Decenas de personas han acudido a despedir a Moussa Sylla, el joven guineano que terminó quitándose la vida colgado de un árbol frente al CETI de Ceuta. Han querido acompañarlo en este último adiós.
Desde el centro de estancia temporal han partido andando hasta llegar a Sidi Embarek, en donde han procedido a acompañar al ataúd de su compañero.
Ha sido uno de los entierros más concurridos de los que han tenido lugar en Ceuta, un entierro al que no ha querido faltar la comunidad subsahariana, muy molesta por lo sucedido y crítica con la postura adoptada de haber echado a Moussa del centro, sin darle opción a acceder a las instalaciones llevándole a tener que dormir fuera a pesar del frío existente.
Eso es lo que más ha dolido y lo que, de hecho, ha provocado una dura crítica desde varios ámbitos.
Más de cien personas de la comunidad subsahariana han querido arropar a Moussa en esta despedida acudiendo al cementerio desde primera hora. Primero, mientras le lavaban los cuerpos esperando fuera su salida, después emprendiendo camino hacia el lugar donde descansan para siempre sus restos.
La Funeraria Al-Qadar ha organizado este entierro uniéndolo al de Mohamed Jaouhray, el marroquí cuyo cadáver fue encontrado en el entorno del Muelle de España y que se ha podido corroborar que era uno de los ocupantes de la lancha que llegó al Sarchal y cuyos pilotos obligaron a los 9 jóvenes a arrojarse al mar. Varios siguen desaparecidos.
Este doble entierro marca la tragedia que se produce de forma demasiado constante en la frontera sur. En el caso de Moussa viene marcada por la falta de explicaciones que se han dado de manera oficial, toda vez que se trataba de un interno del CETI al que se había castigado de esta forma. Sus compañeros aseguran que su estado mental se fue deteriorando cada vez más.
Los Bomberos lo descolgaban este pasado jueves del árbol en el que se quitó la vida y la UDEV ha abierto una investigación para esclarecer los hechos. Moussa no llegaba a los 20 años y era natural de Guinea Conakry. Llegó a Ceuta a finales de 2022 tras saltar junto a otro compañero la valla.
Lo que más molesta a sus amigos es eso. Solo era un crío. Lo recuerdan con cariño y se muestran afectados por la situación en que estaba: fuera, castigado, con frío. Un chico que saltó la valla, que debió pasar por tanto y que finaliza su periplo quitándose la vida de esta forma. Sus amigos están dolidos, creen que se podría haber hecho algo, rechazan que lo castigaran así y recuerdan cómo era. Su familia es conocedora de la tragedia, de hecho un residente del CETI les ha enseñado a través de móvil cómo se le ha despedido.
Entre los presentes muchos subsaharianos pero también otros residentes. Se han escuchado voces críticas por la ausencia de la cúpula del centro, por la falta de más personas de la comunidad musulmana.
Algunos compañeros han entrado dentro de la pequeña sala donde se ha preparado el cuerpo. Hoy más que nunca se pone de manifiesto la necesidad de que Ceuta cuente con un tanatorio para pode hacer estos trabajos de mejor forma. Loable ha sido la labor de la funeraria Al-Qadar ayudada de colaboradores de la comunidad.
Emocionados, algunos de sus amigos rompían a llorar, rompiendo así esos momentos de tanta tensión contenidos. Lo que ha ocurrido con Moussa es una tragedia que exige explicaciones oficiales que todavía no han tenido lugar.
Y eso indigna mucho. Porque Moussa ni siquiera llegaba a los 20 años. Ni siquiera había empezado la vida que buscaba cuando optó por cruzar la valla y entrar en la ciudad. Lo que tuvo que pasar sólo él lo conoce y él se lo ha llevado.
Pasadas las 12.40 se ha procedido al traslado de los cuerpos al cementerio tras su preparación.
Todo lo que hoy ha ocurrido en Ceuta lo ha podido ver la familia de Moussa desde Guinea.
Hay detalles para toda la vida, muestras de amor impagables. Hoy se ha tenido uno especial con la madre de Moussa ya que se ha logrado hacer una videollamada para que la mujer pudiera despedirse de su hijo.
Ha sido en la más estricta intimidad. La Funeraria Al-Qadar ha efectuado ese contacto después de haber preparado el cuerpo del joven y antes de proceder a su entierro. Así la madre ha podido despedirse del hijo que marchó, aquel joven que inició el periplo de muchos otros y que ha terminado de esta manera.
El trágico final que separa los tantísimos kilómetros de distancia entre Guinea Conakry y Ceuta ha dejado espacio para ese momento de intimidad y de unión entre madre e hijo.
Decenas de compatriotas han entonado cánticos en honor a Moussa mientras acompañaban al coche de la funeraria que descendía por la carretera hacia el cementerio. La Policía Nacional ha colocado un vehículo a la altura de la rotonda del Puente Quemadero para que pudieran ir andando en este sentido homenaje al compañero muerto.
Nunca se había llevado a cabo un entierro entre la comunidad subsahariana con tanta indignación y emotividad como el que ha tenido lugar este sábado. Las personas rezan por Moussa, muestran su cariño por quien ya no está junto a ellos. Descendiendo la cuesta del cementerio, todos han ido entonando el mismo cántico en recuerdo del compañero por el que piden que se aclare qué ha ocurrido.
Los vehículos que circulaban por la zona, se han echado a un lado para permitir el tránsito del coche fúnebre seguido por todos los subsaharianos que con sus teléfonos móviles querían inmortalizar esta situación tan emotiva y tan trágica.
Pasada las 13:00 horas, se procedió al entierro de los jóvenes, tanto de Moussa como el de Mohamed Jaouhray que descansan en las tumbas 4731 y 4730 respectivamente.
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