En los últimos días nos llegó un mail de la organización Avaaz, sobre los impuestos que pagan los más ricos, que nos impresionó. No es que los datos que daban no los conocieramos, pues periódicamente se hacen y difunden informes sobre la desigualdad en el mundo. Y también hay libros y estudios de economistas prestigiosos que los corroboran (Piketty, J. Sachs, A. Sen, P. Krugman, J Stiglitz…). Sin embargo, redactado adecuadamente, llega a golpear nuestras conciencias, una vez más. Con una frase lapidaria comenzaba el texto: “En los últimos años, el 1% más rico del mundo ha ganado casi el doble que el 99% restante”.
A partir de aquí, comenzaban a darse los datos sobre los impuestos que pagan los más ricos. Para ello utilizan el concepto de “tasa impositiva real” acuñado por ProPublica en su informe de 2021, para referirse a la cantidad tributada en un año comparada con el crecimiento anual estimado de la fortuna. Así, según los datos filtrados del Servicio Interno de Impuestos de Estados Unidos, la tasa impositiva real de Elon Musk entre 2014 y 2018 fue del 3,27% de media. Frente a ello, una vendedora de arroz ugandesa tributa un 40%. Ella gana 80 dólares al mes y él tiene una fortuna valorada en 180 mil millones.
Lo que nos vienen a proponer desde esta organización, pidiendo que firmemos la petición, es apoyar que se cree un impuesto histórico a las grandes fortunas. Para ello, siguiendo al presidente de los Estados Unidos Joe Biden, se podría llevar a la cumbre de líderes mundiales que se celebrará en próximas fechas. La bienintencionada idea es reunir un millón de firmas para llevar a la reunión del G20, en la que se podría hacer ver que si los más ricos del mundo pagaran un impuesto a la riqueza de hasta el 5%, se podría recaudar dinero suficiente para sacar de la pobreza a 2 mil millones de personas.
Según nos explican los activistas de esta organización, los sistemas fiscales de todo el mundo tienen un fallo enorme: gravan nuestra renta pero no el conjunto de la riqueza de las grandes fortunas (¡sus inversiones, sus acciones o sus yates!). En cambio, con un impuesto a la riqueza, los multimillonarios estarían obligados a tributar por lo que realmente tienen.
En un sentido similar, en 2021, 137 países aprobaron un nuevo impuesto global a las multinacionales que era inimaginable tan solo unos años atrás. Pero aún hace falta mucho más y el próximo paso es este impuesto a la riqueza de los multimillonarios, nos recuerdan desde Avaaz. Por ejemplo, en España se ha aprobado recientemente un impuesto a las grandes fortunas pensado para ayudar a la gente con menos ingresos, que ha sido muy mal acogido por las fuerzas de la derecha y la åyan. Algunos han decidido llevar su sede fuera de España, pese a los cientos de millones recibidos en subvenciones en el pasado.
Ya se sabe que estas cosas son muy bonitas así planteadas, pero que a la hora de llevarlas a la práctica es bastante difícil. Pero no está mal plantearlas y reflexionar sobre ellas. Todo lo que sea ser conscientes de que estamos en un mundo mejorable, es bueno para nuestra estabilidad mental. Aunque no sabemos si este nuevo impuesto será realidad en próximas fechas. Lo importante es seguir luchando por conseguir el mundo al que aspira la mayoría, aunque ello suponga enfrentarnos a los más poderosos. Ya nos hemos unido para desafiar a las mayores multinacionales farmacéuticas y tecnológicas, y hemos hecho frente a Monsanto. Yo apoyé con mi firma esta petición de los amigos de Avaaz. Hoy, podemos inclinar la balanza y dejar de favorecer a ese 1% más rico.
Quiero acabar el artículo, repitiendo el bello mensaje que los activistas de Avaaz dejan a los que han firmado esta petición: “Como ciudadanos y ciudadanas del mundo preocupados por la desigualdad creciente, les reclamamos ya un impuesto para que las grandes fortunas tributen por el conjunto de su riqueza. Una medida así podría servir para recaudar millones de millones al año y responder a necesidades sociales urgentes y a las crisis ambientales del planeta. Es hora de que los más ricos del mundo paguen lo que deben”.
Seguramente las conciencias de estos multimillonarios no se verán alteradas con mensajes de este tipo. Pero el hecho de lanzarlos, y de que lleguen a muchas personas, puede ser importante y constituir la semilla de un mundo mejor en el futuro.
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