Comienza este curso académico con la jubilación de un gran maestro, Joaquín Manuel Rodríguez Gil, Kino para sus amigos y compañeros, cuya seña de identidad, tras 40 años de enseñanza, a pié de aula, ha sido el compromiso con la escuela, con su alumnado, con sus familias, con la renovación pedagógica, con la innovación educativa, con la ilusión renovada, año tras año, eso sí, mordisqueada por el cansancio, una cierta decepción, escepticismo y desengaño, hacia la administración educativa, ante tantos planes, proyectos y leyes que, desde el día a día del aula, se percibían, en cierta medida, como muy lejanos a la realidad educativa.
40 años transcurridos entre el papel de embalar, los rotuladores edding, la impresora doméstica hecha con gelatina de cola de pescado, reproduciendo textos libres del alumnado, los tambores de detergentes reciclados en buzones de preguntas, los carteles de “critico, propongo y felicito” y los últimos blogs educativos, la utilización de las T.I.C. en el aula.
40 años combinando el trabajo diario en el aula, la planificación de los contratos y proyectos de trabajo, las asambleas de los viernes, las tomas de contacto diarias… con la formación, autodidacta las más de las veces, y académica otras, obteniendo una licenciatura en Psicopedagogía y realizando estudios de doctorado; años también implicándose en la formación inicial de maestros y maestras, a través de las prácticas en centros y la impartición de distintos seminarios a estos. C. Freinet, A.S. Neill, G. Rodari, F. Olvera, entre otros, fueron sus maestros, inspiradores de sus iniciativas educativas.
En los años ochenta impulsó la renovación pedagógica en la ciudad, creando, junto a otras compañeras y compañeros, el Colectivo Educativo Ceutí, organizador de tres ediciones de una Escuela de Verano, editando 12 números de “Almina. Revista de Educación” y desarrollando distintas jornadas de intercambio de experiencias y cursos de formación. Su compromiso con la educación le llevó, también, a la acción sindical, formando parte de la Junta de Personal Docente e implicándose en todo aquello que supusiera mejoras para el profesorado y para la enseñanza.
Las distintas aulas por las que ha pasado eran espacios llenos de vida, de actividad, de iniciativas, rincones de animales, plantas, biblioteca de clase … responsabilidades compartidas con el alumnado, instrumentos y recursos para potenciar y educar en la participación, en el respeto, en la cooperación… para motivar, haciendo que sus niños y niñas fueran auténticos protagonistas de su aprendizaje.
40 años recorriendo distintas barriadas y colegios de la ciudad: el colegio de prácticas, en la barriada de las Carmelitas, actual C.E.I.P. Maestro José Acosta (no estaría mal que una nueva construcción educativa llevara su nombre), poniendo en marcha el Programa de Educación Compensatoria, en la barriada de los Rosales, en el que fueron muy relevantes sus talleres de Investigación del Medio, Ocio artístico u Ocio Cultural, que sirvieron para dar una nueva oportunidad a muchos jóvenes que habían abandonado el sistema educativo, el barrio del Príncipe Alfonso, en el C.E.I.P. Reina Sofía, el C.E.I.P. Pablo Ruiz Picasso, en la barriada de Benzú y los últimos años en el C.E.I.P. José Ortega y Gasset; seguro que son muchos los niños y las niñas, hoy personas adultas, muchas las familias, que guardan muy buen recuerdo de D. Joaquín, de Joaquín a secas o de Kino, ha sido un maestro que no ha pasado desapercibido, que no ha dejado indiferente a su alumnado a familias de estos o a compañeras y compañeros.
Los que hemos tenido el privilegio de compartir con él estudios y trabajo, además de una profunda amistad, le debemos mucho a su ejemplo de entrega, de compromiso, de compañerismo, de creer en la educación como motor de progreso y transformación social. Gracias, Kino, por todo ello.
Estamos seguros que sabrás seguir llenando tus años, a partir de ahora, de vida, de nuevos proyectos y compromisos, de escritos, lecturas y paseos por Ceuta, la ciudad con la que llevas comprometido toda tu vida.