Coñas

Con los asuntos clave, ni una coña. A nadie le gusta que en temas que nos afectan a todos, tengamos la sensación diaria de que nos están tomando el pelo. Y eso es lo que está pasando desde hace unos meses. Los políticos, que deben gustar de la buena coña, marean la perdiz con el tema del enlace marítimo.Comparecen, se ríen, hacen chistes, ironizan sobre supuestas reuniones... y no nos dan soluciones, que es para lo que cobran. Hablan, hablan y hablan. Se pelean, engordan enfrentamientos pero el ceutí sigue igual: perdiendo derechos adquiridos y sabiendo que la única autopista que nos une con la península está sometida al dictamen de unas empresas, sin que asome un contrato con el que el Estado pueda exigir algo más: por ejemplo... respeto (eso hoy por hoy no se nos tiene desde el momento en que no se anuncian suspensiones, nos retiran barcos cuando quieren y nos cambian un ferry moderno por un cuatro latas disfrazado de ceutismo gracias a un bautizo poético como si estuviéramos en el zoco de Castillejos).
No hay contrato, no hay seguridad. Eso es así. Al igual que si no hay helicóptero queda mermada la capacidad operativa que tenía esta ciudad, salvo que todos tengamos algo de ministro y entonces nos pongan el helicóptero por si nos apetece darnos una vueltecita por Málaga, por ejemplo (eso es lo que hizo Gallardón el otro día, pasearse, almorzar sin escuchar protesta alguna, ponerle colorado a don Juan con sus piropos y sacar el espíritu de freelance que debe tener Pacoantonio). Todo muy políticamente correcto. Qué vamos a hacer... si es lo que se lleva.
Miren ustedes que hasta la oposición se aplica el cuento. En esto de los negocios navieros, del contrato que no termina de salir, de la guerra fría entre Pacoantonio y don Juan (por cierto, ¿por qué no fue a la presentación del López de Anglada si es su poeta preferido y mandó a Adela Nieto con cara de haber escuchado antes cuatro rosarios para atender los beneplácitos del nuevo buque?), hay mucho de políticamente correcto, es decir, de silencios.
Igual es que en la oposición tampoco pueden hablar demasiado, quién sabe. Nosotros, los ciudadanos, lo que sí sabemos es que pasan los meses, se renuevan las promesas para sustituir a las ya falseadas y parece que nada pasa. Somos plastilina, manejable, nos estiran y nos recortan cuando quieren y acostumbrados a lo que hay, quizá por comodidad, nos quedan pocos huecos para denunciar lo que hay. Coñas.