Opinión

Complicaciones asociadas a la obesidad

Uno de los principales problemas de salud, que actualmente está adquiriendo dimensiones epidémicas, es el relativo al sobrepeso y la obesidad, tanto por ser un factor de riesgo asociado a la génesis o desarrollo de las principales enfermedades crónicas y causa prematura de muerte como por el coste sanitario derivado de las mismas. La prevalencia de sobrepeso y obesidad ha aumentado entre un 10% y un 40% en la mayor parte de los países en las últimas décadas. Un sexto de la población mundial tiene sobrepeso unos 1.600 millones de personas, y más de 400 millones son obesas. Actualmente en la Unión Europea el 60% de los adultos y el 25% de los niños tienen sobrepeso. El 25% de los adultos y un 10% de los niños tienen obesidad. La previsión para el año 2030, es que el 44% de los niños tendrán sobrepeso y que el 60% de la población europea será obesa. Este problema de salud ha aumentado también en los niños y adolescentes, con tendencia a perdurar a lo largo de toda la vida en un elevado porcentaje de los casos, lo que hace resaltar la importancia de la prevención como la medida terapéutica más eficaz. De los datos aportados destaca la relación de la obesidad y del sobrepeso en función del sexo, dándose la primera en mayor proporción en las mujeres y el segundo en hombres. Igualmente, la frecuencia de ambas situaciones se incrementa al aumentar la edad, alcanzando el máximo a los 45 años y disminuye en función del nivel de estudios, especialmente en las mujeres. Con respecto a las tendencias, el porcentaje de personas con sobrepeso y obesidad está aumentando en los varones entre 30 y 64 años, permaneciendo estable en las mujeres. Ante esta perspectiva, y habida cuenta que la obesidad es una entidad heterogénea, con múltiples factores etiológicos implicados, se hace necesaria la concienciación social y sanitaria del problema y la puesta en marcha de medidas dirigidas a los ciudadanos relativas a los factores ambientales y sociales que influyen determinantemente en la evolución de la tasa de prevalencia de esta enfermedad, tales como la ingesta calórica, el estilo de vida en relación con la alimentación y el ejercicio físico. Sobrepeso: Situación anatómica de aquellos individuos cuyo IMC se encuentra entre 25 y 29,9 Kg/m2 Se divide en dos categorías, con una nomenclatura específica: Grado I .............................................IMC 25 - 26,9 Grado II (preobesidad) ................... IMC 27 - 29,9 Obesidad: Enfermedad crónica, que se caracteriza por un exceso de grasa que a su vez se traduce en un aumento de peso. Esto significa que no todo aumento del peso corporal se considera obesidad, sino sólo si es debido a un exceso de la masa grasa. Tipos de obesidad: Siguiendo un criterio cualitativo de la distribución de la grasa corporal.   Tipo celular: Hiperplásica, en la que se produce un aumento de la población de adipocitos conservando su tamaño. Hipertrófica, en la que aumenta el tamaño de los adipocitos al cargarse de grasa, pero no su número. Tipo morfológico: Androide abdominal o central (manzana), con cociente cintura/cadera superior a 1 en el varón y a 0,9 en la mujer. Este tipo de obesidad se asocia a un mayor riesgo de dislipemia, diabetes, enfermedad cardiovascular y quizás en segundo término el daño respiratorio por disminución de la capacidad funcional ante la elevación del diafragma y de mortalidad en general. Ginoide gluteofemoral o periférica (pera), con cociente cintura/cadera inferior a 1 varón y a 0,9 en la mujer. De distribución homogénea o generalizada, si no hay un claro predominio del exceso de grasa en ninguna zona. Siguiendo un criterio cuantitativo, los grados de obesidad en relación con el índice de masa corporal establecidos el año 2007 por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, quedan definidos para adultos como sigue: Valores Valores    IMC Kg/m2 Peso insuficiente ...................................................menor 18,5 Normopeso ...........................................................18,5 - 24,9 Sobrepeso Grado I ................................................25,0 - 26,9 Sobrepeso Grado II (preobesidad) ........................27,0 - 29,9 Obesidad Tipo I .....................................................30,0 - 34,9 Obesidad Tipo II ....................................................35,0 - 39,9 Obesidad Grado III (o mórbida) .............. ………40,0 - 49,9 Obesidad. Grado IV (o extrema) ............. ………mayor 50 Métodos instrumentales de medida de la composición corporal Antropométricos: Basados en la realización de mediciones corporales: - Peso y talla - Medición pliegues cutáneos para valoración de la grasa subcutánea, que se realiza con un plicómetro o caliper ejerciendo una compresión de un pliegue de tejido adiposo subcutáneo en determinadas zonas anatómicas. - Medida de perímetros o circunferencias de la cintura y de la cadera. -  La medida de la circunferencia media del brazo se emplea para la valoración de la masa muscular del individuo. -  Medida de los diámetros óseos en el codo o en la muñeca que se utiliza para definir la “constitución del individuo” que refleja la contribución de las proporciones esqueléticas. Conductancia eléctrica: Análisis de la impedancia bioeléctrica, consiste en administrar una corriente eléctrica entre dos puntos del organismo y medición de la oposición al paso de la misma, que depende de la composición de los tejidos que atraviese la corriente. Su cuantificación permite conocer el porcentaje de agua corporal, la masa libre de grasa y la masa grasa. -  Método de la conductividad eléctrica total, consiste en introducir al individuo en una bobina en la que se ha generado un campo electromagnético que induce una corriente en el cuerpo, que se comporta como un material conductor. Esa conductividad es proporcional a la masa libre de grasa. -  Existen otras técnicas, tales como la densitometría, la absorciometría con rayos X de doble energía, la resonancia magnética, TAC o la ecografía que no suelen ser empleadas rutinariamente. Causas del Sobrepeso y la Obesidad La etiología de la obesidad es multifactorial y debe analizarse de forma individualizada. Sin duda existen diferentes tipos de pacientes obesos. Es posible diferenciar la obesidad primaria de causa desconocida y la secundaria de causa conocida. La obesidad siempre se caracteriza por un exceso de depósito de grasa en el organismo debido a que, a largo plazo, el gasto energético que presenta el individuo es inferior a la energía que ingiere. Factores Genéticos y Ambientales Actualmente se considera que la alteración del balance energético que lleva a la obesidad es multifactorial y compleja y se produce como resultado de la carga genética del individuo y diferentes factores ambientales. Por lo tanto, la obesidad es consecuencia de la interacción entre la variación genética y las condiciones cambiantes del medio ambiente ya que ambos pueden condicionar la variabilidad interindividual del gasto y el aporte energético. Los factores genéticos pueden influir en la susceptibilidad de desarrollar depósitos corporales de grasa como respuesta a los estilos de vida poco favorables del entorno de la opulencia. Existen factores familiares que influyen en las preferencias alimentarias, pero, sin embargo, es difícil determinar si estos factores familiares se deben a características genéticas o a influencias culturales o hábitos familiares. La explicación genética que a menudo se esgrime para entender el incremento del sobrepeso y la obesidad es la discordancia entre el medio ambiente en el cual vivimos hoy día y los “genes ahorradores de energía” que se multiplicaron en el pasado en condiciones ambientales muy diferentes. Es la teoría del “genotipo ahorrador”, que explica el problema adaptativo por el que los mismos genes que ayudaron a nuestros ancestros a sobrevivir hambrunas ocasionales se ven ahora confrontados por ambientes en los cuales hay abundancia de alimentos durante todo el año, que influiría en la tendencia a comer demasiado (discordancia entre apetito o necesidad y saciedad), la tendencia a ser sedentario (inactividad física), una menor capacidad de utilizar las grasas de la alimentación diaria como combustible y una mayor y fácilmente estimulada capacidad de almacenar grasa corporal. Factores sobre el Gasto y Aporte Energético Gasto energético Se puede ganar grasa o peso debido a que se consuma menos energía de la que realmente se ingiere. El gasto energético depende de tres componentes: 1.1.  