Apertura de fronteras, controles aduaneros, orden en el tráfico de personas y mercancías. El
presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el rey de Marruecos, Mohamed VI, han sellado un acuerdo histórico para dotar de dignidad a los pasos de Ceuta y Melilla. No hay una fecha concreta, pero sí un compromiso. Ese es el de permitir la entrada y salida de personas -abortada desde hace dos años- y, he aquí la gran diferencia, también de mercancías. La ciudad autónoma carece de aduana comercial, sí la tuvo
Melilla. Esta última cerrada en el inicio de la crisis más dura con
Marruecos; la de Ceuta convertida en una aspiración y cuya ausencia dio pie a un gran desorden paliado con la apertura de pasos paralelos como el ubicado en las naves del Tarajal, cuya efectividad también fue anulada por Marruecos al rechazar la entrada de mercancía cargada primero a las espaldas y arrastrada después en carros por las porteadoras. Sánchez no solo ha participado en la ruptura del ayuno con Mohamed VI en presencia del hijo y hermano de éste, sino que además ha hecho noche en Rabat, algo que no se recuerda en otros presidentes de gobierno. No se trata de una cumbre cualquiera. Se trata de un acuerdo que pone fin a los recelos y a los
momentos más duros de la crisis que tuvo episodios extremos como el de mayo de 2021, cuando Marruecos escenificó el peor de los chantajes arrojando a miles de personas, entre ellos muchos niños, a cruzar los espigones fronterizos de Tarajal y Beliones. Aquello no solo obtuvo el rechazo de España, cuyo gobierno había incurrido en equivocados gestos diplomáticos previos, sino de toda Europa, unida en bloque en la defensa de la
frontera sur y de la integridad territorial de Ceuta y Melilla. Aquella crisis de mayo era la puntilla a periodos de conflictividad como el ocurrido meses antes con el experimento de dejar, una tarde de domingo, que cientos de marroquíes se arrojaran al agua por el espigón del Tarajal sin oposición alguna de los agentes de fronteras. Era el aviso. Antes se había provocado un auténtico caos a pie de frontera con cierres decididos por Marruecos, avalanchas, muertes de porteadoras. Nada funcionaba. La pandemia provocó el cierre de unos pasos y provocó la anulación de relaciones entre ambos países. Poco más de dos años después se confirma su apertura. Se sabe que será gradual. ¿Esto qué significa? En los próximos meses se irán conociendo detalles. Primero se pondrá en marcha un grupo de trabajo para conseguir el modelo de frontera que se quiere tener. Las delegadas del Gobierno de Ceuta y Melilla, Salvadora Mateos y Sabrina Moh, ya se reunieron para enviar a Madrid el documento del paso fronterizo al que aspiran. Ambos están en obras. El de Ceuta más adelantado que el de la ciudad hermana. Hay recelos de la Policía y de la Guardia Civil a que se abran sin garantías. Por eso desde Delegación se mantiene que la funcionalidad de Tarajal debe ser progresiva, cuando todo esté listo. Las fuerzas de seguridad proponen junio: mes en el que estaría finalizada buena parte de la obra, con sus controles sobre personas. Buscan seguridad. Esa apertura gradual comprometida supondría ir permitiendo, primero, la entrada y salida de trabajadores transfronterizos con documentación, lo que aliviaría las bolsas de pobreza que se registran en el norte y la queja de los que quedaron atrapados en Ceuta. ¿Y qué hay de una aduana comercial? El Gobierno de España no ha confirmado como tal ese término, pero sí ha hablado de normalizar el tráfico de mercancías. La cuadratura del círculo debe resolverse de inmediato. En el norte de Marruecos se han asentado superficies comerciales mientras en Ceuta la capa empresarial también mira a desarrollos no solo en el sur peninsular sino también en el vecino país. La clave está en la fórmula que se implante y en el tiempo que llevará. Mientras, lo que se quiere conseguir es un tráfico digno, alejado del tercermundismo que rodeó otras épocas. La cuenta atrás comenzó para plasmar un escenario bien distinto al conocido.