A pocos meses de conmemorarse el octogésimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial (8/V/2025), no es sencillo glosar en pocas líneas el galimatías del panorama geopolítico que subyace, mostrándonos hasta qué punto puede complicarse aún más. En pleno hervor que no cesa de la guerra de Ucrania, con un frente ucraniano arduo de conservar y la fuerza rusa vigorizada por China, Corea del Norte e Irán; o el contexto del combate entre Israel y las zonas palestinas de Gaza, así como contra los grupos pro iraníes de Hamás, Hezbolá y los Hutíes, donde Israel define su territorio pretendiendo no extraviar sus extensiones de control estratégicas, como la embocadura al Mar Rojo y los altos del Golán, faltaba otro ingrediente en este cóctel explosivo como es el de la caída del régimen de Bashar al Asad (1965-59 años) en Siria.
Obviamente, a día de hoy, no se pueden admitir las pesquisas simplistas de estas anomalías que se lanzan por diversas vías. Dicho esto, el desplome de al Asad deja su hegemonía a merced de yihadistas sunníes, que una vez tomadas las riendas del poder flirtean a la distracción con recados ilusos, mediando por la economía global y el libre mercado, así como por el comedimiento de los derechos humanos. En tanto, Turquía coge músculo, Irán disipa su influencia y capacidad de respaldo a Hezbolá; e Israel no le renta la autoridad de yihadistas sunníes. Si bien, valiéndose de la merma de Rusia sumida en la guerra de Ucrania, podría ver amenazadas sus bases navales y aéreas en la costa de Siria. Y en este caos farragoso no hay que soslayar que Oriente Próximo es un área geográfica repleta de petróleo y gas. Luego, los juegos de poder y control son letales de necesidad, donde fuera como fuese, se ambiciona asfixiar al otro.
En paralelo, aumentan las corrientes políticas euroescépticas e identitarias en una Unión Europea (UE) salpicada de oleadas de inmigración incontroladas. Y al margen de lo antes aludido, con unos métodos económicos y financieros que pueden perturbar la hechura de sus residentes. A decir verdad, los tambores de guerra que se oyen en numerosos territorios tampoco favorecen un mínimo atisbo de estabilidad. Además, en atención con sus revelaciones dadas, la nueva administración de los Estados Unidos trajina para componérselas en el cómo y cuándo finiquitar la guerra de Ucrania y los principales conflictos que desarticulan Europa y Oriente Medio.
Los creíbles pactos han de ser explorados hasta la saciedad y remediar los conflictos de manera inmediata, admitiendo cuantas vicisitudes y circunstancias afloran bruscamente. No se puede temporizar las intensificaciones de tensión bélica y mucho menos, intimidaciones nucleares. Ciertamente, nos atinamos en uno de los capítulos de la Historia más difícil e irresoluto. La concurrencia e intercalación de una cifra, por otro lado insólita, de disyuntivas y crisis en un período tan breve de tiempo, se cataloga como el preámbulo de sacudidas geopolíticas que nos fuerzan al borde del precipicio.
La cadena de dilemas a los que queramos o no queramos, nos resistimos, llámense la volatilidad extrema o la inestabilidad, la proliferación del extremismo sin escrúpulos, el esparcimiento del populismo y el enflaquecimiento de la democracia como sistema, concretan, hoy por hoy, una combinación resbaladiza hasta cotas insospechadas, tanto que la alarma de implosión a tenor de la Segunda Guerra Mundial (1-IX-1939/2-IX-1945), con sus luces y sombras, podría no tener rectificación al comprobarse incompetente de generar cambios y mucho menos de encarar con garantías, metafóricamente, a estos jinetes del Apocalipsis que lo han encaramado al filo del jaque mate.
Por supuesto, nos atinamos ante un marco por entero inconcebible y que a pesar de sus parecidos con otras coyunturas críticas, engloba componentes incógnitos que lo hace mucho más angustioso.
Sin ir más lejos, el desenvolvimiento de la tecnología que ha de persistir al servicio y bajo la inspección del ser humano eludiendo su protagonismo autónomo. No me refiero a excluir o condicionar la Inteligencia Artificial en sí, sino de conservarla supeditada a la voluntad las personas. Asimismo, existe una proporción progresiva de investigaciones que han hecho repiquetear los sobresaltos sobre el impacto perjudicial de las redes sociales y la inmediatez espacial o temporal de la opinión sobre la suerte que corre la democracia y el devenir del sistema.