Gasto energético basal. Se refiere al gasto de energía para el mantenimiento de los procesos vitales en condiciones de en reposo físico y psicológico completo, en ayunas de doce horas y a una temperatura ambiente de veinte grados. Representa el 50-70% del gasto energético total. El obeso tiene un gasto energético basal inferior al de un individuo no obeso. Diferentes estudios demuestran que el gasto energético basal puede tener un componente genético, dado que existen familias que presentan un gasto energético inferior y por lo tanto pueden ganar peso más fácilmente. Esta variabilidad interindividual del gasto energético puede explicar por qué puede conseguirse el mantenimiento de peso cuando diferentes individuos ingieren distintas cantidades de energía, con similar actividad física. 1.2.  Gasto energético condicionado por la actividad física. Es el componente más variable del gasto energético del individuo. El gasto energético frente a una actividad física es superior en el individuo obeso debido a que éste tiene que realizar un mayor esfuerzo para desplazarse, pero el obeso es menos activo y en general realiza menos actividad física. 1.3.  Gasto energético postprandial (termogénesis postprandial). El gasto energético de un individuo aumenta tras las comidas. Este aumento depende en gran medida de la cantidad de energía ingerida y del tipo de dieta. El gasto energético postprandial representa el coste energético de la absorción, digestión y sobre todo metabolización de los nutrientes. El obeso puede tener una termogénesis normal o disminuida. Entre los factores que pueden estar involucrados en esta alteración de la termogénesis se encuentra el hiperinsulinismo ligado a una resistencia a la insulina. No obstante, la alteración de la termogénesis no puede considerarse una causa importante, debido a que el gasto de este componente es muy pequeño con respecto al total. Aporte energético La mayoría de los estudios demuestran que la hiperfagia es una causa de obesidad. En general la población obesa tiende a subestimar inconscientemente la ingesta energética. Aunque en ocasiones no está muy claro si la hiperfagia es causa o consecuencia de la obesidad. Factores fisiológicos. En el hipotálamo se encuentran una serie de núcleos y regiones con distintas poblaciones neuronales implicadas en los mecanismos reguladores de la ingesta. Por una parte, existe el centro del hambre y el centro de la saciedad, pero también hay otros núcleos con poblaciones neuronales distintas que secretan distintos neuropéptidos con posibles acciones, tanto como estimuladores del apetito (Neuropéptido Y) como inhibidores del mismo. Asimismo, al hipotálamo llegan también una serie de señales nerviosas y químicas que actúan al mismo nivel. Uno de los péptidos más estudiados es la Leptina, citocina que disminuye la ingesta y aumenta la actividad de los componentes termogénicos del sistema nervioso simpático. Enfermedades Endocrinas y Genéticas Enfermedades endocrinas Durante años la obesidad se ha considerado consecuencia de otras enfermedades endocrinas, sin embargo, menos del 1% de los pacientes obesos presentan otras alteraciones endocrinas significativas. Las siguientes son las que con mayor frecuencia pueden producir un aumento del peso corporal. 1.1.  Enfermedades hipotalámicas. Son raras. Se pueden producir en el caso de afectación del hipotálamo ventromedial por traumatismo, tumor (craneofaringiomas, hamartomas, etc.) o enfermedad inflamatoria. Se acompaña de manifestaciones clínicas de hipertensión intracraneal (cefalea, alteración de la visión), de manifestaciones endocrinas (amenorrea, hipotiroidismo...). 1.2.  Enfermedades hipofisarias y suprarrenales. Déficit de hormona de crecimiento. Exceso de producción de ACTH. Síndrome de Cushing. 