Opinión

Para qué la inteligencia artificial

Granada se postula como sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. Hay bastantes razones para que sea elegida. La principal. La Universidad de Granada es una de las mejores universidades españolas y andaluzas, y está posicionada a nivel internacional entre las 300 mejores universidades del Mundo. En ingeniería informática, entre las 100 mejores del mundo. En Filosofía, Ética, Humanidades o Derecho Internacional, también está en puestos similares. Y en Inteligencia Artificial, entre las tres mejores del mundo. El hecho de que en esta ciudad se ubique uno de los Museos de Ciencias más prestigiosos de Europa, no es casualidad y quizás tenga también alguna relación con lo anterior.

No menos importante es su entorno. Tener a poco más de 50 kilómetros la nieve y el mar, es un privilegio. O su historia y belleza. «Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada» (Francisco de Icaza). En el parque tecnológico de Escúzar, se ubicará la sede del Acelerador de partículas. Todo esto hace que en esta ciudad se esté generando un importante ecosistema productivo relacionado con las nuevas tecnologías, la Universidad y los Institutos de Investigación, que sin duda se vería reforzado.

Pero ¿qué es la Inteligencia Artificial (IA)? Es la tecnología relacionada con el tratamiento intensivo de grandes volúmenes de datos y con el aprendizaje de las máquinas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha establecido unos principios sobre la Inteligencia Artificial, que merece la pena leer. Entre otras cosas, establecen que los sistemas de IA deben diseñarse respetando los derechos humanos, los valores democráticos, la diversidad y el Estado de Derecho, y deben incluir los mecanismos apropiados para permitir la intervención humana, cuando sea necesario, para garantizar una sociedad justa y equitativa.

Desde el punto de vista del futuro, no hay duda de que es necesario un plan para la digitalización, así como una Norma general sobre Inteligencia Artificial, acompañada de las cuestiones éticas aplicables a la IA. Esta sería la justificación de la conveniencia de existencia de algún tipo de organismo, tipo Agencia, para el control de la IA, ya sea a nivel europeo o nacional. Pero, también relacionado con esto, hay necesidad de regular el denominado “metaverso”, que ya está aquí. Los problemas jurídicos que plantea el uso de los datos personales en la formación de estos artilugios digitales son de la máxima importancia. La posibilidad de que los delincuentes actúen suplantando nuestra personalidad a través de avatares personales, es algo posible. De ahí la necesidad de crear lo que se denomina el “metaverso público”.

La implicación que va a tener la IA en el empleo, o incluso en asuntos sanitarios como los trasplantes, es del máximo interés. Por ejemplo, algunos expertos se preguntan qué pasará con los conductores de camiones, cuando la IA haga posible los vehículos de transporte autónomos. O con los órganos para trasplantes, cuando estos vehículos autónomos reduzcan los accidentes de tráfico a puras anécdotas. En un informe del Foro Económico Mundial se estima que en cinco años la automatización hará desaparecer 85 millones de empleos, pero creará 97 millones más. La Asociación de Fabricantes y Distribuidores AECOC publicó una noticia con las profesiones que tendrían los días contados, tal y como se las conoce hoy, conforme avance la IA. Abogados, chóferes, chefs, analistas financieros, teleoperadores, médicos, camareros, carteros, serían algunos.

También hay una importante implicación de la IA en el mundo laboral. Lo explicaba la catedrática María Belén Cardona en su artículo “Los perfiles del derecho a la desconexión digital”, en la prestigiosa revista Derecho Social: “…es necesario reconocer que el mismo tiene una vertiente positiva, como la flexibilidad en la ejecución de la prestación laboral, la seguridad sanitaria y el favorecimiento de la conciliación de la vida personal y familiar con la laboral a través de la autoorganización del trabajo y la gestión del tiempo. Pero al mismo tiempo, es imposible desconocer los aspectos negativos o por así decirlo, los riesgos asociados al trabajo ejecutado mediante la utilización de estas tecnologías: invasión de espacios vinculados a la intimidad personal y familiar, indefinición de los límites entre estos y los estrictamente laborales, daño para la salud de los trabajadores, perjuicio efectivo para la conciliación de la vida personal y laboral, y contribuir a consagrar roles de género y particularmente las tareas de cuidado a las mujeres”.

Hay otros aspectos de la máxima importancia, como las implicaciones que la estricta normativa sobre la regulación de la IA tendrá en las pequeñas empresas y la brecha digital que se está creando, ya no solo en personas sin medios informáticos, sino en personas mayores, que por su avanzada edad y el desconocimiento de las tecnologías digitales, se ven impedidos de realizar cosas tan sencillas, como sacar dinero de un cajero automático o enviar una documentación a las administraciones públicas. En ese sentido es obligación de las Administraciones impedir que esto suceda. Para ello, es necesario elaborar de forma urgente planes de transición tecnológica, similares a los que se están elaborando para la transición energética, para no dejar a nadie atrás. No sé si esta Agencia de supervisión podría decir algo al respecto.

Como decía Jesús Gómez Ruedas en su estudio “Una Defensa nacional para una sociedad digital”, la IA va a eclipsar la conocida Ley de Moore como vehículo de innovación. No cabe duda de que la IA va a condicionar de forma clave la evolución de la sociedad y su capacidad de generación de riqueza. También condicionará la vida de los ciudadanos en temas tan sensibles como sus derechos, libertades y, en definitiva, su modo de vida en una nueva sociedad, en la que las máquinas, realizarán cada vez más tareas y con una eficacia superior a la del hombre.

Crear una Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial es una decisión acertada y estratégica. Que Granada se postule como una de las posibles sedes de esta es todo un privilegio, además de una oportunidad y una clara apuesta por el futuro. Yo ya he firmado apoyando esta candidatura.

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