Atrapado en el tiempo
Dirección: Harold Ramis.
País: USA.
Género: comedia romántica.
Duración: 101 min.
Título original: Groundhog Day.
Año: 1993.
Intérpretes: Bill Murray, Andie MacDowell, Chris Elliott, Stephen Tobolowsky, Angela Paton, Rick Overton, Brian Doyle-Murray, Marita Geraghty, Rick Ducommun, Harold Ramis, Rod Sell, Michael Shannon, Peggy Roeder, Les Podewell, Robin Duke.
Guión: Danny Rubin, Harold Ramis (Historia: Danny Rubin).
Música: George Fenton.
Fotografía: John Bailey. Debe de ser por su carácter amable (sin dosis extra de edulcorante, lo cual se agradece) que, sin estar ambientada en la navidad, Atrapado en el tiempo es una película recurrente de estas fechas; y porque no viene nunca mal un poco de buen humor sano, les recomiendo esta pequeña pero famosa joya de principios de los noventa que ha ido subiendo peldaños en su valoración cada década que transcurre desde su estreno. Ya convertida en clásico imprescindible, en su momento fue tildada de “menor y olvidable” (estos críticos, qué sabrán de cine…). Víctima del a veces incomprensible criterio de poner un título distinto al original en español, esta cinta es conocida en el resto del mundo, coloquialmente también en España, con el certero nombre de El día de la marmota. La historia, como ya sabrán, cuenta como el hombre del tiempo de una cadena local de televisión (un delirante Bill Murray en plena forma, que no es poca cosa) viaja como cada año a Punxstawnwey, a cubrir la información del allí tradicional evento del Día de la Marmota; en el viaje de regreso se topan él y su equipo, cámara (Chris Elliott) y realizadora (Andie MacDowell), con una enorme tormenta que les obliga a volver al pueblo. El resto, aunque no hayan visto la película, ya lo conocen también: repetir una y otra vez el mismo día hasta la redención del particular “grinch” que interpreta Murray, que se muestra como un cínico irredento y miserable incapaz de ser feliz y de conseguir a “la chica”, una radiante McDowell cuya personalidad amable y soñadora es antagonista a la del personaje principal. Como bien sabrán, una de las pocas claves del éxito de la comedia romántica es que tenga gracia, de ahí lo de comedia, que el espectador empatice con la pareja, fruto de la química actoral, y un buen guión. La propuesta muestra un resultado redondo, porque tiene las tres cosas. El humor, garantizado de antemano (Bill Murray es un valor seguro). El imperecedero guión hace virtud de la sencillez narrativa para contar algo más complejo de lo que parece, siempre desde la inteligencia. Y finalmente un magnetismo entre protagonistas que a priori no le pegaban a nadie; ambos nos hacen sin embargo olvidar dicho prejuicio desde el primer segundo, porque son dos grandes artistas que explotan sus fortalezas interpretativas a la perfección. Para la retina nos quedan momentos como el de la marmota conduciendo, el de Phil y el puñetazo al hombre de seguros, el conciertazo de piano o las “creativas” maneras de cometer suicidio. En realidad, todo el metraje está plagado de escenas favoritas para alguien y podría pasarme un rato enumerándolas. ¿Queda suficientemente claro que estamos ante un ejemplo de recomendable diversión subvalorada en su momento? No se la pierdan si aún no le han dado una oportunidad alguna de las mil veces que la emiten por motivos festivos. No se apuren, volverán a ponerla, es el fundamento del argumento de Atrapado en el tiempo: siempre estás a tiempo de rectificar los errores si tienes voluntad de hacerlo…