Opinión

El 12 de octubre y la Hispanidad

El próximo 12 de octubre se celebra el Día de la Hispanidad o Fiesta Nacional de España, en conmemoración al descubrimiento de América por Cristóbal Colón el año 1492, que representó el primer contacto entre dos mundos y la unión de lenguas y culturas diversas. La fecha de esta festividad fue proclamada por la Ley 18/1987, aunque antes, en 1918, Alfonso XII la declaró festivo nacional.

El año 1982 se publicó un Real Decreto denominando a la efemérides, "Fiesta de España y la Hispanidad". Luego, la ley 18/1987 estableció el "Día de la Fiesta Nacional de España". En 2014 la ONU estableció que el 12 de octubre sería una jornada para conmemorar la lengua española, "representando un elemento de cohesión y consolidación del mundo hispano". Y un Decreto de 1981 menciona ambas denominaciones.

Pero, aunque el 12 de octubre se conmemora el Día de la Hispanidad que ahora se celebra en Zaragoza, a mi modesto juicio, hay razones muy fundadas para que se celebre en Guadalupe o, en su defecto, en la concatedral de Mérida-Badajoz. Mis motivos son los siguientes: Hace ya 805 años que Guadalupe y 31 pueblos extremeños, eclesiásticamente sufragáneos del monasterio guadalupense, siguen perteneciendo al Arzobispado de Toledo, pese a estar todos enclavados en territorio de Extremadura.

Ha habido numerosas autoridades, relevantes personalidades públicas y privadas, asociaciones, instituciones, incluidos los Obispos extremeños, y el pueblo extremeño en general, que llevan muchos años reivindicando corrija el enorme agravio comparativo que supone que durante más de ocho siglos Guadalupe y sus 31 pueblos todavía sigan perteneciendo eclesiásticamente al Arzobispado de Toledo, cuando legítimamente deberían pertenecer a Extremadura; máxime cuando se estima que es un problema fácil y justo de resolver y que, sin su solución, la misma Iglesia incumple sus propias normas.


El problema trae causa de que, cuando Alfonso Téllez de Meneses, que por cierto, era sobrino carnal de don Pedro de Meneses, primer gobernador de Ceuta, reconquistó a los árabes en 1217 los Montes de Toledo, en los que se incluían Guadalupe, más las siguientes poblaciones: Alia-La Calera, Baterno, Bohonal de Ibor, Bohonal de los Montes, Capilla, Carrascalejo, Helechosa de los Montes, Herrera del Duque, Navalvillar de Ibor, Navatrasierra, Peloche, Peñalsordo, Peraleda de San Román, Puebla de Alcocer, Risco, Siruela, Talarrubias, Tamurejo, Valdecaballeros, Valdelacasa de Tajo, Villar del Pedroso, Villarta de los Montes y Zarza Capilla, Casas de Don Pedro, Castañar de Ibor, Castiblanco, Fuenlabrada de los Montes, Carbayuela, Garbín y Garlitos, pues Alfonso Téllez las vendió ilegalmente al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

Este arzobispo fue excomulgado el 8-05-1241 por el Sínodo por pretender extender sus extensísimos dominios eclesiásticos hasta Valencia. Y existe un documento fechado en Salamanca el 20-01-1222, en virtud del cual el arzobispo Rodrigo hace constar que Alfonso Téllez las donaba al Arzobispado toledano, aunque, en realidad fue una venta, según consta en documento fechado en Huete (Cuenca) el 7-10-1226. El precio de la "donación" fue de 8.000 morabetinos y 1.000 cahíces de trigo y cebada.

Guadalupe y los 31 pueblos han venido siendo reclamados para Extremadura incluso por sus Obispos y como clamor popular de los extremeños y sus instituciones civiles y eclesiásticas, en sendas manifestaciones al Monasterio y en Toledo en petición de que el problema se resuelva de una vez. Y es que, la Virgen de Guadalupe es la Patrona de Extremadura, coincidiendo su festividad con el Día de Extremadura y, junto con su Basílica, son tenidas como lugar que representa el carácter religioso, la fe, la relevancia cultural y el signo identitario que más concita y une a los extremeños. ¿En qué cabeza bien pensante cabe que la Patrona de una región pertenezca a otra región distinta?.


