Opinión

De Pedro a Antonia

Hemos estado obsesionados las semanas anteriores con la ley del “Sí es sí” y ya estamos metidos de lleno en la ley “Trans”, de acuerdo con la “diarrea legislativa” según el vocabulario podemita, ya que tienen que verter toda su porquería sobre la sociedad antes de ser expulsados de las instituciones en las próximas elecciones. La del “Sí es si” ya lleva 726 violadores y pederastas con su pena rebajada, otros 50 en la calle y el CGPJ anuncia que serán más de 4.000 los que se beneficien de esa ley, que por un quítame allá esas pajas, el gobierno no termina de proponer la enmienda necesaria, con lo fácil que sería derogarla totalmente y volver a la anterior. Y es que este gobierno de aprendices no es capaz de terminar un solo proyecto ajustado a derecho y que sea capaz de beneficiar el interés general.

Del parlamento ingles se decía que emanaba tal fuerza que era posible conseguir todo menos el convertir a un hombre en mujer. Era impensable que esos honorables y bien capacitados parlamentarios británicos imaginasen que en el siglo XXI una fulgurante estrella política española iba a lograr algo tan inimaginable como es el convertir a un hombre en mujer, Pedro en Antonia, solo por pasar por una ventanilla y es más, que en la misma ventanilla se pudiera convertir la mujer en hombre un cuarto de hora después de haberse convertido en hembra. Todo producto de una ley, que como no podía ser menos, ha sido promulgada para ayudar al género humano y que cualquier persona pueda cambiar de sexo al terminar de peinarse si es que no le gusta lo que está viendo ante el espejo. Naturalmente, como toda ley progresista se hace para ayudar al feminismo, ya que al parecer es mayor el número de hembras que de varones las que quieren cambiar de sexo. Sin embargo el feminismo clásico está de uñas, porque ha trastoca todo el universo femenino y los derechos conseguidos al ser sometido a las impurezas de la ley “Trans”, ya que dicho universo, a partir de esa ley, estará compuesto no solamente por mujeres, sino además de por los hombres que quieran pasar por ventanilla. Pero ser mujer u hombre no puede convertirse en una sensación. Esta nueva ley hará mucho daño, no ha hecho más que ser aprobada y ya hay noticias de suicidios de niños en una proporción antes desconocida. Los homosexuales tampoco aceptan esa ley, ya que, por ejemplo, un hombre homosexual que quiere a otra persona de su mismo sexo, no quiere cambiar de sexo y ser mujer, prefiere seguir en el uniforme corporal que tiene desde su nacimiento. Pero ahora le incitarán a ser mujer.

El homosexual como el transexual son personas con una tendencia sexual conocida desde tiempos remotos La disforia de género , entendida como la sensación de incomodidad o angustia que pueden sentir las personas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer o de las características físicas relacionadas con el sexo, es tan antigua como el ser humano. No estamos inventando nada. Y específicamente el transexual, tiene un problema grave y no puede ser tomado de una manera ligera y a esa persona hay que ayudarla, pero la idea de esta nueva ley es simplificar el problema tomando a todo este de colectivo con problemas graves simplemente anulando barreras científicas e intentando de esa forma ampliar el universo de esas personas, como si ese proceso consistiera solo y simplemente en pasar por una ventanilla, y señalando que les va a resolver todos sus problemas. Incluso desde los doce años, deprisa, deprisa, no vaya a ser que se arrepienta. De hecho en otros países con solo promulgar la ley el número de “Trans” ha aumentado por el efecto temporal de la moda, sin sopesar las terribles consecuencias que el problema acarrea. En España, según datos de 21 de marzo de 2021, había 2.087 transexuales, por lo que con una población de 47.450.795 personas según el padrón de 2020, la transexualidad afecta a menos del 0,0044 por ciento de los españoles, que deben tener sus derechos respetados escrupulosamente, con ley y sin ley.

Pero esta ley apenas ha pasado por trámite o cauce de consejería, y por los que ha pasado ha sido ignorado su dictamen, como ignorado el parecer de médicos y psicólogos, por lo que carece de aval científico, y ni siquiera ha sido tenida en cuenta la experiencia en otros países, lo que ha conducido a la ausencia de discusión argumentada dentro del Congreso, solo y vanamente la votación, también con el apoyo de todas las feministas “puras” que detestan la ley, pero que obedecen al amo y señor de este rebaño. Las consecuencias atroces de esta ley se verán con los años y las feministas que han votado a favor también serán responsables. Nuestra democracia no está madura y no lo estará hasta que los parlamentarios sobrepongan sus principios a las órdenes de los partidos sobre todo cuando unos y otros están enfrentados en cuestiones cruciales.

La “Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI” , sale adelante después de que se tramitase por la vía de urgencia y no contase con la opinión de expertos, y tiene como puntos decisorios, por una parte la autodeterminación de género, por otra el considerar a la persona trans no como un enfermo lo que se considera la des patologización y por otra y sumamente grave , la permisibilidad en la modificación genital en menores desde los12 años. La autodeterminación de género ya se puede realizar desde los 16 años, de modo que quien manifieste su deseo de cambiar de sexo en el Registro Civil podrá hacerlo sin ningún requisito. Solo su voluntad es el único requisito para cambiar de sexo en el registro y en el caso de los menores de 16 años y mayores de 14 tendrán que asistir con sus padres o tutores. Solo será necesaria la intervención de un juez para el cambio registral cuando tengan menos de 14 años y más de 12.

