Quitar las concertinas en los primeros meses de este año 2019. Es el compromiso del Ministerio de Interior, que todavía no ha dejado claro qué otros medios pueden atender las peticiones hechas por la
Guardia Civil. Y es que el Instituto Armado reclama que los cinco minutos que ofrecen de ‘reacción’ esas concertinas (desde que el inmigrante es detectado hasta que consigue sortearlas) sean aportados por la alternativa que decida el área de Grande Marlaska. Las planchas al estilo de las colocadas en el puerto, por las que se decantaba la Benemérita, no gustan en Madrid. Todavía no hay una decisión en firme que garantice esa combinación de eficacia y función disuasoria-no lesiva buscada. España tiene este debate, quiere cumplir con el compromiso político llevado como bandera por el mismo partido que colocó las concertinas, el PSOE. Pero ese debate no cruza siquiera unos metros, tornándose por tanto en incongruente. Y es que mientras nuestro país busca la manera de retirar todas las concertinas colocadas en la valla exterior de Ceuta (más de 8 kilómetros), en Marruecos se hace lo contrario: colocarlas en la propia valla evitando que el inmigrante pueda siquiera trepar. España no quiere que los inmigrantes que saltan a Ceuta lleguen rajados por las concertinas que mantiene, pero ese miramiento es solo político porque humanitariamente es consciente de que las heridas y los cortes van a seguir produciéndose en el lado marroquí en donde a las que ya estaban siguen añadiendo más.