"La propagación de los populismos, el radicalismo y la astenia de la democracia, entre algunas de las variables intervinientes más acusadas, nos yuxtaponen a la adversidad de una implosión del sistema aflorado tras la Segunda Guerra Mundial"
En este sentido, hemos contemplado como el populismo que no despunta en el siglo XXI, pudo ser reducido o al menos dominado en el siglo XX y aún hasta hace algunos años. No obstante, origina profunda indignación identificar como ese populismo asfixiante y arbitrario se propaga más allá de las comunidades menos avanzadas, que continuamente ha sido su caldo de cultivo y se enraíza en las democracias más tradicionales y otras más consolidadas.
Curiosamente, a pesar de su engañosa espontaneidad y del optimismo inicial con el que lo absorbemos, las redes sociales se han erigido en la más poderosa ruta o sendero, e incluso en la resultante de esa inoculación masiva de los populismos.
En este momento, el entresijo de la democracia comienza con el descrédito de algunos políticos que no se encuentran a la altura de los hechos y de golpe la mugre se prolonga a gran parte de la clase política, cuya calidad y solvencia marchan en declive. Lo cierto es, que antes de que queramos advertirlo la depravación del desprestigio toca techo en las entidades. Primero, a los poderes ejecutivo y legislativo y cuando, más pronto que tarde, en el momento que alcanza al poder judicial, el sistema se desintegra. En los gobiernos parlamentarios el trance es sincrónico y en los regímenes presidenciales repetido. Así, una democracia falta de contrapesos y empobrecido el lustre de sus organismos, termina claudicando a su propia legitimidad y es desplazada por sistemas autocráticos que menosprecian los valores más valiosos que la definen.
La competitividad geopolítica hace que el tridente de la comunicación, junto a la comprensión y el recato de las líneas rojas sea fundamental para evitar conflictos entre las grandes potencias. En la inexistencia de este patrón de deferencia diplomática, los indicios de la escalada se transforman en argumento de justificación y reflexión. En torno a los puntos calificados como críticos en Europa, Asia Oriental y Medio Oriente, los líderes toman cartas en el asunto para plantarse con antelación ante de llegar a las líneas rojas, aunque éstas son cada vez más vagas: una fórmula antigua para deslices de cálculo.
Igualmente, los antagonismos geopolíticos telegrafían líneas rojas en el horizonte mundial. Los conflictos están cada vez más trabados por medio de coaliciones: traspasar una línea roja corre el peligro de desatar una convulsión encadenada. De este modo, no queda otra que no quitar ojo de los parámetros para detectar posibles anomalías en tres demarcaciones receptivas a las líneas rojas y probables desenlaces.
Primero, el viejo continente, donde la guerra de Ucrania ha apisonado diversas líneas rojas vaticinadas: invasión, transferencias de armas, transgresiones del espacio aéreo, crímenes de guerra y acometidas de largo alcance. Los quebrantamientos reincidentes y las muchas réplicas desensibilizan la concepción del riesgo, agrandando la pasividad al peligro e incitando a la ascensión para rehabilitar el desaliento. El escollo para las empresas es ser prendidas cuando antes en la próxima línea roja que se atraviese y produzca un gran desquite, como el desagravio asimétrico contra instalaciones críticas o militares en Europa.
Segundo, Medio Oriente, el síncope de las líneas rojas está espoleando el avance del conflicto entre Israel e Irán y sus actores regionales. Con el eje de resistencia fuertemente castigado y las irrupciones directas restablecidas, queda en el tintero saber si la escalada lleva fatalmente hacia la militarización o el reajuste del programa nuclear de Irán. Indiscutiblemente, esto induciría a ramificaciones en los mercados internacionales de la energía, así como en la economía y la estabilidad global.
