En Change.org, la web que desde hace unos años canaliza el malestar ciudadano, se mantiene aún activa una iniciativa que recopiló miles de firmas virtuales para exigir al Ministerio del Interior la retirada inmediata de las concertinas en los vallados del perímetro fronterizo de Ceuta y Melilla.
La polémica se retroalimentó durante meses al calor de los intentos masivos de asalto de inmigrantes subsaharianos, más continuados y masivos en la otra ciudad autónoma. Terciaron oenegés, colectivos de defensa de los derechos humanos y partidos políticos, empeñados en culparse mutuamente de la instalación de las primeras alambradas con cuchillas, de las órdenes o no de eliminación y de los sucesos sangrientos más graves, bajo el Gobiernos de turno del PSOE o del Partido Popular.
Centrados en censurar las que coronan el vallado que marca los límites entre Ceuta y Marruecos, a muchos ha pasado por alto que las concertinas –con cuchillas o púas de espinas– también anidan en otros puntos más comunes y cercanos de la ciudad. Y en edificios públicos. Por ejemplo en centros educativos como el Instituto de Enseñanza Secundaria ‘Siete Colinas’. En los muros situados junto a la puerta secundaria que permite el acceso desde la calle Alférez Provisional sobreviven alambres con púas y cristales incrustados que, se supone, intentan evitar la entrada de visitantes inesperados. Cumplen también su función disuasoria, pero contra ellos no se alzan tantas voces como contra los del vallado fronterizo. O al menos no tan sonoras.
En privado, representantes de la comunidad educativa del centro reconocen que se está “intentado retirarlas” porque, pese intentar frenar o disuadir a delincuentes que quieran acceder a las instalaciones educativas, “pueden provocar algún día algún disgusto, sea alguien que intenta robar o cualquiera que por un motivo decide saltar el muro”. Otras voces también del ‘Siete Colinas’ asumen que no es la medida de seguridad más adecuada, pero que el punto donde están situadas las alambradas “está demasiado alto como para que ocurra algo inesperado”, restándole importancia. El último ingrediente lo añaden quienes aseguran que en algunos puntos han existido incluso concertinas con cuchillas pero que han acabado retirándose.