Formaron un grupo organizado específicamente para que el tráfico de drogas les resultara rentable. Para eso, pero también con el objetivo de burlar los controles de la Guardia Civil. Ocho acusados, entre ellos españoles (uno de Ceuta) y marroquíes, han terminado condenados por la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.
Sus ansias por controlar el mercado del narcotráfico, por ser los amos del Estrecho, terminaron cuando agentes del Equipo contra el Crimen Organizado de la Guardia Civil en Málaga dieron al traste con la organización.
El ceutí y seis personas más han sido condenados a 2 años de cárcel por delito contra la salud pública con la atenuante de dilaciones indebidas en su modalidad de muy cualificada. A esa condena, alcanzada por conformidad entre las partes, se añade una multa de 150.000 euros.
El considerado líder de la organización ha sido condenado a tres años de prisión.
Todos ellos se dedicaban a introducir hachís procedente de Marruecos en España, empleando para ello embarcaciones como motos de agua. La droga se distribuía no solo en el país sino también en otros puntos de Europa.
Tal y como se recoge en sentencia a cuyo contenido ha tenido acceso El Faro de Ceuta, fruto de las investigaciones de la Guardia Civil se supo de la existencia de un grupo de narcos asentados en puntos del entorno del Estrecho de Gibraltar.
Entre 2011 y 2013 se dedicaron a mover grandes cantidades de droga, manteniendo enlaces fijos tanto en el norte marroquí como en la Península.
Los roles estaban bien definidos, sometidos a una estructura jerárquica, con líderes que daban las órdenes y otros las acataban. El jefe controlaba directamente las operaciones para la venta de droga en el sur peninsular, aunque destinaba una buena parte al norte, introduciendo mercancía en la zona de Logroño y desde ahí, repartiéndola a distintos puntos.
El ceutí condenado fue marcado por los investigadores en varias acciones relacionadas con el tráfico de droga, desde participar en un pase en moto de agua hasta buscar proveedores de hachís para su ocultación también en dobles fondos de vehículos.
El seguimiento de la Guardia Civil fue constante al objeto de armar todos los movimientos que llevaba a cabo la organización. Constan entradas de droga en el norte de España, contactos con enlaces en Marruecos (entre ellos uno de un narco en una prisión de Tánger), o movimientos de mercancía de un lado a otro del Estrecho.
En Ceuta, en febrero de 2013, se hizo una carga de droga en un coche. En los bajos de la Marina, integrantes de esta organización se reunieron con contactos marroquíes y franceses con los que ultimaron una venta de mercancía.
La droga, envasada al vacío, fue localizada en uno de los embarques que abortó la Benemérita en la zona portuaria.
Los acusados terminaron detenidos después de que sus movimientos fueran perfectamente acotados por los investigadores. No pudieron más que reconocer su papel dentro de la red de narcos, confesando la comisión del delito y aceptando las penas que fueron dictadas por conformidad entre las partes.
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