Los voluntarios de la Colonia Controlada Cas están “viviendo una pesadilla”, la que está acabando, de una forma cruel e “inhumana”, con la vida de algunos de los gatos que este grupo de personas cuida a diario de manera desinteresada y ‘robando’ horas a su tiempo libre.
Si hace unos meses, sus responsables denunciaban la desaparición de al menos nueve gatos, desde hace unos días sospechan que estas desapariciones pueden responder a los violentos actos de uno o varios desalmados que están acabando con la vida de los felinos.
Las sospechas comenzaron a tomar forma cuando el pasado viernes encontraron muerto a uno de los gatos de la colonia, al parecer, por los golpes provocados con algún objeto contundente. El terrible hecho se repitió hoy cuando otros dos felinos, uno de dos años de edad y otro con apenas cinco meses, al que llamaban ‘Ghost’, fueron encontrados con síntomas de haber sido golpeados violentamente. Su única culpa fue ser tan sociables que al buscar una caricia humana, se acercaron demasiado a la mano de un asesino que no tuvo reparos en acabar con su vida. “Están tan acostumbrados a las personas que cuando llegamos con el coche vienen a saludarnos y eso les ha costado la vida”, se lamenta uno de los responsables de la colonia que dice sentirse “impotente” ante esta situación. Al dolor por la pérdida de estos animales se suma su “indignación” porque la Administración “no toma las medidas oportunas cada vez que pasa algo. Nos dan pautas sobre cómo gestionar la colonia, indicándonos cuestiones que conocemos de sobra, pero no intervienen cuando pasan cosas tan serias como esta”.
A estos voluntarios ahora solo les queda la esperanza de que hechos como estos no vuelvan a repetirse y que “dejen vivir en paz a unos animales que no hacen daño a nadie”.
Las agresiones a estos felinos son muy habituales
No es el primer caso de maltrato que sufre la colonia. Uno de los gatos acogidos en esta zona autorizada por Sanidad recibió un fuerte golpe que le fracturó una rodilla y tuvo que ser intervenida. Otro fue agredido con un palo y sufrió una rotura de mandíbula, de la que nunca se ha recuperado ya que el animal no puede encajar totalmente la boca.
El último caso fue el del
felino que arrojaron al mar desde las escolleras y que fue rescatado por la Guardia Civil.