Un plan bloqueado y bajo críticas
La historia de la futura residencia del Santo Ángel tiene mucha miga, y buena parte de ella sustentada en los enfrentamientos que en torno a esta inversión han mantenido populares y socialistas. Corría el año 2006 cuando el que fuera delegado del Gobierno, Jenaro García Arreciado, anunciaba la inversión vendiéndola como garante del estado del bienestar. Por aquel entonces, el mandatario de la plaza de los Reyes avanzaba la inmediata puesta en marcha de una obra que, finalmente, ha echado a andar cinco años después. Tras aquel anuncio llegaron las discrepancias ya que durante varias entregas de los Presupuestos Generales del Estado no se incorporaron partidas para garantizar la viabilidad del proyecto. Ambos partidos pretendían hacer suya la obra, publicitándola como inversión nacida bajo las siglas correspondientes. Complicaciones en cuanto a la titularidad del suelo, trámites plenarios y políticos para que se pudiera trabajar finalmente sobre la parcela han dado pie a que ya se pueda iniciar esta construcción.
La obra se enmarca además en una revitalización de toda la zona del Hacho-Valdeaguas tras la reforma del parque de San Amaro, la construcción del parque de Santa Catalina con la recuperación de las infraestructuras militares cercanas y el inicio de esta residencia destinada a los mayores.
“No queremos que ésta sea una residencia de mayores cerrada”
Lo dijo el día de la presentación del proyecto el responsable de la fundación Gerón, Antonio Aguilar: “No queremos una residencia cerrada, en nuestra experiencia en varias comunidades autónomas el modelo es el mismo, no podemos contentarnos con las 120 plazas residenciales ni las 30 de Estancia Diurna. Queremos dar respuesta a más personas aunque no queden dentro del centro”. ¿Qué hay detrás de estas palabras? Los deseos de que la futura residencia de mayores pueda prestar otros servicios de atención a los beneficiarios que vayan más allá de la acogida y tratamiento. La fundación, incluso, se plantea ampliar el potencial de esos beneficiarios hasta los cuatrocientos. De hecho Aguilar valora la posibilidad de que se trate de un centro “abierto” al resto de la ciudad, en el que se puedan desarrollar actividades complementarias como talleres par los cuidadores de las personas mayores con dependencia, por ejemplo. Se estudia además la posibilidad de que algunas plazas sean para discapacitados intelectuales.
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