Y tercero, Asia, las posiciones críticas que estuvieron implícitas y formaron parte de la Guerra Fría (12-III-1947/3-XII-1989), se avivan otra vez en la nueva Guerra Fría que inducen los expertos. El vaivén de un conflicto de peso es minúsculo, pero mucho más impredecible que tiempo atrás. Las maniobras militares en el Estrecho de Taiwán, o las pugnas demarcatorias entre las dos Coreas y las colisiones marítimas en el Mar del Sur de China, son más habituales y se aproximan a esas otras líneas rojas escondidas que tanto se repiten en esta disertación.
La fatalidad de una escalada como bifurcación de un infortunio o traspié de cálculo crece, incluso cuando las partes únicamente apelan al designio de perpetrar envites moderados. O conjeturando que se esquive un conflicto cambiante grave, las mini crisis pueden ser el producto de conflictos económicos disfrazados de duras sanciones, o restricciones comerciales y de inversión.
Otra de las líneas rojas no propulsoras encierra una encubierta progresión de sanciones occidentales contra mercados chinos por la ayuda de Pekín a Rusia, lo que se torna cada vez más aceptable conforme el conflicto en Ucrania se alargue. Idénticamente sucede con la India, uno de los mayores compradores de petróleo a Rusia. Con lo cual, las sanciones instigan a desagravios inmediatos contra las compañías y medios de distribución de abastecimiento occidentales y apremian las acciones de amortiguamiento de riesgos, desarticulación y variación de las mercados multinacionales.
Y cómo no, en Estados Unidos un Congreso extremadamente fraccionado ha rondado, erre que erre, con la línea roja de la inobservancia soberana, un contratiempo que, poco más o menos con seguridad, proseguirá durante la próxima administración. Ni que decir tiene, que la conciencia situacional geopolítica es crucial para tratar la exposición de las líneas rojas y los chascos estratégicos pendientes. Las empresas han de fijar que están distinguiendo en la lejanía de la extensión geopolítica otras líneas rojas que podrían librar cambios manifiestos en la palestra de los riesgos.
En base a lo desgranado anteriormente, en las próximas semanas y meses se sucederán acontecimientos que por su calado e inexactos resultados, pueden dejar si cabe, más socavado el orden mundial establecido.
Como es sabido, de aquí a pocos días Donald Trump (1946-78 años) será investido nuevamente presidente de Estados Unidos, designado sobre un programa que asegura ‘volver a poner el país en orden’. Se está a la expectativa que indague un acuerdo de alto al fuego entre Ucrania y Rusia, que coloque a Elon Reeve Musk (1971-53 años) y Vivek Ganapathy Ramaswamy (1985-39 años) al frente de una comisión presidencial para desalojar la burocracia gubernamental y que emita un programa de deportación masiva de inmigrantes ilegales, inspeccionado por Thomas Douglas Homan (1961-63 años) y que indulte a los agitadores que colaboraron en el asalto al Capitolio (6/I/2021).
También entre sus prioridades no hay que olvidar la exclusión de las regulaciones que limitan las perforaciones de gas y petróleo, la prescripción de aranceles y la superposición de recortes fiscales. La única constante que debería capitanear el mandato de Trump es la tonificación del ejecutivo y el rehúso de la separación de poderes. Esto comprendería la inhabilitación de la Ley de Control de Embargos de 1974, como advierten los fundadores del Proyecto 2025.
Tampoco ha de descartarse su voluntad de apartar a Estados Unidos del Acuerdo de París y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Amén, que estas iniciativas eran imaginadas, su expansionismo territorial es más asombroso, avisando con recobrar el control del Canal de Panamá y sus ínfulas sobre Groenlandia.
En Febrero los alemanes asisten a las urnas para las Elecciones Federales, según las últimas encuestas la CDU/CSU se emplazaría en primer lugar, seguida de la AfD. Las fuerzas políticas de la coalición gubernamental experimentan significativas pérdidas. Aunque las alianzas de coalición estribarán de materias decisivas como la guerra de Ucrania y la polémica sobre la contención de la deuda.
