Veo por la ventana una luz que me dice: levántate de la cama, sal a la calle y aprovecha este feliz día que te he abierto. ¿Quién no podría resistir esta bella tentación?
Me tomo el desayuno, mis pastillas por descontado y me voy a ver lo que puedo observar.
De momento sé que es sábado, donde teóricamente el fin de semana coincidirá con muchas cosas que nos traerán felicidad.
Ya la moral estará en todo lo alto y si no pues le daremos un poco de marcha, aunque sea con algo de azul puesto. Paseo por el centro y observo que lo mismo que a mí todos están dándose esa vueltecita.
Algunos aprovechan que están libres y van al mercado a aprovisionarse de los manjares que los próximos días deberán presidir la mesa de todos nosotros.
Otros tantos van con esos entorchados, donde dicen a todos lados que están haciendo deporte.
Y tú por dentro les dices: “adelante, que seguro que el mañana no será tan gentil y que tu exhibición es tan agradable que estaré nuevamente mañana esperándote”. Lo de viejo salido, es poco encontrado en esta frase.
¿Pero para qué nos ha dado Dios la vista? Para poder apreciar nuestro entorno y poder decir muy tranquilos que todo está bien rico y apetitoso. Y más cuando nos sentamos en esos lugares privilegiados donde podemos ver a nuestros semejantes pasear, o andar, dar la talla de buen ver, o tener ganas de llevar las cosas adquiridas.
Y mientras tanto el aperitivo está en la mesa, y entre hablar y levantar la copa dando a entender que tenemos sed de ser un poco idólatras de nuestro estatus o momento de relax, vemos pasar el tiempo que nos ha dado Dios sin pensar en agradecer a nuestro Altísimo por todo lo que nos está dando y nos dará.
La conversación seguirá y daremos cuenta del futuro que nos viene o de los nuevos eventos que están ahí.
En fin, esta tarde tendré que salir y dar clases a nuestros futuros retoños.
Y eso es lo que importa, que no quede todo aparcado a lo que uno haga, sino que la conjunción de nuestras acciones hagan un futuro mejor al actual. Para muchos es seguro, con la que está cayendo. Pero para los demás, un diez por esa madurez y decir que volvemos mañana a salir y respirar ese aire caballa de nuestra querida ciudad autónoma de Ceuta.
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