El pasado viernes, 1 de diciembre, debatimos sobre este libro en el club de lectura de la biblioteca pública Adolfo Suárez. Se desarrolló un intenso, rico y diverso intercambio de opiniones, hacía tiempo que no recordaba uno así. Eso hace grande a nuestro club, nos enriquece con las distintas aportaciones de las personas que lo integramos, es como leer de nuevo el libro con muchos ojos diferentes.
Se trata de una novela corta, 144 páginas, escrita por una autora francesa, Violaine Bérot (1967), licenciada en Filosofía, emigrante de la vida urbana hacia la montaña, en los Pirineos, y del ejercicio de la informática a la cría de cabras; la traducción es de Pablo Martín Sánchez, escritor español, autor de la magnífica novela “El anarquista que se llamaba como yo” (Acantilado, 2012).
En cuanto a su estilo hay que destacar la singularidad en que se desarrolla la trama, en sucesivos diálogos con respuestas explícitas a preguntas que deben intuirse de las primeras. La narración se va construyendo, de forma coral y polifónica, a partir de las declaraciones de distintos protagonistas de la historia… salvo la del personaje central, denominado como “el oso”, “el Gran Mudito”, a él no le preguntan, se limitan a …
Otra seña de identidad de la narración consiste en intercalar, entre los diálogos, canciones de un coro de hadas, que aportan mucho a la historia: “Nosotras las hadas que del mundo de abajo tantas cosas podríamos contar…Nosotras las hadas vemos en el mundo de abajo encerrar entre cuatro muros a los que se salen del rebaño los extraviados…Encerrarlos por su bien dicen ellos…”
Pero vayamos al fondo, pues raras veces pocas páginas explican tanto. La novela puede leerse como una contundente denuncia social, a mitad de camino entre el género negro y la fábula, sobre cómo se estigmatiza la diferencia, ejemplificada en “el oso”, un joven con un físico fuera de lo normal, con una gran fuerza física, solitario, inadaptado, con limitaciones para la comunicación oral, con una muy buena relación con su madre y, sobre todo, con lo que parece ser un don para curar animales: “Y pensar que ese tipo supuestamente retrasado era el que lo había vuelto tan viril, tan buen toro…”.
Un joven al que, siendo niño, se le excluyó de la escuela y fue objeto de burla por sus compañeros (ahora llamaríamos acoso escolar o bullying) debido a sus diferencias: “Tenía auténtico miedo. Lo tenía sentado al final de la clase, completamente solo… así lo habíamos acordado con los demás… Si lo dejábamos al final de la clase, solo, si nos olvidábamos de él, todo resultaba más sencillo…” a la madre se le ofreció su ingreso en un programa, “el que suele aplicarse en estos casos…”
"La novela invita a una reflexión sobre el concepto de normalidad, sobre cómo son tratadas las diferencias y a las personas diferentes"
La novela invita a una reflexión sobre el concepto de normalidad, sobre cómo son tratadas las diferencias y a las personas diferentes, cómo se reacciona, las formas de relación con ellas y qué consecuencias se pueden derivar de todo ello. La dialéctica mundo urbano frente a mundo rural (la novela se desarrolla en un contexto de montaña) es otro eje importante de la narración, influyendo estas perspectivas en cómo se entienden y se afrontan las diferencias.
La violencia contra la mujer y sus consecuencias en bebés frutos de ella también ocupa un lugar destacado, ejemplificada de manera rotunda en la declaración de una de las protagonistas, la farmacéutica del pueblo. Aunque no se concreta el tiempo de la narración, el ambiente que se recrea y alguna señal explícita, nos hacen pensar que se trata de momentos recientes. Sí se concreta el espacio: un pueblo aislado en montañas francesas, en el valle de Ourdouch.
Los caprichos del calendario han querido que la lectura de la novela y la reunión del club hayan coincidido con el desarrollo de la V Semana de la Discapacidad y Accesibilidad Universal, organizada por el IMSERSO, la Ciudad Autónoma de Ceuta y la Facultad de Educación, Economía y Tecnología; de entre las ricas y diversas actividades del programa, quiero destacar la proyección de un magnífico documental, Normalización e Inclusión: las dos columnas de Hércules, ¡no podía haber un título mejor! dirigido por el profesor Antonio García Guzmán, en el que se realiza un amplio y diverso recorrido sobre la atención a la diversidad; unos cien minutos en los que intervienen unas setenta personas, repletos de experiencias, vivencias, recursos, actuaciones, reivindicaciones… que ponen de manifiesto todo lo que se hace en este ámbito en nuestra ciudad y nos recuerda el camino que queda por recorrer.
Afortunadamente, hemos avanzando mucho desde entonces, lo que nos ha hecho una sociedad mucho más humana, más integradora y respetuosa con la diversidad. Sin duda, queda seguir avanzando más en ese camino que nos conduce a la normalización y a la inclusión, a las columnas de Hércules del siglo XXI, erradicando situaciones como la denunciada en la novela: “Mientras a los extraviados entre cuatro muros encierre… Durante todo el tiempo que dure semejante despropósito…”
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