Colaboraciones

El tiempo lo va diciendo

Venimos de vivir recientemente la colonizadora fiesta de Halloween, celebrando que ya no solo son los muertos los que vienen festivamente al mundo de los vivos, sino también los extraterrestres, los monstruos cinematográficos, etc.. Y acabamos de realizar la travesía por el colonizador fenómeno del Black Friday desorientados por los cantos de sirena inflacionistas, pero experimentando emotivamente la estimulación sensorial a la satisfacción en la adquisición de bienes y servicios. Todo para que entre bastidores se obtengan unos números negros o ganancias.

Además, funcionalmente, seguimos en este mismo camino hacia otro destino: la iluminación, espectáculo y fiesta de navidad o mejor dicho de Christmas. Porque quizás la hipérbole de Abel Caballero, en la Porta do Sol de Vigo, tendría que ser revisada para expresar “comienza Christmas en el planeta”. Pero antes de que esta identidad y metamorfosis de Christmas realmente comience, desde Europa y no desde el planeta nos ha llegado la incesante globalización del fútbol, o FIFA World Cup Qatar 2022. Donde en esta realidad de deporte y espectáculo es también el dinero quien tiene la palabra.

En 2010, Catar fue elegida por la FIFA para esta celebración. ¿Fue un error?. Ya que se ha evidenciado la sobreexplotación de trabajadores del sur de Asia en la construcción de las infraestructuras deportivas; se ha difundido al planeta que allí la homosexualidad es un delito; se han paralizado temporalmente, debido a las abrasadoras temperaturas del verano catarí, las lucrativas ligas otoñales, y principalmente las europeas; y se ha establecido por la FIFA la sanción de tarjeta amarilla al jugador que lleve el brazalete One Love o con los colores del arco iris.

Esta elección ha alterado el epitelio del fútbol como deporte. Pero ha conectado la realidad del emirato catarí, su narrativa, al planeta y a la fuerza de gravedad que tiene Europa en el deporte más globalizador

Esta elección ha alterado el epitelio del fútbol como deporte. Pero ha conectado la realidad del emirato catarí, su narrativa, al planeta y a la fuerza de gravedad que tiene Europa en el deporte más globalizador. La inclusión social y otros valores sociales del futbol como deporte y competición en equipo, se nutren en una Europa que es apetecible globalmente por sus grandes ligas, tales como las de Alemania, España, Francia, Inglaterra, Italia. Así, y como muestra, una gran parte de jugadores de Brasil, e incluso de su selección, la canarinha, con sus cinco trofeos de la Copa del Mundo, continuamente están jugando en los equipos europeos. Y en todo este paisaje, el emirato puede evolucionar a no ser tan férreo en derechos sociales para flexibilizarse tal como en nuestra modernidad lo ha hecho nuestra sociedad.

Sin embargo, que coincidencia que, a este desafío para Catar, un país sin relevancia futbolística, se haya añadido, en su misma área del Golfo Pérsico, la elección de Dubái para otro reto más. La gran esperanza de que, en noviembre de 2023, en la Cumbre del Clima COP28, se pueda salir del fracaso diplomático actual que supone la lucha contra el cambio climático. Con el contrasentido y la dificultad de que el petróleo y el gas natural, energías no renovables convencionales, son las que propulsan la economía de los Emiratos Árabes Unidos.

La reciente cumbre del COP27 en Charm El-Cheikh (Egipto) y su fracaso, han mostrado el problema central, la dependencia del gas y del petróleo. Frente a la cual y al liderazgo de la Unión Europea, los países del Golfo, China e India son reticentes a ir deshaciéndose progresivamente de ella. Además, por el otro extremo, el de los países en desarrollo y sobre el principio ya reconocido de que el norte tiene que ayudar al sur, no ha habido un suficiente acuerdo en las ayudas económicas a estos países por sus daños climáticos y para la adopción de políticas limpias. En la próxima cita del Golfo, espera este acuerdo y el de que todos los países se comprometan firmemente a reducir el uso de los combustibles fósiles. Mientras el cambio climático avanza, y con él es muy probable que aumenten los flujos migratorios.

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