Tan flagrantes sinsentido e injusticia se dan porque los extremeños somos gente pacífica por propia naturaleza que ni exigimos, ni reclamamos, ni protestamos con la virulencia con que otras regiones lo hacen, y así es como debemos seguir siendo. Pero Guadalupe, eclesiásticamente, debe pertenecer a Extremadura, porque es territorio netamente extremeño. Seguir dependiendo de Toledo es una aberración histórica inconcebible en el siglo XXI. De ese pacifismo extremeño, bien que se ha aprovechado la Iglesia que, al menos en cinco ocasiones, ha discriminado a Extremadura, a saber:

1ª.-Cuando el año 1120 el Papa Calixto II (por bula "Omnipotentes dispositione"), concedió al obispo gallego Gelmírez trasladar el Arzobispado de Mérida a Santiago, para que su amigo el rey de León Fernando II pudiera tener sede arzobispal de la que entonces Galicia carecía. Mérida estuvo así desposeída de su Arzobispado nada menos que 874 años.

2ª.- Cuando en 1230, para reparar tan tremenda injusticia anterior, el Papa Gregorio IX ordenó (bula de 29-10-1230) la restitución a Mérida de la sede de su antigua Metrópoli, de la que diez años antes se le había desposeído. Sin embargo, el posterior arzobispo compostelano, Bernardo, desobedeciendo abiertamente al Papa, se negó a devolverla a Mérida, quedándosela definitivamente para Galicia.

3ª.- Cuando en 1939, una simple Orden del Almirante Carrero Blanco cambió la celebración del Día de la Hispanidad en Extremadura al Día del Pilar en Zaragoza. Y esto último se hizo, pese a que en 1928 la Virgen de Guadalupe fue coronada Reina de la Hispanidad por el Cardenal Primado, Segura, representando al Papa Pío X, en presencia del rey Alfonso XIII; desposeyendo también a Extremadura del patronazgo de la Hispanidad, cuya Virgen guadalupeña tan venerada es en América.


4ª.- Cuando a partir del Concordato de 1851, se dispuso que se segregaran las diócesis e iglesias del extenso Arzobispado de Toledo, del que se fueron independizando las de Madrid-Alcalá en 1885 (bula "Romani Pontífices Predecesores" de León XIII). Ciudad Real (bula "Romanorum Pontificum" de Pablo VI), en 1877. Albacete (bula de 2-11-1949 de Pío XII, "Inter. Precipua"). El 23-04-1954 (Decreto "Maiori Animarum Bono"), se segregó la de Jaén. El 9-03-1959 (bula de Juan XXIII), la de Guadalajara. En 1959 se reestructuró por Decreto de la Santa Sede la diócesis de Córdoba, pasando a la de Badajoz el arciprestazgo de Castuera y algunos pueblos a la de Coria-Cáceres. Quedan por segregarse de Toledo sólo Guadalupe y los 31 pueblos.

5ª. La detentación durante 801 años de Guadalupe y dichos pueblos por el Arzobispado de Toledo. Sólo quedan, pues, por segregarse de Toledo Guadalupe y esos 31 pueblos.

El 28-07-1994, el Papa Juan Pablo II (bula "Universae Eclesial Sustinentes"), que antes cito, quiso reparar la tremenda injusticia que en 1120 se cometió al trasladar el Arzobispado de Mérida a Santiago, creando el Arzobispado de Mérida-Badajoz, disponiendo: "...Dirigimos nuestro pensamiento hacia el territorio civil autónomo que lleva el nombre de Extremadura".

¿Pues, puede crearse la provincia eclesiástica de Extremadura, para luego no poder ejercer su arzobispo plena jurisdicción sobre su propio territorio extremeño?. Creo que no se puede ser tan insensible a las justas y legítimas aspiraciones de los extremeños. Lo digo con mi mayor respeto y desde mi condición de fiel cristiano extremeño (de Mirandilla, Badajoz); porque tanta injusticia clama al cielo. ¿Por qué todas las demás diócesis segregadas de Toledo tienen que recibir mejor trato y ser de mejor derecho que Guadalupe y los 31 pueblos?.

Eso crea en las almas cristianas desorientación, desasosiego y desafección. Desde el Arzobispado de Toledo se han dado excusas tan arrogantes como infundadas, que por respeto no es el caso reproducir, pero ¿parecen a Toledo poco tiempo todavía 805 años perpetuando tan colosal injusticia?. La petición de los extremeños, y ahora la mía particular, jamás puede ser política, porque nunca, jamás he sido político, sino persona completamente independiente. La petición para que Guadalupe pertenezca a una diócesis extremeña es un clamor popular enraizado en la fe, en los sentimientos cristianos y en la identidad extremeña.

