Durante demasiado tiempo están negociando las Comunidades Autónomas y el Gobierno de la Nación sobre el reparto geográfico de Menores no Acompañados (MENAs) y por supuesto la dotación económica que esto conlleva para atenderlos debidamente. Ni que decir tiene que esos Menas provienen sobre todo de Ceuta, Melilla y Canarias.
Según la prensa, Ceuta acogerá en 2025 a unos 500 Menas, lo que supondrá un gasto total de 22 millones de euros, una parte importante a cargo de la propia ciudad de Ceuta. En definitiva, que cada menor no acompañado costará unos 2.310 euros por mes. Todo muy bien para que esos niños que escapan de su país estén debidamente atendidos en España en general y en Ceuta en particular.
Sin embargo, lo que me parece extraño en este asunto es que cuando se reúnen los políticos para abordar este tema de la inmigración, se negocie sobre el número de Menas por regiones (excepto algunas) y sobre el presupuesto para transferir a las Comunidades o Ciudades Autónomas, pero no se trata de un tema que me parece capital. Sería modificar la legislación nacional y negociar con Marruecos la posible devolución a sus hogares familiares de esos niños, pero con garantía por España de manutención, tutela y sobre todo formación en centros adecuados, para que cuenten con el conocimiento de un oficio reconocido y así puedan encontrar trabajo al completar su mayoría de edad.
Incluso, la Unión Europea podría intervenir en Marruecos colaborando con España para que los jóvenes descritos tuvieran la oportunidad de aprender ese oficio que incluso les permitiría más adelante emigrar regularmente a Europa con preferencia, dados los antecedentes que constarán en sus historiales. Porque tratando de presupuestos, el europeo Fondo de Asilo, Migración e Integración (FAMI) dispone de un presupuesto importante que podría contribuir en el proyecto, invirtiéndolo en Marruecos. Y es que entre los fines del citado FAMI está “colaborar en la lucha contra la inmigración irregular, mejorando el retorno a los países de origen”.
La iniciativa sería favorable para Marruecos, aparte de la inversión en su territorio, porque le evitaría la mala impresión que producen miles de niños huyendo de su propio país. Y favorable para España que daría en nuestro vecino del sur una imagen directa muy positiva, pudiendo contar con la intervención y control de sus propios Centros de Enseñanza, Instituto Cervantes, Consulados y Embajada.
Por supuesto, no se trataría de suprimir de inmediato el actual sistema de asistencia a Menas, sino tan solo de meditar con urgencia sobre otras posibles soluciones a este problema migratorio que obtuviera mejores resultados prácticos, también para sus propios protagonistas.
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