Colgados del techo

Es tal la desesperación de los inmigrantes por salir de Ceuta embarcando de forma irregular que les lleva a adoptar posturas marcadas por el riesgo.

La última, la que intentan vetar las fuerzas de seguridad: colgarse de los techos situados en la zona de preembarque para, cuando no son vistos, dejarse caer sobre los camiones y caravanas que pasan por el carril. De no acertar en la caída, pueden precipitarse desde una altura de más de 6 metros. El riesgo es evidente, pero a pesar de ello insisten en repetir una y otra vez esta técnica sabedores de que les ha resultado exitosa.
El modus operandi siempre es el mismo. Se acercan a la zona, esperan no ser vistos por las patrullas policiales, trepan hasta el techo y se quedan esperando, tendidos para no llamar la atención, hasta que pasa un camión. Después se dejan caer sobre el techo y repiten la misma postura esta vez encima del vehículo para, así, cruzar la zona de control policial sin ser vistos.
De esta forma ya se han colado varios inmigrantes. Algunos sobre los camiones que transportan los lodos de la EDAR después de romper los candados. Confían en que los controles no sean tan exhaustivos como para registrar la zona superior del vehículo. Desde el techo buscarán después la forma de colarse en otros huecos para entrar definitivamente en los barcos.
“Es todos los días, estamos desesperados”, indican agentes de la Policía del Puerto.
Una sensación que se extiende a las demás fuerzas de seguridad. Es tal el acoso existente que las patrullas terminan cayendo en la desesperación de saber que por mucho que intercepten a los inmigrantes nada podrá hacerse. “Son la mayoría argelinos, todos del CETI. Se les detiene y de la misma forma quedan en libertad”, explican.
Un paseo por el puerto sirve para confirmar, mediante fotografías, lo que está sucediendo. Si en los techos de la zona de preembarque sucede esto, las mismas escenas se dibujan en la estación marítima o en el área de embarque. Separados en grupos, corren detrás de los camiones, lo que ha generado cuantiosas críticas y quejas por escrito dirigidas al Puerto de la Asociación de Transportistas.
Cada patrulla por el puerto sirve para escenificar la mítica película de El día de la marmota. Siempre lo mismo: inmigrante llega, inmigrante ve camión, inmigrante se cuela entre los barrotes y busca la vía que le resulte más fácil para colarse. El punto y final a la película lo ponen las fuerzas de seguridad descubriéndolos o no.
Ese descubrimiento les puede salvar la vida. “Caer desde ahí es una muerte segura”, advierte un agente. Y lo dice a sabiendas. La pasada Navidad, un argelino terminó ingresado en la UCI al precipitarse desde lo alto del techo de la estación. Lo recogió la Policía Nacional, tras escuchar los gritos de auxilio. Había caído de esta altura sin que nadie lo hubiera visto, solo sus llamadas de atención marcadas por el fuerte dolor causado por los traumatismos sufridos fueron claves para que el CNP lo recuperara y trasladara rápidamente al Hospital.
Salvó su vida. Como la salvan los sin papeles que no tienen reparo alguno a jugar al gato y al ratón con las fuerzas de seguridad. Y lo hacen batiendo todo tipo de récord. La Guardia Civil realiza una media de diez detenciones diarias; en once meses han sido más de un millar de servicios los relacionados con estas prácticas. “En su amplia mayoría son argelinos”, explican. La presión, eso sí, es cada vez mayor. Tanto de adultos argelinos como de menores marroquíes.
La Autoridad Portuaria, preocupada por el efecto que esta situación puede tener no solo sobre el comercio de la zona (objeto de robos) sino también sobre el turismo y la propia seguridad, ha blindado varias de las zonas con concertinas, placas y tapiado de hormigón. Medidas que supuestamente iban a servir para paliar esta presión pero que han terminado siendo burladas por los propios inmigrantes.
Las concertinas las rompen, las chapas o bloqueos de nada sirven porque se buscan otras vías o se rompen esos topes. Cada día es una nueva alternativa para estos inmigrantes cuya única idea es la de llegar a la península como sea, aunque tengan que arriesgar su propia vida.
Si los servicios practicados por la Benemérita son llamativos, con más de cien intervenciones mensuales, la Policía del Puerto y la Nacional engordan esos números con sus propias salidas. “Lo que más nos desmoraliza es que podemos echar a uno de estos inmigrantes y al rato lo volvemos a ver otra vez intentándolo por otro lado”, explica un agente policial. Por colarse se han querido colar hasta en vehículos de la Guardia Civil que no habían identificado como tales.
A los argelinos se les han sumado hasta hace pocas fechas los sirios. Por contra, los subsaharianos, a quienes les están acelerando las salidas a la península, no forman parte del perfil.

Las claves

1 - ¿Por qué este problema? Los inmigrantes argelinos están esperando la resolución de sus peticiones de asilo. La respuesta tarda, mientras están registrados en el CETI y pueden estar libremente por la ciudad. Buscan así una salida rápida.

2 - Madrid lo sabe. La propia Delegación del Gobierno ha trasladado este problema a Madrid. Se intenta buscar soluciones para que la resolución de estos expedientes sea mucho más rápida, con lo que se acortarían plazos y se terminaría con esta picaresca.

3 - Inseguridad. Algunos transportistas han tenido problemas con la justicia después de habérseles encontrado inmigrantes dentro de sus vehículos. No obstante, es tal el conocimiento social que existe en torno a esta situación, que la propia Audiencia Provincial ha dejado claro en sus sentencias la posibilidad de que no haya implicación criminal de los imputados por supuesto tráfico de inmigrantes ante la presión real que existe.