Marzo se iniciará vislumbrando el momento clave para el nuevo ejecutivo sirio, porque el encargo del gobierno de transición propuesto por el grupo HTS expira el día 1. Tras la fuga de Bashar al Asad a Moscú y la toma de Damasco por HTS, Mohammed al-Bashir (1983-42 años) fue designado primer ministro de un gobierno de transición. Y es que el hombre fuerte de Siria, el líder de HTS, Abu Mohammad al-Yulani (1982-43 años), de acuerdo con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU, ha indicado que las cuantiosas dificultades que afronta el estado hacían inalcanzable a corto plazo la celebración de elecciones y la composición de una nueva Constitución.
Es viable que una serie de obstáculos hagan disminuir el ritmo del proceso de transición y más adelante la recuperación de la nación. Aunque el régimen de Damasco ya es otro y el opresor parece haber perdido la autoridad, el nuevo gobierno no domina la totalidad del territorio: las fuerzas armadas israelíes ocupan más de cien kilómetros cuadrados en el suroeste; el norte es un campo de batalla entre milicias apuntaladas por Ankara y kurdos; Estados Unidos todavía dispone de dos mil soldados desplegados y los grupos terroristas resisten en el este.
En los primeros días de abril, Ruanda se convertirá en anfitrión acogiendo una cumbre sobre Inteligencia Artificial, centrándose en actuaciones establecidas para patrocinar que su tratamiento y ejercicio favorezca a las sociedades, economías y el medio ambiente, implementándolo en aras del interés público.
Posteriormente, mayo conmemorará el 80º Aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Polonia, la nación que se llevó la peor parte del conflicto bélico en correlación a su conjunto poblacional, se hallará en el centro de este hecho histórico. Como presidente del Consejo de la Unión Europea y bajo el distintivo “¡Seguridad, Europa!”, Varsovia trabajará por impulsar la defensa europea. Mismamente, en este mes es presumible que la OMS apruebe el acuerdo mundial sobre pandemias, el primero de esta índole para inspirar una mayor cooperación internacional.
A últimos de junio (24-25), los Países Bajos albergarán el encuentro anual de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), siendo la cumbre inaugural bajo la representación de Mark Rutte (1967-57 años) y la primera convocatoria de la Alianza desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca.
La demanda del gasto de defensa estará encima de la mesa, ya que en reiteradas ocasiones el mandatario estadounidense ha reclamado que no atenderá a los miembros que no sufraguen sus cuentas. Aunque se considera que los países comprometidos deben invertir el 2% de su PIB, esta cumbre podría facilitar la senda hacia otras miras. En su día, Rutte anunció literalmente que en un entorno geopolítico complicado, la cantidad del 2% era “en suelo y no un techo”. El cruce de valoraciones y razonamientos podría abrir una discusión formal sobre el incremento de al menos el 3% del PIB.
Entre tanto, aunque Kiev está decidido a integrarse plenamente en la Alianza Atlántica, su presidente ha destapado el tarro de las esencias sobre otras garantías de seguridad europea y norteamericana.
Una de estas alternativas pasa por enviar fuerzas de mantenimiento de la paz al terreno, pero hasta ahora ninguna nación aliada ha respondido al respecto. Tampoco ha de quedar en el tintero, que Francia y Costa Rica, liderarán del 9 al 13 de junio en Niza, la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos.
En julio y habiendo transcurrido un año del decreto de disolución de la Asamblea Nacional de Francia (9/VI/2024), el presidente Emmanuel Macron (1977-47 años) tendrá la oportunidad de disolverla otra vez, aunque algunos especialistas constitucionalistas presumen que la dispersión sería viable tan pronto como un año y un día más tarde del decreto previo.
Con disolución o no, la crónica política gala estará acentuada por la fluctuación en una Asamblea dividida. En ningún tiempo en la historia de la V República (5/X/1958) los gobiernos han sido tan fugaces, como el segundo mandato de Macron.
También en este mes se dará por iniciado el semestre de Presidencia danesa del Consejo de la Unión Europea y se conmemorará el 1700 Aniversario del Primer Concilio de Nicea (20-V-325/25-VII-325).
Por lo demás, en agosto se rememora el octogésimo aniversario de los bombardeos nucleares de Hiroshima (6/VIII/1945) y Nagasaki (9/VIII/1945). De la misma manera, si a partir del 1/I/2025 Brasil hace gala de la presidencia rotatoria de los BRICS y que a su vez, debería permanecer amplificando y robusteciendo su cooperación, el encuentro periódico del grupo se producirá en torno a este mes.