1.3.  Hipotiroidismo. Se acompaña de un incremento de peso, sobre todo cuando hay mixedema. 1.4.  Síndrome de ovario poliquístico. Trastornos genéticos 2.1. Monogénicos. La obesidad es un rasgo característico de más de 20 síndromes de origen genético de los cuales el más conocido es el síndrome de Prader - Willi. También existen formas monogénicas de obesidad asociadas a alteraciones en el gen de la leptina, el receptor de la leptina y el receptor tipo 4 de la melanocortina entre otras. 2.2.  Poligénicas. En la patogenia de la obesidad están implicados múltiples genes, por eso el componente genético de las formas primarias de obesidad es complejo y se han descrito más de 200 marcadores, genes y regiones cromosómicas asociadas con estas formas de obesidad, aunque todavía no se conoce la transcendencia clínica de estos marcadores. Fármacos Glucocorticoides • Antidepresivos tricíclicos (amitriptilina) • Ciproheptadina • Fenotiazina Consecuencias de la obesidad Un exceso importante en la nutrición puede dar lugar, en cualquier época de la vida, a un aumento de la grasa corporal. Durante la infancia y la adolescencia una nutrición excesiva induce rápidamente al desarrollo de nuevos adipocitos, aumentando su número por unidad de volumen. En el adulto, el exceso de energía se traduce primordialmente en el aumento del volumen de los adipocitos existentes. Se entiende que un adulto que fue obeso de niño tenga más facilidad para acumular grasa en su mayor cantidad de adipocitos desarrollados en la infancia, precisamente en respuesta a una ingesta superior a la necesaria. Las consecuencias que acarrea la obesidad, a parte que supone el 7 % del gasto sanitario, son 15 % de la mortalidad, 10 % de la aparición de demencias, mayor riesgo de eventos cerebrovasculares, uno de cada 20 tumores, el 25 % de los tumores malignos podrían evitarse, mayor riesgo de padecer Hipertensión Arterial y Diabetes Mellitus tipo 2. Secuelas metabólicas y complicaciones clínicas son: Diabetes mellitus tipo 2. La obesidad es el mayor factor de riesgo para el desarrollo de DM tipo 2 en personas genéticamente predispuestas y la prevalencia de DM aumenta exponencialmente según aumenta el IMC. Más del 80% de las DM tipo 2 presentan un IMC > 27kg/m2. El riesgo de DM tipo 2 aumenta con el grado y duración de la obesidad más aún en la obesidad troncular. Síndrome metabólico. Es un conjunto de rasgos clínicos en el que aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus. Para considerar que existe síndrome metabólico (o síndrome X) se deben cumplir, al menos, tres de los siguientes factores: obesidad abdominal, dislipemia, hipertensión arterial y elevada intolerancia a la glucosa o resistencia a la insulina. Hiperlipidemia. Existe un aumento de los niveles de triglicéridos, una disminución de HDL-colesterol y un aumento de las concentraciones de LDL-colesterol, VLDL-colesterol.  La alteración del perfil lipídico y el aumento del trabajo cardíaco confieren al paciente obeso un alto riesgo de padecer cardiopatía isquémica. Insuficiencia venosa periférica. Mayor riesgo de presentar varices, edemas y cambios tróficos en las extremidades inferiores. Se asocia a un mayor riesgo de padecer enfermedad tromboembólica. Hipertensión arterial. La resistencia a la insulina y el hiperinsulinismo pueden ser los responsables del aumento de la reabsorción tubular renal de sodio y explica la alta prevalencia de HTA. La pérdida de peso se acompaña de una disminución importante de las cifras de tensión arterial, incluso sin realizar dieta hiposódica. Enfermedades cardiovasculares. La obesidad puede producir un aumento del volumen sanguíneo, del volumen diastólico del ventrículo izquierdo y del gasto cardiaco, responsables a medio plazo de la hipertrofia y dilatación del ventrículo izquierdo. La insuficiencia cardiaca congestiva y la muerte súbita son mucho más frecuentes en el paciente obeso. Colelitiasis y esteatosis hepática. La obesidad se acompaña a menudo de un hígado graso, y también el paciente obeso presenta un alto riesgo de padecer colelitiasis. Problemas