Opinión

Cuadernos de bitácora

Desde que era un enano me dio por apuntarlo todo. Tenía terror a olvidarlo, a no recordar lo que me pasaba, a esconder las emociones vividas en un lugar tan remoto que llegué a temer olvidarlas definitivamente.

Mis cuadernos de bitácora andan conmigo, como las maletas de la Piquer. Son cuadernos viajeros recorriendo los sitios en los que habito: trenes, barcos, aviones. Helicópteros y todos los blablacar en los que cuento mi vida a personas que nunca más volveré a ver.

Toca desempolvar estos 12 meses del 2022. Un año que vivimos peligrosamente enfrentándonos con amigos invisibles, vecinos cercanos y países armados hasta los dientes amenazando al planeta. Cuando ignoramos la realidad ésta prepara su venganza.

Paloma Abad, una periodista de El Faro y que considero amiga sin haberla visto nunca, me invitó a participar en el anuario. Ha sido el mejor regalo que he recibido este año.

Entre el parque de perros, los caleidoscopios y los cañonazos he salido a flote cuando el desánimo me esperaba a la vuelta de la esquina.

Llega el tiempo de vivir para contarla porque lo que no se cuenta no cuenta porque no echas cuentas de lo que realmente cuentas.

Comencé mi curso 31. Soy tripulante de un enorme barco llamado el Camoens y la travesía será larga. De vez en cuando hay que gritar eso de “tierra a la vista” o lanzar un SOS (Dios salve nuestras almas) para que no nos pase lo del Titanic. Sabemos que no hay salvamento para todos y hay que estar preparado para cualquier tsunami que pueda venir.

El COVID nos dio un descanso; en España el Doctor Simón se convirtió en un miembro de la familia aunque sus vaticinios fallaban más que una pistola de feria. Nos tuvimos que ver las caras con Negacionistas, Médicos por la verdad, acusaciones al gobierno de secuestrar al pueblo, investigadores, fabricante de mascarillas que hicieron bueno el refrán “La ocasión la pintan calva”. Miguel Bosé salió de la ultratumba para tocar las trompetas del Apocalipsis. pandemia nos cambió todo: aprender de nuevo a relacionarse con los demás, el alejamiento paulatino de la adminitración con sus administrados o la educación a través de un ordenador. Enmascarillarse a toda hora me hizo pensar en las mujeres del burka.

La guerra de Ucrania fue vista desde una distancia cercana marcada por los medios de comunicación. Presenciamos muertes, oímos bombas. Asistimos a Crímenes de guerra cuando cada uno de ellos se dedicaban a fusilar a los otros mientras que la guerra no la para ni Dios.

España recogió los rescoldos y las toneladas de cenizas del local. Ponerse en la situación de perderlo todo no es sencillo, aunque nos pueda pasar en unos segundo.

Apagamos la luz y elaboramos comidas frías, pues el precio de los suministros hacían temblar al más pintado. Las eléctricas se enriquecían aunque lo negaran cómo Pedro negó a nuestro Señor Jesucristo.

Me he pateado Ceuta y pese los problemas ya enquistados, seguimos llevando el timón, luchando contra viento y marea bajo una amenaza extraña de perder la tierra. Ceuta siempre lo ha sospechado viendo una espada de Damocles que no desaparece ni a tiros.

El paro, la pobreza, las desigualdades entre los barrios, la frontera, el amiguismo, las calles resbaladizas, los gritos e insultos de los políticos de los que se encargan de dar cuenta las televisiones nacionales, las quemas de coches y contenedores y algunos cadáveres flotando en cualquier playa forman parte de la rutina cotidiana.

Pese a todo, nos arropamos y permanecemos sujetos a una cadena de solidaridad que nos mantiene a flote. Los candidatos a la alcaldía hacen sonar su tambores de guerra aparcando la pipa de la paz; para el 2023 nos veremos en las urnas con muecas desesperazadas e incrédulas.

Se marcharon dos grandes: Jesús Quintero y Milanés.

Con ellos me hice poeta y revolucionario, con Jesús pasé cientos de noches en la colina escuchando a Pablo Milanés.

En la educación nos sirvieron en bandeja de plata la LOMLOE, una nomenclatura que nos pierde por los más extraños vericuetos de la docencia. Siempre es lo mismo, cambiarlo todo para que todo se quede como esté. Siempre andamos amenazados por el fracaso escolar.. “Dios nos dé paciencia con las leyes educativas porque como nos de fuerzas nos liamos a cachetazos.

Mi perra me puso patas arriba muchas cosas: el parque de perros en la que saboreo la fidelidad, el cariño verdadero y la absoluta camaradería de los compañeros usuarios. Mi perra Abby se convirtió en uns psiquiatra de guardia; con ella me he ido conociendo un poco mejor.

Me he dado cuenta que no puedo volver a desandar caminos, la nostalgia es una trampa. Me he dado cuenta que el amor no se busca si no se encuentra, me he dado cuenta que nos utilizan y te salvas cuando sabes que te están utilizando. Y, sin darme cuenta sigo andando y haciendo camino cada vez que sale el sol, que siempre tenemos oportunidades y que el fracaso es necesario. También es necesario el dolor, la ira, la impotencia; son los ingredientes del bálsamo de Fierabrás con los que deberemos purgarnos para expulsar a todos los diablos y que no se conviertan en Okupas.

O, a estas alturas, cambio los proyectos por el aquí y el ahora, marcho de donde no me quieren, digo lo que opino pues le pegué una patada al miedo que tiene miedo de encontrarme. Me muestro a los demás como soy y he roto el armario con el hacha por la que fui amenazado.

No temo a la muerte, ni al destino ni al dolor pues me voy con Epicuro de Cervezas. No voy de nada y vengo de todo. También sé que el estoicismo produce más sosiego que un ansiolítico.

Nunca abandonaré ese barco de chanquete que se llama “solidaridad” , seguiré luchando y me apuntaré a un bombardeo aunque no sea mi guerra.

Lo que me salva es el compromiso sin esperar nada a cambio. Estar de paso no tiene nada que ver con pasar de todo.

Cuando pregunto a los alumnos qué sentido tiene la vida uno de ellos me respondió “hay muchas cosas por hacer”.

Paloma, Gonzalo y Carmen me han puesto un micrófono para lanzar palabras al viento; nunca podré pagarles tanta gratitud. Antes lanzaba una botella al océano con su correspondiente mensaje, pero los ecologistas me llamaron la atención.

Y en este momento que termina el año me propongo comenzar de nuevo, como el ave Fénix...Ya me lo he propuesto 58 veces, pero no hay manera.

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