Opinión

Mi compañero Alfonso

Mucho se ha escrito sobre  la amistad: el destino que vamos cargando en la mochila del tiempo vivido, la complicidad, el valor de la palabra, la sinceridad y los proyectos que, mano a mano a mano, dibujando cualquier tarde en la servilleta d papel saboreando un café  en los bares de Ceuta que frecuentamos. Todos deberíamos tener la suerte de conocer a Alfonso porque en él vas descubriendo los valores bajo los cuales encuentras la complicidad y las maneras de analizar la realidad bajo las distintas perspectivas que nos plantean las circunstancias. De mi amigo y compañero Alfonso recordaré historias en las que arriesgábamos enfrentarnos con el poder, conversaciones de todo tipo: políticas, docentes, económicas, científicas y un largo etcétera que manteníamos en nuestros debates mientras andábamos el Hacho, recorríamos el camino de Benzú  o la calles  del Príncipe. Cuando Alfonso llegó al instituto Siete Colinas forjamos lugares comunes para reivindicar una educación de calidad en el Centro.  Ese fue su mayor delito; contra viento y pese a los dragones, monstruos que atenaza la libertad.  Alfonso decidió apostar por sus alumnos, por la Formación Profesional como un futuro viable para las necesidades de una ciudad minada por l desempleo y con escasas salidas laborales Ahí se hizo fuerte, en el Ciclo que impartía en el instituto, poco  valorado por la Dirección de turno y escasamente defendido desde la administración educativa.  El  Ciclo de FRÍO/ CALOR empezó a dar que hablar.  Alfonso levanto muchas alfombras  y entró en los bajos fondos peligrosos  comenzando a denunciar públicamente los entresijos, las carencias y un cúmulo de asuntos que ponían en evidencia la esencia de una Formación Profesional objetivando las ca apostando por las mejoras desde todos los ámbitos. Alfonso  ha estado 14 años en Ceuta y ahora toca la jubilación. Se ha resistido con firmeza a las despedidas oficiales, a los homenajes de los amigo; dentro de unos días volverá a Burgos y seguirá trabajando para mejorar el mundo. Cuando te liberas del miedo también rompes con los grilletes y a las ataduras que te imponen. Te recordaré en el claustro tomando la palabra, abandonado por muchos de los compañeros siendo ignorado, ninguneado, ridiculizado. Ahí estabas;  poniendo en jaque a la dirección del Centro, denunciando, aireando y argumentando la realidad  que defendías.  El poder siempre amenaza con las armas que esconde debajo de la manga:  expedientes, sanciones  e incluso destituciones públicas como responsable de un departamento. Formará parte de los anales del Siete Colinas el claustro convocado por el Director, de cuyo nombre no quiero acordarme, para cesarte micrófono en ristre en una perorata ridícula de reproches que iba hilando para justificar su decisión.  Tus colegas del Departamento te abandonaron en un silencio que producía una desolación moral, una deslealtad  sin precedentes; era el precio que tenían que pagar para conservar su trabajo o su estatus. Los hilos mediáticos convirtieron en marionetas a todos los que solían darte la razón y te la quitaban por la espalda. Contigo hice campaña en unas elecciones charlando por las calles, en el autobús y en los barrios de otro modelo social diferente a los otros modelos. Movilizaste  a la comunidad educativa tras el asesinato de un alumno, saliste a la calle para que la noticia no fuera acallada con ese olvido viscoso que nos mancha las manos.  Acudiste a los tribunales,  te expedientaron, te condenaron al ostracismo intentando borrar cualquier tipo de huella o camino que marcaras. Nunca dejaste de ser tú, Alfonso, el caballero andante desfaciendo entuertos gobernando otras ínsulas baratarias y persiguiendo malandrines.  Bebiste el bálsamo de Fierabrás para curar las dolencias del cuerpo y el alma y soñaste en que todos viéramos la Dulcinea  en un sistema educativo plagado de “Aldonzas Lorezo”. Tu siembra no ha sido en vano y estarás en todo lo que hiciste . Volverás a Ceuta y te estaremos esperando porque los caballeros andantes siempre nos liberan.  Los molinos de viento ya no serán gigantes con los que luchar porque tendremos que entender que,, bajo cada una de nuestras cuitas duermen infinitas posibilidades.

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