del aparato locomotor. Por factores biomecánicos (sobrecarga), siendo la artrosis de columna y rodilla una complicación frecuente en las personas con obesidad. Hiperuricemia y gota. La hiperuricemia del paciente obeso es multifactorial. Está disminuido el aclaramiento de ácido úrico y aumentada su producción. Problemas respiratorios. El Síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS)  El síndrome obesidad-hipoventilación, se caracteriza por hipoventilación, hipercapnia y somnolencia, y el deterioro de la función respiratoria empeora por la disminuida respuesta ventilatoria a la hipercapnia, frecuente en los sujetos obesos, que produce una tendencia al adormecimiento. En algunos obesos, el cuadro se cataloga de síndrome de apnea obstructiva del sueño. Generalmente, padecen obesidad centrípeta o toraco-abdominal, con las alteraciones respiratorias descritas, a las que se asocia un aumento de la resistencia de las vías aéreas superiores. En la situación más grave, durante el sueño, se puede llegar a la obstrucción completa transitoria del flujo respiratorio con producción de apneas más o menos prolongadas. La sucesión de al menos 5 apneas de duración de 10 segundos o más por cada hora de sueño (o hipopneas, definidas como reducción del flujo aéreo o movimientos toracoabdominales de más de 10 segundos acompañados de desaturación de oxígeno de al menos el 4%) marca la presencia del síndrome de apneas obstructivas del sueño (SAOS). Entre las explicaciones que se dan a este cuadro figuran el estrechamiento de la propia vía aérea, posiblemente por acumulación perilaríngea de grasa, junto con una pérdida del tono muscular gloso-faríngeo, con el resultado de una reducción del flujo aéreo durante las fases inspiratorias. Existen evidencias en la literatura que refuerzan la relación entre la leptina y el compromiso ventilatorio en la obesidad, tales como que el nivel de leptina es mejor predictor de la presencia de SOH que el índice de masa corporal (IMC) y esto es independiente de la presencia o no de apneas durante el sueño y que los niveles elevados de leptina en el SOH corrigen bajo tratamiento con ventilación no invasiva (VNI) a largo plazo. En este caso la reversión de la hipoventilación obtenido gracias a la VNI reduciría la “necesidad” de altos niveles de leptina para luchar contra la mayor carga ventilatoria. La reducción de peso, aunque moderada (10% del peso inicial), mejora la sintomatología del SAHS. Complicaciones neurológicas pseudotumor cerebri También se denomina Hipertensión intracraneana benigna o idiopática y se caracteriza por aumento de la presión intracraneana, sin causas sistémicas o estructurales subyacentes. En adolescentes se presenta como cefalea y puede simular una migraña, con compromiso visual. Con la excepción del edema de papila y la posible parálisis del sexto par, el examen neurológico suele ser normal. Aunque la causa es desconocida, algunos estudios sugieren que la obesidad, especialmente en mujeres, es un factor de riesgo. Complicaciones psicológicas Los efectos de la obesidad en la calidad de vida de los adolescentes pueden ser severos, siendo la depresión una importante comorbilidad de la obesidad. Los pediatras deben estar atentos a la aparición de síntomas como aplanamiento afectivo, ansiedad, fatiga, dificultad para dormir y/o somnolencia diurna. Baja autoestima Es mayor en preadolescentes y adolescentes que en jóvenes mayores obesos, pero incluso ya a los 5 años de edad los niños tienen preocupación por su propia gordura, lo que impacta en la percepción que tienen de su apariencia, habilidades atléticas, competencia social y autoestima. En la adolescencia esto se hace más evidente, porque la confianza y autoimagen está muy ligada al peso y la composición corporal a esta edad. Ansiedad y depresión Estos síntomas se incrementan a medida que aumenta el peso en adolescentes. Dentro de los obesos severos, cerca de un 50% tienen síntomas depresivos moderados a severos y 35% refieren altos niveles de ansiedad. Además, se ha descrito que las mujeres obesas tienen mayor probabilidad de tener