, a la pronta y eficaz ayuda del Ejército de África, el mejor organizado, el más disciplinado, el curtido en la lucha de Marruecos y el que había sofocado la revolución sangrienta de 1934.


Pero... el Ejército de África estaba bloqueado. Los marineros de la Escuadra se había hecho dueña de los barcos después de asesinar a una oficialidad españolísima, que daba su vida por Dios y por España en los puentes de los navíos. Y esos barcos, el casi total de la escuadra española — que desde aquel momento había dejado de serlo para izar en sus mástiles la sangrienta bandera roja del soviet — vigilaba el pasillo marinero del Estrecho de Gibraltar, porque aunque ineptos, los que se habían hecho cargo de los mandos de los buques, sabían que si las tropas de África no llegaban a la Península, el santo Movimiento estaba condenado al fracaso.

Los enemigos de Dios y de España tenían todos los triunfos en sus manos, por lo que al mar se refiere. Un acorazado, varios cruceros, completa la flotilla de destructores modernísimos y potentes, los submarinos. España contaba en aquella hora con un cañonero, un torpedero y un par de guarda costas insignificantes.

Y Franco, Almirante de la primera hora, hizo el portento con ayuda de la Santísima Madre de Dios. Y a él, solo al Caudillo, se puede atribuir la responsabilidad y la gloria de la acción. Suya fue la responsabilidad y la gloria de la acción. Suya fue la responsabilidad y suyo es el mérito.

l Caudillo no obra nunca a la ligera. Consultó primero con todos los técnicos y los informes fueron desfavorables. Un convoy marítimo no tenía una sola probabilidad de llegar a las playas peninsulares. Pero Franco comprendía perfectamente que un retraso en el paso de las tropas de África podía ser decisivo. Y contra la opinión de todos, sin que dejase comprender los enormes riesgos, dio orden de que se forzara el bloqueo. Pero antes... de rodillas ante la Patrona ceutí impetró su protección. ¿Y cómo no había de concedérsela, Ella, la Virgen de África, que siempre ha sido y es bálsamo y consuelo de los que a Ella se acercan en demanda de algo noble y santo, como era lo España le pedía por boca de su hijo más preclaro?

Desde aquella hora en que el General Kindelán, jefe de las fuerzas Aéreas, con la emoción saliéndosele a borbotones por los labios, pero con la firmeza de un soldado presto a dar su vida por España, decía a Franco: «Mi general, el convoy llegó sin novedad», desde aquel preciso instante Franco es el primer marino de la Patria.

Por ello, repetimos, en esta efemérides histórica, nos suma al ruego de nuestros nautas, para que aquel a quien todo se lo debe a España, vista el glorioso uniforme de la Armada Nacional.

O pertenece a la misma página o periódico, se informará a manera de curiosidad que la páginas 4 y 5 del periódico del Faro de Ceuta, viernes 5 de agosto de 1938, se encuentra dividida en varias secciones siendo estas las siguientes: El primer marino, que ya se trató, Evocación, Hace dos años, La ermita de San Antonio, El convoy, Una descubierta en el mar enemigo, Se retrasa el paso del convoy, El convoy se hace a la mar, La Falange de Marruecos en acción, En el Estrecho, El enemigo, El Glorioso Combate, La fuga del barco rojo, Sin novedad el convoy, ¡Ha pasado el convoy!, Los bulos rojos, El martirio del Dato, Colofón.

Con el fin de no cansar al lector en la recomposición histórica cronológica de los hechos en mencionar de qué sección se saca, se procederá sin más a organizar los datos y evitar dar datos cansinos que, más que ayudar, antes estorba y evita la fluidez en la lectura. Así pues procedamos.

(Continuará en la segunda entrega)

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