La elaboración de los capirotes tiene un lugar de referencia en Ceuta. Este es la Papelería Imperial, uno de esos establecimientos de tradición que aún permanece dispuesto al público en el centro de la ciudad. Las décadas pasas y sus puertas continúan abiertas. La historia de todo esto data de hace más de 40 años, cuando Victoriano Seglar, familiar del actual dependiente, Juan María Seglar, empezó con la fabricación de capirotes de manera altruista. Él se los hacía a sus amigos, pero la clientela fue creciendo gracias al boca a boca de sus allegados. La fórmula secreta se ha mantenido durante todo este tiempo, no ha sufrido ninguna alteración, sino que permanece intacta desde el primer día. Seglar explica que lo primero que hay que hacer con la cartulina es darle forma de cucurucho. “Lo cierro, lo meto en el antifaz y le hago una marca por encima de los ojos”, explica. Esta señal sirve para recortar con tijeras todo lo que sobra de cartulina, que luego se reutiliza para otras ocasiones. Una vez que tiene todo esto, y con la persona sentada en una butaca, amolda este cono a la cabeza del usuario. Por último, lo único que queda es “reforzarlo con el esparadrapo de papel, gomaespuma o algodón para que no les haga daño”, especifica Juan María.
El formato en sí no sigue ningún patrón. Las medidas que se toman no son exactas, sino que cada nazareno tiene las suyas. No es lo mismo cuando se es pequeño a cuando se es mayor. “Aquí no hay un formato estándar, aunque me consta que en algunas zonas de España existe un único modelo, al que solo tienen que acoplarle a la altura y a los ojos lo que son las dimensiones de la cabeza de la persona. Aquí en Ceuta, al haber muchas modistas, esto no se ha conseguido todavía”. La cartulina que usa Juan María Seglar es de dos formatos. La primera tiene un grosor algo más fino y que viene acompañada de una superficie brillante. “Esto es para que me ayude a cerrarlo o abrirlo de manera manual. Si esto no lo tuviera, me costaría mucho trabajo”. Los días están contados para este modelo, ya que el dependiente de ‘la Imperial’ afirma que ya apenas la encuentra. Este año se ha podido hacer con algo menos de una treintena y le han recomendado que se busque algo similar para los próximos.
El segundo tipo de cartulina es más grueso y lo usan los mayores. El motivo de ello es para que no se arrugue y así dure más. Que el capirote perdure al menos un par de años. El número de ventas ha variado con el paso del tiempo. Las cifras han mermado en los últimos años, pero aún así, desde esta papelería continúan fabricando capirotes para lucirlos en las procesiones de la Semana Santa ceutí. “En los buenos tiempos hemos hecho unos 200, pero este año hemos alcanzado unos 40”, comenta Seglar. Pese a este dato, la tradición no decae, la esperanza sigue en todo su apogeo y así seguirá en los siguientes años.