Y una feligresía y un pueblo con tal fervor religioso, no pueden seguir siendo marginados espiritualmente por mantener Guadalupe y los 31 pueblos como reminiscencia del grandioso Arzobispado Medieval que tuvo Toledo. No estamos ya en tiempos de don Quijote advirtiendo: "Con la Iglesia hemos topado, Sancho". En pleno siglo XXI la petición está más que fundada, siendo tan razonable como legítima. Guadalupe y los 31 pueblos deben depender de la tierra de la que geográficamente pertenecen: Extremadura. ¿Por qué tal obcecación y persistencia en el error?.

Pero es que, además, creo que se están vulnerando las propias normas que por la propia Iglesia al efecto se han dado. Así, el artículo 10 del Concordato de 1851 dispone: "Los arzobispos y obispos extenderán el ejercicio de su autoridad y jurisdicción ordinaria a todo el territorio que en la nueva circunscripción quede comprendido en su diócesis y (...) los que la ejercían en distritos enclavados en otras diócesis cesarán en ellas. Esto es, que en lo sucesivo se haga coincidir, en lo posible, las divisiones eclesiásticas con las divisiones administrativas".

En 1965, el Decreto "Christus Dominus", para solucionar los problemas o conflictos entre diócesis cuando sus límites no coincidan con los territorios civiles, en su punto 2, Capitulo II, nº 22, dispone: "...El Concilio ordena que, en la medida que lo exija el bien de las almas, se atienda cuanto antes a la conveniente revisión (de diócesis), dividiéndolas, desmembrándolas, o mudando sus límites". El nº 23: "En la revisión de los límites de una diócesis hay que salvaguardar ante todo la unidad orgánica de cada diócesis en lo que atañe a personas, oficios e instituciones (...).

En la determinación de los límites de una diócesis téngase en cuenta la variedad de la composición del pueblo de Dios, la cual puede contribuir mucho a ejercer más aptamente el ministerio pastoral; y procúrese juntamente que las agrupaciones demográficas de este pueblo coincidan en lo posible con los centros civiles e instituciones sociales que constituyen su estructura orgánica. Por lo cual el territorio de cada diócesis sólo puede ser continuo".

En el nº 39, manda: "El bien de las almas pide la debida circunscripción no sólo de las diócesis, sino también de las provincias eclesiásticas (Archidiócesis), de forma que se provea mejor a las necesidades del apostolado de acuerdo con las circunstancias sociales y locales y se hagan más fáciles y fructuosas las relaciones de los Obispos entre sí (...) así como de los Obispos con las autoridades civiles (---) Los obispos, como pastores de la Iglesia, deben velar por sus fieles y acomodar sus actos a las necesidades de los tiempos, con caridad, humildad y sencillez".

Y Guadalupe y los 31 pueblos deben ser integrados en la Iglesia de Extremadura. Con ello, se haría eclesiásticamente extremeño lo que civilmente siempre lo fue. Guadalupe, pese a habérsela apropiado Toledo por la vía de los hechos consumados, había pertenecido antes a la diócesis de Plasencia.

Pero, en 1326, el Cardenal Pedro Gómez Barroso, de la Curia Pontificia de Benedicto XII, consiguió que 19 obispos, arzobispos y patriarcas concedieran una indulgencia de 40 días de perdón a favor de la iglesia de Guadalupe, ubicada, según el documento "Virgo Venustíssima", en la diócesis de Plasencia, que comienza así: "...Deseando pues, que la Iglesia...de Guadalupe, "de la diócesis de Plasencia", sea frecuentada y venerada por los fieles...".

En 1335 ya se reconoció el litigio por bula "Dum ad personam", de Benedicto XII, dada el 22-06-1335, que refiere: "La Iglesia de Santa María de Guadalupe...se conoce situada en los confines de las diócesis de Toledo y Plasencia...Reconociendo que existe un litigio entre el Arzobispo de Toledo y el Obispo de Plasencia sobre Guadalupe..., porque ambos afirman que la misma iglesia ha de estar situada en su diócesis...".

Incluso el obispo placentino Sancho, el 8-05-1344 se presentó armado en Guadalupe cuando ésta perteneció a Plasencia, reclamando por la fuerza sus derechos de Ordinario del lugar. ¡Qué grandes razones debía tener aquel obispo para recurrir incluso a las armas!. Eso da idea de la afrenta que como una losa pesa sobre la dignidad espiritual de Guadalupe y los 31 pueblos extremeños. Hace falta que ya, se promueva e impulse por quien corresponda lo que los extremeños tan humilde y respetuosamente piden. Que así sea.

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