El Gobierno de Vivas quiere hacer de la necesidad virtud con los achaques que desde un lustro se han diagnosticado en el complejo casi centenario que en el corazón de Ceuta forman el Mercado Central de Abastos y los puentes que lo flanquean ante las bahías norte y sur. A tal efecto no solo piensa en una intervención inmediata de emergencia para reforzarlo y darle otro siglo de vida, sino en convertir el equipamiento ubicado sobre el foso de la Almina en un referente arquitectónico a la altura de la “ciudad media prestadora de servicios cualificados y de calidad, con capacidad para ofrecerse como espacio atractivo, para vivir, para visitar o para invertir” que proyecta el nuevo PGOU.
Entre las ideas que barajan los técnicos a los que se ha encargado el diseño del futuro Mercado Central, en el que en agosto comenzará una nueva reforma impulsada por Procesa, está su transformación en un gran cubo acristalado que no solo cambie la primera imagen que los visitantes tienen del centro a su llegada a Ceuta, sino que también mejore la calidad de vida del entorno y los servicios a disposición de la ciudadanía.
Según las fuentes de la administración local consultadas por este periódico, el sótano parcialmente baldío actualmente podría reutilizarse como intercambiador de transporte urbano y albergar autobuses urbanos y taxis, con lo que se liberaría parte de la superficie al aire libre que actualmente ocupan tanto en la Gran Vía como en calles adyacentes.
Ese “gran cubo de cristal” de tres plantas acogería en la primera los puestos que alberga un Mercado de Abastos al uso: alimentación en general, pescados, vegetales y verduras y “varios”.
También se planea dar cabida en la segunda planta a una superficie comercial que sirviera tanto de imán de clientela como para satisfacer las necesidades de los residentes en el entorno sin necesidad de desplazarse al puerto o el extrarradio. El piso superior sería el espacio reservado para restaurantes, cafeterías y otras ofertas de ocio y disfrute con vistas privilegiadas.
De esta manera el Mercado Central no perdería su vocación de dar servicio al vecindario más próximo y, al mismo tiempo, se erigiría en una especie de nuevo centro de ocio gastronómico.
La intervención permitiría, en paralelo, recuperar para la vista “en todo lo que se pueda” las murallas inferiores de manera similar a como se han integrado los restos arqueológicos de Huerta Rufino en la Biblioteca Pública del Estado.
Durante las últimas décadas se han barajado distintas salidas para el Mercado Central, demolición incluida, y el año pasado se implementaron obras de urgencia que han desvelado nuevas patologías que harán necesaria la ejecución inmediata de más trabajos de refuerzo y consolidación cuyo coste podría rondar los 7 millones. El de la reforma integral de verdad del espacio podría elevarse hasta a alrededor de 20, según se estima.
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