Según el diccionario de la Real Academia Española en su primera acepción, la palabra República significa “organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un periodo determinado”. En resumidas cuentas; que en lugar de ser hereditaria y vitalicia -monarquía-, la Jefatura del Estado se convierte en elegida y temporal –república-.
Habida cuenta de lo anterior, resulta evidente que la orientación política de una república depende exclusivamente de la decisión de los electores, bien por voto directo, bien a través de sus representantes en el Parlamento.
Sin embargo, vengo observando cómo en nuestra nación hay personas que, con solo oír la palabra “república”, levantan automáticamente el puño, símbolo del izquierdismo menos moderado, como si lo uno fuese consustancial con lo otro. Nada más alejado de la realidad, pues es evidente que en el mundo hay repúblicas de todos los colores políticos. Hoy día, por ejemplo, no puede decirse que el Presidente Trump sea un símbolo de la izquierda, o que en Francia lo sea Macron, un centrista puro.
Soy hijo, y a mucha honra, de un Alcalde republicano de Ceuta. Manuel Olivencia Amor militaba en el partido a cuyo frente estaba Lerroux, cuyo programa, centrista, preconizaba la sustitución de la monarquía por una república. En 1934, Lerroux llegó a presidir el Gobierno con el apoyo de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por Gil Robles, quien, pese a ganar las elecciones, no se atrevió a gobernar en solitario y ni siquiera a ocupar dicha presidencia, ante la fuerte reacción contraria de los partidos de izquierdas.
"Mi padre dimitió como alcalde republicano al verse fuertemente contestado por los concejales de izquierdas"
Mi padre fue candidato a concejal por una coalición que formaban su citado partido y el PSOE (hoy día, algo así como Ciudadanos y el partido socialista) en las históricas elecciones municipales del 14 de abril de 1934. Elegido Alcalde cuando Sánchez Prado pasó a ser Diputado por Ceuta, no permaneció mucho tiempo en el cargo, pues dimitió al verse fuertemente contestado por los concejales de izquierdas, que lo acusaban (así consta en las actas del Pleno) “de estar llevando a cabo una política moderada” y de “derechizar el Ayuntamiento”. Al parecer, la moderación, una virtud deseable en todos los aspectos, y muy especialmente en política, era algo que no podían soportar sus adversarios.
De cualquier modo, el hecho de haber sido Alcalde republicano le ocasionó más tarde serios problemas. Pasó por ser depurado, y obra en mi poder un oficio de fecha 4 de enero de 1956, firmado por el entonces Comisario Principal Jefe de la Policía en Ceuta, Jaime Neila, en el que le comunicaba la cancelación de “los antecedentes desfavorables de carácter político que obran en su expediente”. Nada menos que veinte años después del inicio de la Guerra Civil. En este caso, como en el anterior, ser moderado le sirvió de poco. Y eso que llegó a Teniente honorario del Cuerpo Jurídico del Ejército. Hace solo unos años, cierto aprendiz de periodista preguntó a Paco Sánchez Montoya, experto en la historia local de aquel entonces, si sabía por qué no habían fusilado a mi padre. Pasado tanto tiempo, ya eran ganas de fastidiar a la familia.
Volviendo al tema de inicio, república, pienso que ese alzar automático de puños que mencionaba debe conectarse con el papel que desempeñó el gobierno republicano frentepopulista durante la Guerra Civil. Lo cierto es que dicha contienda no se inició contra la república en sí, sino contra el citado gobierno.
De hecho, Franco concluyó el discurso que pronunció en julio de 1936 desde el balcón del ya desaparecido edificio militar que hubo junto a la iglesia de Ntra. Sra. de África con un "¡Viva la República!". A la postre, todo se reducía, esquemáticamente, a una guerra entre “facciosos” o “fascistas”, “fachas”, por un lado, y “rojos” por el otro, según eran popularmente conocidos cada uno de los bandos por el contrario.
Hasta tal punto se llegó a implantar en el bando del gobierno lo del puño, que se sustituyó el tradicional saludo militar consistente en llevar la mano extendida a la gorra, efectuándose dicho gesto con el puño cerrado.
"Esa amalgama de confusas ideas está dando lugar, a estas alturas, a una evidente confusión de muchos españoles, convencidos de que la república equivale a un sistema de gobierno propio y privativo de la izquierda"
Entre eso y la añoranza por la difunta URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) pienso que toda esa amalgama de confusas ideas está dando lugar, a estas alturas, a la evidente confusión de muchos españoles, convencidos de que república equivale a un sistema de gobierno propio y privativo de la izquierda. Un error garrafal de aquellos a los que suelo definir como “generación de los nietos” y que, por lo que sé, nadie ha tratado de rectificar.
Fue precisamente mi padre quien, en ausencia de Sánchez Prado y como Alcalde interino, izó la bandera con la franja morada en el balcón del Palacio Municipal, si bien me consta por terceros, pues él nunca quiso hablar de política con sus hijos- que, pese a ser republicano, prefería la tradicional enseña roja y gualda
Mi padre, un republicano, pero sobre todo una gran persona, al que vi derramar unas lágrimas, emocionado, en el momento en que comunicaba a mi madre la noticia del fallecimiento de D. Alfonso XIII, el monarca destronado.
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