intentos de suicidio que las no obesas. Recomendaciones de hábitos de vida   saludables para la alimentación El control del peso corporal se consigue ajustando los ingresos al gasto calórico. Para el mantenimiento de dicho equilibrio entre la energía que se aporta al organismo y la que éste consume, hay que establecer, como una de las medidas principales, unos patrones dietéticos apropiados para evitar las ganancias de peso, pero al mismo tiempo, para mantener un funcionamiento óptimo del organismo. Se podría considerar que la dieta es la piedra angular del tratamiento de la obesidad, entendiendo por dieta una orientación nutricional diferente según cada paciente. Así es importante, la forma de comer, la cantidad y el tipo de alimentos a consumir, el modo de distribuirlos a lo largo del día... Es decir, la popularmente conocida como “dieta equilibrada”, tan comentada en los últimos tiempos, tan de moda actualmente y que en la práctica requiere de todo un aprendizaje en alimentación y en nutrición. Por ello, hoy día sería más afortunado hablar de “normas alimentarias” o también “hábitos alimentarios”, que no es ni más ni menos que un plan estructurado, pero abierto, encaminado a reducir el aporte energético. Dado el importante papel que tiene la alimentación para conseguir una pérdida de peso, o al menos para evitar ganancias del mismo, se podrían sugerir algunos consejos dietéticos prácticos, útiles y más o menos fáciles de llevar a cabo a la hora tanto de prevenir como de tratar el sobrepeso o la obesidad. Consejos nutricionales Elegir alimentos con poca grasa. Moderar el consumo de carnes rojas y aumentar el de pescado. Consumir frutas, verduras y hortalizas en abundancia. Beber agua, entre 1,5 y 2 litros diarios. Limitar el consumo de alimentos fritos, rebozados o cocinados con excesiva grasa. Serán de elección los alimentos cocidos o a la plancha. Consejos conductuales Repartir la alimentación en 5 comidas: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena. Comer despacio y masticar muy bien los alimentos. Comer sentado y en compañía. Nunca se debe saltar el desayuno, ya que un ayuno prolongado favorece la activación de mecanismos de almacenamiento de grasa. No se debe picar entre horas. En su caso, cuando se tenga hambre, se debe disponer de alimentos de bajo contenido calórico (por ejemplo, una manzana), o realizar alguna actividad que ocupe tiempo y atención disipando así la idea de comer. Consejos psicológicos Utilizar platos pequeños y extender la comida en ellos. Intentar ser creativos en la cocina, utilizar condimentos que den a los platos un olor, sabor y colorido agradables, evitando así la monotonía. Planificar de antemano lo que se va a comer, y preparar las comidas cuando no se tiene hambre. Ir a la compra con una lista cerrada de productos. No debe existir una lista de prohibiciones y de obligaciones, sino una información detallada de la forma de comer. El ejercicio físico y sus beneficios El ejercicio físico es la segunda piedra angular del tratamiento del sobrepeso y la obesidad y en la mayoría de los pacientes la dieta sola consigue escasos beneficios a la larga si no va acompañada de un ejercicio físico moderado pero constante. Este nos aporta los siguientes beneficios: Reduce la masa grasa. Cuanto mayor sea el peso, se gastan más calorías para el mismo tiempo empleado en el desarrollo de la actividad física. Disminuye la morbí-mortalidad por todas las causas, por lo que aumenta la esperanza de vida. Modera la presión arterial, aumenta los niveles de HDL-colesterol y disminuye los triglicéridos. Mejora la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de glucosa. Puede aumentar la masa muscular corporal y con ello en algunas ocasiones se puede producir incremento de peso, aunque disminuya el volumen corporal. Mejora la función articular y la densidad ósea. Mejora la capacidad cardiorrespiratoria. Tiene efectos psicológicos positivos, ya que el ejercicio produce confortabilidad, reduce la ansiedad y ayuda a controlar el estrés. Conclusiones La obesidad es algo más que un problema estético. Está