Era esperado y resultó ser uno de los grandes eventos culturales en lo que ha transcurrido de verano. Los colombianos Morat se dieron un gran baño de masas en las Murallas Reales que los reafirmó como uno de los grupos del momento.
Como telón de fondo, un pequeño escenario repleto de instrumentos y más de mil personas pendientes debatiéndose en hacerse con un lugar privilegiado en las primeras filas era la estampa que se observa tras cruzar los accesos. El tiempo transcurría y el deseo de que el concierto comenzase hacía que el nerviosismo interior fuese in crescendo. Daban las 10.30 horas, el tiempo marcado para el inicio, y la banda aún brillaba por su ausencia en el escenario. Mientras, el ambiente general se caldeaba, pero de repente el entorno de a las Murallas se sumergió en la oscuridad y un griterío general daba la bienvenida los dos Juan Pablos, Simón y Martín que saltaban a un escenario de repente iluminado con focos de colores y, sin presentación previa, debutaban, precisamente, con el tema que los impulsó a la primera división de la música ‘Mi nuevo vicio’. Un inicio que, pese a la euforia general del público, no fue el esperado. La voz de Juan Pablo Isaza quedaba en un segundo plano, apenas perceptible, sobre el que se sobreponían el sonido instrumental y los coros de una asistencia entregada. Lejos de decaerse, continuaron con ‘En un solo día’ que, con una la leve mejoría, tampoco se puede decir que fuese su mejor interpretación. Aunque, como con el tema anterior, estuvieron salvados por un publico entregado que obvió ese bochornoso directo y les premió con coros, palmas y vítores.
Sin embargo, los jóvenes se ‘enchufaron’ y el concierto comenzó a crecerse. “Ceuta ya llevamos tres canciones y nos dimos cuenta que aprender a quereros no nos cuesta nada porque nos lo estáis poniendo muy fácil”, confesaban al final de ‘Aprender a quererte”. Y es que anoche más que el concierto de Morat, fue el del público, que permaneció durante la más de una hora de duración con un ánimo fuerte e incansable.
A pesar de los tropiezos iniciales Morat demostró con el espectáculo ofrecido en las Murallas, enmarcado en la nueva gira que acaban de comenzar por nuestro país, que son más que un golpe de suerte en forma de colaboración con una de las divas del pop latino. Un empujón con el que se sienten agradecidos pero del que se esfuerzan en distanciarse para posicionarse como banda única y mantenerse en la lista de los más escuchados.
Aunque son ese eterno formato del universo musical de chavales jóvenes, con letras romanticonas, fáciles y bailables, el grupo de colombianos demostró que son más que eso, que tienen algo fresco, un sonido veraniego y el nivel de empalague de sus canciones no les quita el mérito de ser unos buenos músicos. Estos doctores del amor saben muy bien lo que hacen y cómo atraer a la multitud, como se pudo apreciar.
Pero si algo demostraron más allá de sus dotes musicales fue su cercanía, humildad e ilusión con la que consiguieron conquistar a Ceuta que cayó rendida ante el amor de Morat y sus ‘efectos secundarios’.
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