NNo es fácil seguir el dictado de las obligaciones y encontrar fracciones de tiempo para el disfrute. La vida es “el arte del buen vivir”, decía alguno.
El caso es que me encuentro al borde de la madurez, que yo estimo en los cincuenta años, medio siglo, y me gustaría ingresar en ella con la libreta llena y la ilusión intacta.
Si evoco las imágenes del pasado, me veo yendo y viniendo, a deshora, y a cuento de la promoción de la salud mental y de una forma de entenderla.
No es queja. Determiné que la causa de la salud mental, que es como decir la de la armonía, era mi espacio de disfrute y mi seña de identidad. Tan solo le pido a mis viajes por Madrid una tarde de paseo por el casco antiguo de los Austrias, y un café bendito en el Comercial.
La evolución mía ya la conocéis. Ahora estoy a la mesa de trabajo con los padres y madres del movimiento asociativo, dándole cuerda al mecanismo de nuestra organización, y vigilando que no falle la grasa.
Yo soy el más joven, y mantengo la particularidad de que tengo que responder de mi empleo como administrativo de la Ciudad de Ceuta. Mis días de vacaciones coinciden con los de comisión permanente, y otras circunstancias que ocurren en la capital del reino.
La curtida madurez de mis interlocutores la veo como fuente de sabiduría, y es así que no paro de aprender, siempre en actitud de aprendizaje, tanto en contenidos como en formas de entender la representación. El pilotaje de Salud Mental España requiere de la pericia de un almirante.
Uno no sabe lo que ocurre más allá de la luz que ven los ojos, y mucho menos lo que ocurre en el futuro, sin embargo, es un hecho objetivo que soy un gran activo para el liderazgo llegado el momento del relevo generacional.
Esto se percibe, ya que, a la mínima me conceden espacios para la participación, para que vaya fogueándome con las palabras y con los mensajes.
Así, la semana pasada tuve el honor de poner en antecedentes a ilustres invitados en lo que era la socialización de nuestro Plan Estratégico, para agentes o grupos de interés externos.
Esto sucedió en una soleada y deliciosa mañana en el Palacio de las Fieras en el parque del Retiro de Madrid.
Poco a poco me voy expresando en público, y si el argumento lo tengo interiorizado levanto la mirada de los papeles. Digamos que cada vez me atrevo a nadar más lejos de la orilla.
Lo que intento decir es que, en los cuatro próximos años, que estarán marcados por el cumplimiento del Plan Estratégico, habrá un nuevo período en la gobernanza de Salud Mental España, y donde si se me requiere, seguiré con mi crecimiento.
Pero, he aquí que, una vez analizadas las posibilidades del devenir, me impongo como bien necesario plasmar por escrito todo mi conocimiento atesorado como sufridor del trastorno mental que es la esquizofrenia y su dimensión social. Desde la experiencia en primera persona el discurso ganará en legitimidad.
Ante todo, mi fuerza reside en la importancia de este testimonio: en el trastorno mental late la semilla de la salud.
Esta bonita etapa de mi experiencia vital, donde expresaré las claves sobre salud mental, la compartiré en estas líneas. Espero que el espacio conceptual de la salud mental se vea ensanchado y mejor comprendido.
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