Esta es la historia de Concepción Guillén, más conocida como Conchi. Una caballa “hasta la punta de un dedito pequeño”, como ella misma se define, que en 2015 viajó hasta Alicante para una boda y por motivos de salud tuvo que quedarse allí viviendo con su prima hermana. Ahora, después de ocho años, gracias a su familia ha podido cumplir el sueño de volver a su ciudad, a Ceuta, por unos días a pesar de estar conectada a una máquina de oxígeno.
A Conchi le acompañan en este viaje Mayte, Paula, Rocío, Verónica y la pequeña Lola, de tan solo dos años, quienes “han hecho todo para que yo esté aquí en este día. Les ha costado mucho trabajo porque yo tengo el oxígeno, pero ellas son una familia más grande que todo lo que yo tengo”, expresa.
Y es que, tal y como cuenta Mayte Capacete, “teníamos mucha pena porque los médicos no nos lo permitían pero tengo una hija que es un poco terremoto y ella decía que ese sueño no se le podía dejar sin cumplir a Conchi”.
A pesar de que lleva tantos años fuera, esta ceutí sigue recordando cada día todo lo que rodea a Ceuta, como “San Antonio, cuando iba a la ermita; las procesiones tan bonitas que tenemos o la Virgen de África cuando es el día de la Patrona”. Durante todos estos años lejos de aquí “me faltaba una chispa que es mi tierra”, rememora.
Tampoco olvida todas las amistades que aquí tenía, aunque “como hace ya ocho años cada una tiene su vida, pero conservo algunas”. De hecho, ha podido reencontrarse “con una que vivía casi al lado de mi casa y yo… pues muy emocionada. Ella me decía no puedes ser tú”, y han vivido unos momentos muy emotivos.
También ha vivido otro nostálgico con “una muchacha que está en la Plaza que siempre me decía que tenía carita de porcelana”, narra.
"Tengo una hija que es un terremoto y decía que ese sueño se tenía que cumplir", dice Mayte
Este miércoles, Conchi y su familia partirán de nuevo hasta Alicante, aunque estos días los aprovecharán al máximo. El domingo fueron al mirador de la Mujer Muerta “y como la recordaba les hice de guía” y luego pasaron por la casa donde vivía antiguamente en el Paseo de Las Palmeras. Allí se encontró “con un musulmán y nos quedamos mirándonos y me dijo, ‘yo te conozco’. Era un chico que cuando necesitábamos algún arreglo en casa venía él. Resulta que tenía una foto mía que se encontraron el casa” en la que aparecían Conchi y su hermano y se la ha guardado durante ocho años.
Aunque Conchi no pudo subir a la casa por sus problemas de salud, sí lo hicieron sus familiares. “Decían que estaba echaba polvo. Ellas bajaron llorando de cómo yo tenía la casa y como está ahora y se trajeron una loseta y un pedazo de ladrillo”, para que los tenga de recuerdo.
El estar conectada a una máquina de oxígeno ha retrasado durante años su vuelta a casa, por eso esta familia no duda en agradecer a todos los que han hecho posible que este regreso se haya convertido en una realidad. “Los médicos decían que no podía viajar pero sabían que era mi ilusión volver a Ceuta y lo han conseguido”, manifiesta Conchi.
Un vecino le guardó durante ocho años una foto que encontró en casa de Conchi
Según comenta Mayte, “nos pusimos en contacto con la empresa del oxígeno para contarles que queríamos traerla y se portaron súper bien, pero cada comunidad tiene unos requisitos diferentes y tuvimos que presentar otra documentación. En el hospital de Alicante nos hicieron un informe y después enseguida se puso en contacto con nosotras un enfermero que se llama Iván, desde Ceuta, y en cuanto le contamos la historia dijo que el neumólogo firmaría los papeles al día siguiente”, y así fue. Además, se han encargado de instalar la máquina de oxígeno en el hotel para que Conchi pueda estar aquí.
Algunas de las familiares que la acompañan saldrán hoy con la Esperanza
Además de para cumplir este sueño, la familia tenía un doble motivo para viajar. Y es que, algunas de sus miembros, como cada año, acompañarán a la Virgen de la Esperanza en la Procesión del Encuentro.
“Mi madre empezó saliendo en la Esperanza porque también es caballa, aunque luego se fueron a Alicante. Ella estuvo muy malita muy joven e hizo una promesa con la Esperanza y desde entonces nadie se la quitaba”, venían todos los años, relata Mayte Capacete.
Su hija, Rocío recuerda que “mi abuela venía siempre a sacar el paso. Empezó a traer a mi prima y cuando nací yo nos traía a las dos. Por motivos de estudios y con la pandemia estuvimos unos años sin venir. Luego mi abuela falleció y el año pasado fue el primero que pudimos volver y este, se nos ha presentado la oportunidad otra vez”.
Por eso, hoy se encuentra “con ganas” de vivir este día y “también por la nena -de dos años- que el año pasado fue su primera vez y espero que este año se porte igual de bien y que disfrutemos todos de La Esperanza”.
Por su parte, Paula Capacete vino de pequeña a Ceuta y luego también a hacer la mudanza de Conchi.
El año pasado tuvo que quedarse con ella mientras las demás vinieron a ver a La Esperanza, pero “este… aquí estamos todas muy felices” para disfrutar de ese doble sueño, concluye la joven.