En cuanto a la des patologización, rechaza la intervención de médicos y psicólogos por lo que no será necesario exigir a estas personas que acrediten un diagnóstico médico o psicológico para cambiar su sexo en el Registro Civil: la norma acaba con las tutelas médicas y judiciales, de manera que la voluntad de la persona será el único requisito exigido para cambiar su sexo y su nombre en el Registro Civil. Incluso la ley señala multas elevadas para los profesionales que recomienden cualquier terapia en sentido contrario al transexualismo.

"Esta ley Trans es una monstruosidad y el tal Feijóo ha dicho que si logra gobernar la suprimirá. Puede comenzar haciendo un gran favor a todos los ciudadanos suprimiendo todas las leyes de este tipo en las Comunidades Autónomas donde ahora gobierna su partido. ¿Quién lo creerá sí no?"

Y , en mi opinión el punto más grave e irresponsable de la ley lo encontramos en su artículo 19.2, donde se escribe :"Se prohíben todas aquellas prácticas de modificación genital en personas menores de 12 años, salvo en los casos en que las indicaciones médicas exijan lo contrario en aras de proteger la salud de la persona. En el caso de personas menores entre 12 y 16 años, solo se permitirán dichas prácticas a solicitud de la persona menor siempre que, por su edad y madurez, pueda consentir de manera informada a la realización de dichas prácticas" Es una atrocidad que se permitan las prácticas de modificación genital en los niños menores de entre 12 y 16 años aún con el consentimiento “de manera informada.” El tránsito quirúrgico de un sexo a otro es un proceso tremendamente duro e irreversible, que mantiene a la persona medicalizada de por vida, es una imposición del género por encima de la salud y es aunque de menor importancia que la quirúrgica, una aberración jurídica. Que a un adolescente al que, por la falta de madurez inherente a su edad, se le impide trabajar, consentir la práctica de relaciones sexuales, conducir o adquirir alcohol o tabaco, se le presuma el discernimiento suficiente para adoptar una decisión vital que marcará su futuro, además de una incoherencia interna de nuestro ordenamiento jurídico, una barbaridad insoportable que vulnera los derechos más elementales de la juventud y de la infancia. Los efectos a los menores no pueden ser más perversos, sin ayuda paterna pueden someterse a una castración de la que si se arrepienten no pueden volver a su estado anterior. La adolescencia y pre adolescencia son etapas trascendentales en la conformación de la personalidad del ser humano, caracterizadas por la confusión y la inmadurez. Que su mero deseo se erija en causa suficiente para institucionalizar un cambio de sexo me parece un disparate. Toda una vida rota por un capricho momentáneo de una persona de doce años. Naturalmente después vendrán las reclamaciones de indemnización al Estado por no haberle protegido debidamente. Pero el dinero, si es que llega, no arreglará nada.

Una vez más la banalización en la elaboración de las leyes nos llevará al desastre como lo está ocurriendo con la ley del “Sí es si" como resultado de eliminar la distinción entre abuso y agresión en los delitos contra la libertad sexual, aquí también la realidad evidenciará el tremendo error que conlleva la institucionalización del sentimiento que consagra la ley “Trans”, unificando el «ser» con el «sentir», más aun teniendo en cuenta que la norma no contempla mecanismos para perseguir los fraudes en el cambio de sexo registral .Para ser una ley que otorga tanta importancia a la identidad sexual, banaliza hasta tal punto su trascendencia que permite a los menores de edad alterar su sexo biológico a efectos registrales sin más requisitos esenciales que su mera voluntad.

Todo es fruto de la pócima mágica de Sánchez que convierte a los penados golpistas en seres libres, a los pederastas y violadores en libres o semi libres, a los hombres en mujeres, a las mujeres en hombres, a los ignorantes en ministros y al mayor de los mentirosos en presidente de Gobierno. Esta ley “Trans” es una monstruosidad y el tal Feijóo ha dicho que si logra gobernar la suprimirá. Puede comenzar haciendo un gran favor a todos los ciudadanos suprimiendo todas las leyes de este tipo en las Comunidades Autónomas donde ahora gobierna su partido. ¿Quién lo creerá sí no?.

A finales del siglo XIX, el papa León XIII prohibió la castración cuyo objetivo era producir sopranos o contraltos masculinos. Se puso fin así a una práctica que acaso embellecía el” bel canto” a costa de envilecer la condición humana. Aunque mucho más antigua, la leyenda de Farinelli, quién lo duda, comenzó entonces, su voz, empleada por la reina para curar al Rey Felipe V, el primer Borbón, de su depresión melancólica. Pero ya no necesitábamos contratenores castrados, hasta que Pedro se convirtió en Antonia y nos ha hecho retroceder más de cien años. A esto le llaman “progreso”.

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