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Colegios, ése es el problema

Se tensa la cuerda. Cada vez más. Educativamente hablando, Ceuta se ve desbordada ante una serie de problemáticas para a las que no parece haber respuesta. Curso tras curso. El alarmante índice de fracaso escolar, la elevada ratio, la carencia de nuevos centros que permitan corregir el déficit de puestos escolares, la pérdida de espacios para convertirlos en improvisadas nuevas aulas, la reducción de personal docente, la falta de entendimiento entre Administración y sindicatos y, por si fuera poco, los continuos robos de equipos informáticos en diversos centros. Preocupante
Las informaciones que esta semana publicaba nuestro diario ponen al desnudo un problema que no escapa a quienes tienen hijos en edad escolar. Desde hace muchos años no se levanta un colegio. La última edificación fue un instituto, el ‘Clara Campoamor’. Y si se construyó el nuevo ‘José Acosta’ fue ante la exigencia de abandonar la planta baja que el citado centro ocupaba en los bajos de la Facultad de Educación y Humanidades.
Es muy lamentable que en tantos años de bonanza los sucesivos gobiernos ignoraran por completo el problema. A comienzos del pasado curso, Aquilino Melgar, el anterior director provincial, era rotundo en nuestras páginas. “Como mínimo a Ceuta le hacen falta dos centros de Primaria y uno de Secundaria, y aún así no estaríamos para tirar cohetes”. Ni caso. Como tampoco tras la visita y las buenas palabras del ministro Gabilondo, que pronto se las llevó el viento.
Si bien es cierto que el Gobierno socialista hizo inversiones en Ceuta, no lo es menos que lo fueran “en nuevas tecnologías y no precisamente en colegios que era más necesario”, como señalaba el delegado del Gobierno a finales de año. En cambio, para la nueva prisión, sí que llegó el maná de los millones. La necesidad de un nuevo establecimiento penitenciario era evidente. Pero vistas las serias carencias en infraestructuras educativas, bien se pudo reducir ese proyecto, ya de por sí algo recortado al final, destinando una parte del dinero para la mejor de las inversiones, las destinadas a la educación.
A falta de nuevos colegios, los existentes avanzan hacia su masificación total, a convertirse en macrocentros. Es poco menos que una barbaridad que haya colegios con tres y hasta cuatro líneas. Como el recurso de suprimir gimnasios, tutorías u otros espacios donde ubicar nuevas e improvisadas aulas. “Barracones”, como gusta llamarlas nuestra incisiva Carmen Echarri. Es lo que hay. Y lo que se anuncia como probable en materia de construcciones –nada hay en firme– para centros como el ‘Mare Nostrum’, ‘Ortega y Gasset’ y ‘Príncipe Felipe’ desbordados cara al próximo curso.
Y, hablando de barracones o aulas de emergencia, la mente me traslada a aquellas microescuelas que, con urgencia, el Ministerio decidió levantar en los años sesenta y principios de los setenta, para atender las necesidades de escolarización de la época ante la falta de una adecuada red de centros capaz de absorberlas. Recuérdense, por ejemplo, las de Villa Jovita, Erquicia, Orgaz, Benzú, Varela, Príncipe Alfonso o Manzanera. ¿Volvemos a las soluciones de casi medio siglo atrás? O el recurso a aulas en régimen de desdoble, mañana y tarde, o al desvío de alumnos a otros centros menos masificados. Todo podría ser si los recortes llegaran a frenar el dinero para las nuevas unidades.
La dependencia y la lejanía de Madrid propician el olvido y el desconocimiento secular de la problemática educativa y de la realidad de Ceuta y Melilla. Y así nos va. Sin que uno reivindique competencias en esta materia como las demás autonomías, algo disparatado por muchas y poderosas razones, habría que ir hacia esa especie de cogestión o de cierta autonomía en determinados aspectos puntuales que permitieran avanzar de alguna forma ante tantos problemas que se plantean. Como los propios referidos al profesorado, que han puesto en pie de guerra a los sindicatos.
Denuncia la Junta de Personal docente que asistimos a “un auténtico desastre, a un absoluto caos, con decisiones absolutamente autoritarias, sin fundamento pedagógico”. Piden “un trato equiparable al que tienen los docentes del resto de las comunidades autónomas”, al tiempo que se preguntan qué fue del proyectado Grupo de Trabajo descentralizador para Ceuta y Melilla, que propiciara competencias de las que carecen sus respectivas direcciones provinciales.
Y miren por donde,  y a propósito, este ratón de hemeroteca tira de lo que dijera en su visita, hace ahora un año, Xavier Gilbert, el director general de Evaluación y C. Territorial: “Los sindicatos de Ceuta están desesperados porque han comprendido que este Ministerio va a mejorar la educación en la ciudad”. De risa. Y así le fue al buen señor que, dos semanas después, dejaba el cargo. Y así nos va también en materia educativa a ceutíes y melillenses. Se suceden las administraciones y aquí nos dejan con nuestros enquistados problemas de siempre.

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