De hecho, nueve de estos estados (Bolivia, Uzbekistán, Tailandia, Indonesia, Kazajstán, Malasia, Bielorrusia, Cuba y Uganda) se han involucrado de lleno desde comienzo del año en las labores e intervienen en las sesiones extraordinarias de las cumbres y los encuentros de los ministros de Asuntos Exteriores. Se confía que la cabecera de los BRICS conserve la apertura del grupo a las naciones del Sur, renovando la inversión en la lucha contra el hambre, la pobreza y el cambio climático, así como proporcionando a los países en desarrollo la llegada de medicamentos y vacunas. Sin eludir, que una de las principales premisas de Rusia dentro de los BRICS es fomentar la integración al tiempo que des dolarizar de facto las economías del grupo, que es un fenómeno susceptible de ser revertido.
Avanzando en el tiempo, septiembre supondrá el retorno de consejos internacionales, como la 80ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en una situación en el que la capacidad de acción de los organismos multilaterales son puestos en evidencia tanto en Gaza como en Ucrania. Por ende, el segundo mandato de Trump aminorará todavía más el engranaje mundial: si el primero ha servido de algo, el multilateralismo selectivo y la preeminencia de los intereses americanos darán origen a un orden disconforme. Al igual que el Fondo Monetario Internacional formalizará sus reuniones, augurando un ascenso idéntico al año recientemente concluido. O séase, el 3,2%.
"A decir verdad, los tambores de guerra que se oyen en numerosos territorios de la aldea global tampoco favorecen un mínimo atisbo de estabilidad"
En octubre los argentinos se reencontrarán nuevamente frente a las urnas para las Elecciones Legislativas, estando por dilucidarse la mitad de los escaños de la Cámara de Diputados y un tercio de los del Senado. Este escrutinio es la primera prueba de fuego para la coalición ‘La Libertad Avanza’, constituida con diputados macristas, peronistas disidentes y radicales que aspiran a recuperar su base territorial.
Del 10 al 21 de noviembre, la ciudad brasileña de Belém será testigo directo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30), que rotula el décimo cumpleaños del Acuerdo de París, tras una desilusionante COP 29, las perspectivas son más esperanzadoras. Aguardándose que las cuestiones se ciñan en el afán de las encomiendas de la Evaluación Global para que las contribuciones determinadas se hallen en concordancia con las metas del Acuerdo de París. Otros de los acontecimientos que no pasarán de largo son las Elecciones Presidenciales en Chile y Sudáfrica recibirá en Johannesburgo la Cumbre del G20.
Finalmente, visto y no visto, en diciembre las administraciones de los veintisiete Estados miembros habrán de encarar la salida adelante de los presupuestos. El Marco Financiero Plurianual presente comprende el periodo 2021-2027. A criterio del comisario europeo, el futuro presupuesto podría imponerse al 1% del PIB de la Unión, debido a las inclinaciones puestas en la defensa y la tecnología digital. Y a escasamente un año de que llegue a su consumación el plan de recuperación NextGenerationEU, se ansía que salga a la luz la utilización de los fondos no gastados para capitalizar inversiones conjuntas en industrialización y defensa. En otras palabras: es natural que prosigan las tiranteces presupuestarias. Por poner un ejemplo, en Francia, con o sin disolución, el paisaje político rondará indispuesto y la conformidad de un presupuesto sin el Artículo 49.3 de la Constitución Francesa es improbable, en el que se trasluce el empeño de satisfacer un Gobierno dinámico y estable con el papel legislativo y de control de la Asamblea Nacional que quede subordinado a una asimetría institucional de sujeción al Ejecutivo.
En consecuencia, la propagación de los populismos, el radicalismo y la astenia de la democracia, entre algunas de las variables intervinientes más acusadas, nos yuxtaponen a la adversidad de una implosión del sistema aflorado tras la Segunda Guerra Mundial. A ello hay que añadir, que el paradigma de la agenda geoestratégica y de seguridad, más la inversión en transición energética y digital y el juego de alianzas claramente agrietadas, todas a remolque desde 2024, vuelven a puntear el momento económico, político y social de este 2025.
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