considerada una enfermedad en sí misma causante a su vez de muchas otras: hipertensión, diabetes, colesterol, dificultad respiratoria, estreñimiento, artrosis, gota, etc. por no mencionar una menor perspectiva de vida e incluso trastornos psicológicos. Perder peso es, por encima de todo, una cuestión de salud y por ello debe conseguirse de forma gradual. Una pérdida excesivamente rápida no es sana ni realista. Dado que la obesidad es la enfermedad metabólica más frecuente en el mundo occidental y su evolución es imparable, habiéndose convertido en la epidemia del siglo XXI, es lógico pensar, que la única manera de evitar su progresión, sea establecer las medidas preventivas que impidan su evolución. Es decir, que resulta más fácil y menos complicado PREVENIR que tratar esta enfermedad. Habría que comenzar por la labor educativa, por enseñar desde pequeños a los niños a conocer los alimentos que les podrían perjudicar a corto, medio y largo plazo, al igual que aprender cómo algunos alimentos pueden ser sustituidos por otros de menor valor calórico y más saludables. Para reducir peso es necesario un tratamiento integral, que garantice una pérdida a largo plazo y de forma progresiva, teniendo en cuenta todos los factores implicados: grado de sobrepeso, tipo de alimentación, nivel de actividad física, motivación para cumplir el tratamiento, etc. Los profesionales de las Oficinas de Farmacias, por su contacto directo con la población, juegan un importante papel a la hora de colaborar con las personas con sobrepeso en la identificación y modificación, de forma paulatina, de patrones de vida que pueden desencadenar en obesidad, así como en el cumplimiento de su tratamiento y finalmente, en la orientación y pautas a seguir para alcanzar los objetivos propuestos de reducción y/o mantenimiento del peso corporal, a través de unos hábitos higiénicos y dietéticos adecuados y a ser posible, individualizados a cada tipo de paciente. El sobrepeso requiere un tratamiento multifactorial individualizado para cada persona, que abarque los siguientes ámbitos: alimentación equilibrada con bajo contenido en grasas, incremento de la actividad física, atención médica para descartar que el exceso de peso sea secundario a un problema que precise tratamiento, en cuyo caso es el médico quien deberá diagnosticar y tratar a la persona, y apoyo psicológico en aquellos casos que se estime necesario. Ya se ha destacado la importancia de la alimentación en el control del sobrepeso. No obstante, además de las medidas dietéticas, hay que adquirir otra serie de hábitos, o por qué no llamarlo “costumbres”, que resultan igualmente favorables para la salud de nuestro organismo desde todos los puntos de vista, lo que implica, por supuesto, el control del sobrepeso, como es la práctica de ejercicio físico de forma regular, el mejor aliado para prevenir la obesidad y mejorar la calidad de vida. Además de ayudar a perder peso y a mantener el que se haya perdido, disminuye el estrés, ayuda a conciliar el sueño, aumenta la fuerza física y la autoestima, disminuye la masa grasa y aumenta el consumo energético, psicológicamente sirve como desahogo emocional, disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular, mejora los niveles de colesterol de alta densidad (que es el que protege a las arterias de la arteriosclerosis). Desde el punto de vista nutricional, hace más eficientes los procesos bioquímicos, con una mejor utilización de los azúcares, las proteínas y las grasas. Es imprescindible complementar la dieta con ejercicio físico adaptado al estado de cada individuo teniendo en cuenta la edad, el grado de la misma, sus preferencias, etc. No es necesario acudir a un gimnasio; se puede practicar un ejercicio que le sea agradable y variable si le apetece, buscando un sitio cómodo para practicarlo. También se puede, para aumentar la actividad física, pasar de utilizar el ascensor o las escaleras mecánicas subiéndolas a pie, apearse del autobús dos o tres paradas antes o habituarse a pasear durante 45 minutos al día.

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