Por mucho que puedan esforzarse los comentaristas políticos para seguir publicando solemnes análisis sobre cuestiones supuestamente transcendentes, el verano resulta ser una época poco propicia para tal empeño, pues una gran mayoría de sus potenciales lectores anda en otras cosas y prefiere desconectar de problemas. Hasta el “jefe”· de Pepe Caballa y la pavana se nos ha ido a una lejana y solitaria playa, tratando de conseguirlo. En vista de lo cual, pienso dedicar esta colaboración dominical a ciertas anecdóticas y curiosas coincidencias, con el propósito de que puedan servir de distracción y solaz para quienes decidan leerla.
En los últimos tiempos, han sido elegidos los Presidentes de dos repúblicas, el argentino Macri y el francés Macron –que se pronuncia Macrón- cuyos apellidos mantienen una evidente similitud. El primero de ellos, de nombre Mauricio, lleva un par de años en tan alto cargo, tras ganar las elecciones al frente de un partido denominado “Cambiemos”, y el segundo, de nombre Emmanuel, preside la República francesa desde hace apenas cien días, tras fundar y encabezar una opción política vencedora llamada “En marcha”. En ambos casos, además, los nombres de sus partidos vienen a dar sensación de dinamismo.
Resulta más que evidente la singular coincidencia, fácilmente apreciable, entre los apellidos Macri y Macron, algo que me impulsó a buscar una posible relación entre ellos, que no logré encontrar. Ni tan siquiera sobre su origen, aunque por mi parte deduzco que han de provenir de la palabra griega “Macro”, que significa grande. En ese caso, Macrón, aplicado a una persona, vendría a significar algo así como “grandullón”
Igualmente, eché una mirada atrás en mi memoria en busca de otros antecedentes, y solamente encontré un lejano parecido entre la raíz “Mac” de ellos y aquel Premier –Primer Ministro- británico, conservador, que se llamaba Harold Macmillan, quien ocupó dicho cargo desde el año 1957 hasta 1963, cuando se consideró obligado a dimitir tras un famoso escándalo protagonizado por su Ministro de Defensa, John Profumo, quien, tras negarlo ante el Parlamento, hubo de confesar, más tarde, que había mantenido una relación amorosa extramatrimonial con cierta corista llamada Christine Keeler, la cual resultó ser, a la vez, amante del Agregado Naval de la Embajada soviética en Londres, Ivanov, en vista de lo cual se consideró que Profuno había puesto en grave peligro la seguridad de Gran Bretaña en una época en la que la denominada “Guerra Fría” estaba en su apogeo, por lo que dimitió.
Así, al menos, nos encontramos ya con tres Presidentes con la raíz “Mac” en sus apellidos. Y todo quedaría ahí de no haber encontrado otra coincidencia, en este caso total, entre el apellido del Presidente francés y nada menos que el romano Nevio Sutorio Macro, conocido como Macrón, sobre cuya existencia tuve conocimiento, con gran sorpresa, leyendo el libro “Memorias de Agripina” (Pierre Grimal.- col. “Novela histórica”.- ed. Diario El País, Madrid, 2005), en el que se le menciona una sola vez. Resulta que este Macrón fue Prefecto del Pretorio, cargo muy importante en la corte de los emperadores romanos, pues no solo era el jefe de la Guardia Pretoriana, encargada de la seguridad del Emperador, sino, además, su consejero. Ejerció como tal durante los años 31 al 38 de la era cristiana, al servicio, primero, de Tiberio, y después, de su sucesor, el tiránico Calígula, al que ayudó a ocupar el trono (incluso se ha insinuado que fue él, en persona, quien asesinó a Tiberio, asfixiándolo con un cojín) pese a lo cual, y solamente un año después, Calígula, recelando del poder que Nevio Sutorio Macrón había llegado a tener, le retiró su confianza y ordenó que lo detuvieran, por cuyo motivo optó por suicidarse.. En este llamativo caso, la coincidencia nominal entre ambos personajes resulta total, aunque los separen dos milenios nada menos.
Supongo que los franceses ya conocerán ante esta más que curiosa similitud, pero no está de más ponerla de manifiesto, siquiera sea como motivo de distracción para quienes pudieran decidirse a leer cuanto antecede.
(*) Mientras redactaba este artículo, desconocía que –al mismo tiempo- estaba sucediendo el atroz atentado de Barcelona, tras el que acaeció el también lamentable de Cambrils (bien resuelto por los “Mossos d’Esquadra”), dolorosos episodios ambos de una guerra larvada y cruel emprendida contra la civilización occidental, que han venido a recordarnos la existencia de un gravísimo problema, ante el cual, por desgracia, ni podemos ni debemos permitirnos desconectar. “Si vis pacem, para bellum”.
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