Desde esta tribuna de opinión hoy no queremos permanecer ajenos a esta tragedia colectiva que está segando tantas vidas en muchos lugares del planeta y también en nuestra querida ciudad. Nunca fuimos inmunes al dolor ni al sufrimiento y sin embargo ha llegado un momento, demasiados momentos se podría decir, en la que nuestra lucha en defensa del territorio, la diversidad biológica, los paisajes y el patrimonio palidece y se convierte, a nuestros ojos, en una bonita filigrana que corona los escritos elegantes. Ante el sufrimiento del vecino, del amigo y de aquellos que no llamaré desconocidos sino personas a las que todavía no he conocido, la vida pierde tono y timbre, los colores del mundo se van apagando. De repente me encuentro solo y llorando mientras leo las sentidas semblanzas de Paola Pérez Cuenda que nos recuerda a las almas que recientemente huyeron hacia el más allá día tras día y semana tras semana sin que parezca que esta marea vírica incontenible se detenga finalmente absteniéndose de segar más vidas. El más allá es ese lugar del mundo invisible que no captamos la mayoría de nosotros pero que sentimos directamente en nuestro corazón; esa escondida dimensión habitada por ángeles de luz donde esperar la ansiada reunión con los que se fueron, bien para descansar de la vida eternamente o bien para volver con renovadas energías y continuar formando parte del Samsara durante unas cuantas vidas más. Lo sentimos tanto por todos los que están sufriendo tales tragedias que solo hemos querido haceros saber nuestro pesar y este modesto pero franco acompañamiento. Seguro que no somos los únicos en conmovernos y en la distancia estamos convencidos que hay muchas personas echando lágrimas de tristeza por las historias que narra la periodista anteriormente mencionada. En ese mundo paralelo de luz y energía es posible que muchos de los que se fueron decidan continuar entre nosotros para ayudarnos a superar el dolor. A pesar de todo el sufrimiento y la acelerada y lacerante tragedia soportada, el amor continua siendo la única respuesta posible, adaptativa y emocionalmente viable amen que saludable. Pues bien sabéis que todos caminaremos por este sendero incierto algún día siendo quizá la única certeza que coronará el fin de esta vida hacia la otra venidera. Nos corresponde más sentir y llevar existencias de amor y plenitud que juzgar y vaciarnos de contenido vital. Cambiar vida por necedad y materialismo nunca fue un buen trueque.
“Desde estas líneas queremos mostrar un profundo respeto por los duelos que estarán pasando las personas que han perdido familiares de esta forma tan trágica y decirles que nos sentimos consternados por lo que está sucediendo”
En los templos se ruega al altísimo y la magna mater para que finalice y suavice esta inmisericorde pandemia al mismo tiempo que se ruega por la almas de los que se fueron sin la presencia directa de los familiares y amigos. Si bien no presumo de saberlo todo ni tampoco nada, puedo decir que algo pude experimentar sobre las soledades hospitalarias tan lacerantes no hace mucho tiempo pues vi sufrir a la carne de mi carne. En Septem Nostra amamos la vida y aunque le reconocemos a la muerte su trascendencia no estamos preparados para asumir de manera impasible tanto dolor continuado. Esos reflejos periodísticos sobre las amarguras por las que han tenido que transitar familias buenas cercenadas de cuajo nos llevan inexorablemente a la congoja y a la solidaridad con nuestra modesta pluma que ahora llora por tantas y tantas víctimas de este Armagedón vírico. Como siempre, amar reconforta y recordar todas las vivencias y enseñanzas de los que se fueron; sus entregas a los demás y el cariño sincero e incondicional que repartieron en vida física. Sus hijos, maridos, esposas, nietos, amigos y familiares dejan siempre bellas estampas de lo que fueron. Deberíamos ser capaces entre todos de concertar una gran ceremonia colectiva cuando todo esto pase para recordar a los que se fueron con un sereno y bello acto donde domine la poesía y la música. Aquí sí que se podría usted gastar algo de dinero público señor Vivas en hacer un monumento conmemorativo en lugar apropiado que celebre tanto a los fallecidos por el covid como a los sanitarios que han dado mucho por salvar vidas en momentos muy complicados.
Cuanto dolor puede soportar nuestra psique?, muy poco si no somos capaces de cultivar nuestro jardín interior. Sin espiritualidad ni amor nada somos sino un simple amasijo de órganos y tejidos vivos. Necesitamos estos sagrados ingredientes para superar y asumir todo lo sucedido en tan poco tiempo. El dolor no se puede soportar durante mucho tiempo si no lo interiorizamos y asimilamos con el duelo apropiado a la circunstancia. De lo contrario, se nos puede partir el corazón en múltiples facturas y es bien conocido que cuando se supera una fractura ósea la zona afectada se endurece mucho más. Justo cuando más sentimos el dolor estamos más cerca de la cura si somos capaces de inundarnos de amor a pesar de las circunstancias. Por eso los duelos por los seres queridos son tan importantes; un buen duelo mitiga el dolor y potencia el corazón sin endurecerlo y así no albergará rencores ni potenciará rencores ni juicios vacuos sobre nada ni contra nadie. El duelo se llena de cariño, llanto, espiritualidad, rezos y recuerdos entrañables. De esta forma atraemos a la persona querida y huida al más allá hacia nosotros pues solo la bondad y los buenos sentimientos atraen a los seres de luz a nuestras vidas.
Últimamente, pienso que las almas son más colectivas que individuales y que les cuesta menos entrelazarse y conectarse que cuando se encuentran incluidas en los cuerpos físicos. Se podría pensar por tanto que después de la muerte las relaciones son diferentes entre los que pasaron el umbral y que posiblemente nos perciban con mucho más bondad y amor de lo que podemos imaginar de este otro lado en el que nos encontramos.
Desde estas líneas nuestra asociación quiere mostrar un profundo respeto por los duelos que estarán pasando las personas que han perdido familiares de esta forma tan trágica y decirles que nos sentimos muy consternados por lo que está sucediendo. Estas humildes palabras de aliento son para nuestros vecinos, amigos y conciudadanos de Ceuta a los que deseamos lo mejor en vuestras vidas y que paséis por este proceso sabiendo que no estáis solos en el sentimiento.