La Ciudad ha acogido ya en las naves del Tarajal a 620 marroquíes, entre los que se incluyen familias y grupos vulnerables. Todos ellos súbditos nacionales que cruzaron los espigones en la famosa crisis de mayo y que terminaron formando asentamientos en las calles. Poco a poco se va reconduciendo a esos grupos, repartidos en tres naves. Este viernes se prevé abrir una cuarta que dispone de dos plantas y que podrá acoger a 200 personas en Ceuta.
La distribución de todos los marroquíes se hace siguiendo criterios para separar a las familias y colectivos vulnerables de los adultos solos. Además se reserva una nave específica para afectados por covid y para guardar las cuarentenas cumpliendo el protocolo aplicado a todos los recién llegados, en ese goteo migratorio que se produce en nuestra ciudad con entradas por vía marítima o por la valla.
La nave que se prevé abrir este viernes, la cuarta, dispone de dos áreas separadas y ha sido equipada con sus baños y duchas. El Gobierno local va a disponer de hasta cinco naves que las adquirirá para después, una vez termine la crisis migratoria, puedan ser empleadas para otros fines.
Mediante la encomienda a Tragsa se van retirando poco a poco los asentamientos dispersos en diferentes puntos de Ceuta. Se estima que unas 3.000 personas se quedaron en la ciudad, rechazando el retorno voluntario a su país. Fueron ocupando puntos dispersos y formando asentamientos que incluso tienen apariencia de poblado, generando un riesgo sanitario además de ser focos de inseguridad. Lo que pretende la Ciudad es ir desmantelando poco a poco cada uno de estos puntos y canalizar el traslado de sus ocupantes a las naves. Lo está haciendo después de que Cruz Roja revisara cada uno de estos lugares comprobando el estado de salud de sus moradores y su interés por acudir a las naves.
La reacción in extremis que ha tenido que hacer el Gobierno tras la entrada de miles de personas a Ceuta se ha centrado en dos frentes: por un lado, acoger a los menores para lo que ha abierto dos campamentos en Piniers y utilizado las instalaciones del ‘Santa Amelia’; por otro, acoger a los adultos, para lo que ha tenido que ir abriendo naves que antes eran usadas por comerciantes.
La Cruz Roja se encarga de la gestión de estos departamentos mientras que en Piniers opera la Fundación Samu.
La aspiración final del Gobierno local, como de la propia Delegación del Gobierno, no es otra que Marruecos asuma a estas personas, pero de momento ante el rechazo de las mismas a volver de forma voluntaria hay que mantenerlas hasta que se consiga desbloquear esta situación que impide, por ejemplo, llevar a cabo expulsiones salvo en el caso de aquellas personas condenadas que se correspondan con entradas de mayo que sí están admitiendo.
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