Desde que el 13 de marzo Marruecos ordenó el cierre de la frontera del Tarajal, que separa Ceuta del vecino país, dejó de escucharse por la calle el tradicional ‘compro mueble’: esa cantinela que a veces se dice de forma tan rápida que es casi imposible de descifrar, esa cantinela que acompaña a los hombres de Marruecos que se dedicaban a pasear por todas las barriadas esperando que el vecino de turno se asomara para regalarle o venderle (mayoritariamente lo primero) esos enseres viejos que estorban.
Y los ‘compro mueble’ se llevan todo eso que en Ceuta no sirve pero que milagrosamente al otro lado de la frontera aún tiene vida. Porque eso sí, las lavadoras que dejan de funcionar, las neveras que ya no enfrían o los muebles que ni se sostienen en pie siempre servirán para algo en las casas de Marruecos. Desde el cierre de fronteras la ausencia de estas personas características del panorama local ha sido equiparable a la aparición de auténticos vertederos a pie de calle. Porque eso sí, el incivismo no lo erradica ni el Covid-19 y hay quienes no dudan en dejar en la vía pública, la que compartimos todos, lo que le estorba en su casa, en una clara materialización del egoísmo y del sentimiento de ‘guarro con clase’: ese al que le molestan los trastos en su hogar pero no que estén en la calle afeando su ciudad.
Este sábado el recorrido desde la barriada del Morro hasta la avenida Reyes Católicos ha amanecido repleto de enseres: desde lavadoras, palés, muebles, colchones hasta una bañera… También bolsas llenas de escombros, tablas, hornos…. Los vecinos que seguían el trayecto no podían casi ni pasar por las aceras de la cantidad de elementos hallados al lado de todos los contenedores. Esto ha ocurrido este sábado en este punto, pero es un problema que se extiende a otras zonas de la ciudad, sobre todo en la periferia. No hay barriada que se salve de esta problemática, no hay barriada en la que no se tope uno con contenedores a cuyos pies hay sofás viejos, colchones sucios y sillas rotas.
Trace ya ha advertido de esta situación reclamando mayor conciencia cívica. Piden que se utilice la aplicación móvil ‘Línea verde: comunicación de incidencias’ para que así la empresa tenga constancia de dónde están esos residuos y se retiren pronto. El problema es que o la gente no avisa o el sistema no funciona con la celeridad debida, porque hay restos que llevan casi una semana depositados en puntos de la ciudad sin que hayan sido retirados. Una auténtica vergüenza que ha venido a convivir en esta extraña forma paralela de la ‘nueva normalidad’.
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