Las obras de Claudio Vázquez parecen no llegar nunca a su fin. Hace 3 años se informó por parte del Gobierno de Ceuta que los trabajos tendrían un coste de 4,8 millones de euros, pero nadie podía presagiar que se alargarían tanto en el tiempo. Lo que tampoco nadie pensó, quitando las personas que tienen un negocio en el lugar, es el impacto que iban a tener y lo que les iban a perjudicar. Año tras año las ventas han caído de manera significativa y no llegan las distintas soluciones que les habían prometido. Ese es el caso de Beatriz Castillo, propietaria de la expendeduría número 17, que ha visto cómo sus ingresos se han visto disminuidos de manera considerable. Su quiosco se encuentra rodeado de vallas y con el acerado sin acabar.
Las personas que lo sufren se encuentran indignadas porque pasa el tiempo y nadie les aporta una solución. Lo denunciaron a las cámaras de FaroTV y meditan acudir a la Justicia para denunciar su situación. “Estamos ya cansados. Estoy en esta situación desde hace más de un año y medio. Hablé con Juan Vivas y el arquitecto que me pidió mi número para llamarme personalmente, pero ha pasado el tiempo y nadie se ha puesto en contacto conmigo. Me dijeron que me iban a dar una solución lo antes posible y así llevo todo este tiempo. Lo único que pido es que me ayuden, que me den una solución”, explicó Beatriz Castillo, propietaria de la expendeduría número 17.
El negocio se ha visto afectado de manera notable. En 2017, duplicaban los ingresos respecto a los que están obteniendo ahora mismo. Además explican que con la pandemia del coronavirus todo se ha visto incrementado, aunque ya contaban con muchas pérdidas antes de que llegara el confinamiento. Por otra parte, comenta que el negocio se encuentra lleno de vallas y no cuenta con una zona de carga y descarga para que los clientes puedan parar y también para que lo haga la persona que le repone la mercancía. Al disminuir la anchura de la carretera se ha provocado que los coches vean imposible poder parar en la zona, por lo que han decidido no ir. “El negocio cada vez está peor. Un negocio que iba estupendamente. Para remate lo que me han dejado: estoy llena de vallas, hay un carga y descarga pero no es mío. El que quiera venir a comprarme no tiene opción. Es una situación angustiosa”.
El no poder estacionar en el lugar ha hecho que pierda una clientela que ya era fija por la buena ubicación que tenía para trabajadores que pasaban por la zona. “Yo tenía unos clientes fijos que la mayoría los he perdido. Abría de 7:00 hasta las 21:30 horas de la noche. Tenía la zona de militares, la del hospital, la de prisión… y de pronto me encontré con una obra de punta en punta y todo eso lo perdí. La verdad que la pérdida económica la estoy notando bastante”, finalizó Castillo.
La única solución que se le ha ofrecido es desplazar su negocio, una cosa que no ve con buenos ojos porque se puso en su día ahí por el buen sitio en el que estaban ubicados. Además porque mover dicho negocio le costaría un dinero que ahora mismo no se puede permitir. Ella es el ejemplo de las penurias de los comerciantes en esta barriada afectada por las obras.
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