Cuelgan en algunos de los camiones que usan banderas de Marruecos y España. Enfundados en uniformes llenos de barro, aún tienen fuerzas para el último ‘trote’ antes de volver a casa. Cien personas que dejaron sus ciudades natales en noviembre. Ciudadanos del país vecino que, coordinados en parte por la Delegación del Gobierno en Ceuta, han retirado “cincuenta piscinas olímpicas” de lodo en 17 municipios afectados por la DANA.
“Han venido aquí a partirse la cara por España y lo han hecho con una sonrisa. Este es el pueblo marroquí”. Es la rotunda afirmación de Gonzalo Sanz, asesor del órgano que representa al Gobierno nacional en la ciudad.
Él es testigo de las reacciones, dificultades y anécdotas que atraviesan estos operarios que, en territorio ajeno, ya han cumplido con su misión con ayuda de seis traductores, dos oficiales y cuatro coordinadores. Este martes ha sido uno de sus últimos días en la región. Este viernes se irán cargados de recuerdos e historias para contar a sus familias tras su ausencia.
“Ellos han vivido todo lo que ha pasado en primera persona. Se han metido en los garajes con el barro hasta el cuello. Han visto la cara de resignación y de dolor de los vecinos”, expresa. Ante unas imágenes reflejo de la pérdida que han sufrido los valencianos, han cultivado el orgullo de ser llamados para ayudar.
Han seguido al pie de la letra las indicaciones, lo que no les ha dado mucho margen a actuar por su cuenta. Sin embargo, en la medida de lo posible, se han prestado a brindar su apoyo, por ejemplo, con baldeos en las calles tras finalizar su tarea. “Desde que llegaron manifiestan este sentimiento que aún mantienen. Lo tienen intacto”, comenta.
“Han colaborado de manera intensa y efectiva desde el primer hasta el último día. Evidentemente, ya hay cansancio en sus cuerpos. Han sido dos meses sin ver a sus seres queridos. Son personas humildes. Trabajadores que han venido desde muchas poblaciones, incluso algunas lejanas, como Agadir”, detalla.
La de más duración
Portugal y Francia también han sido parte de las labores de retirada y adecentamiento en los municipios sometidos a las repercusiones de las inundaciones. A diferencia de los dos estados europeos, que han estado presentes en torno a una quincena, Marruecos ha sido el que más tiempo ha permanecido entre el lodo. Ha estado un total de 60 días.
“Ha sido el cometido internacional de mayor duración y con más efectivos y recursos de la historia de la democracia española. Nunca antes había habido uno en territorio español que tuviera la longitud temporal y la cantidad de medios que se han desplegado”, incide Sanz.
El esfuerzo se ha saldado con 200 cocheras intervenidas y con la liberación de 350 kilómetros de alcantarillado de las poblaciones perjudicadas por el paso de la DANA. El total se ha extraído de mil puntos de la red. “Han trabajado seis jornadas a la semana de sol a sol para que los valencianos recuperen la normalidad”, menciona.
Aún queda trabajo
El pueblo y distintas instituciones han manifestado su gratitud a través de muestras de cariño, unas escenas que, en palabras de Sanz, han tenido como el telón de fondo la confraternidad. Sienten el calor de desconocidos en una situación anómala que ha roto en dos su rutina. No es de extrañar si se echa un vistazo al presente. Todo empieza a arrancar, pero a trompicones. Los avances se dan por capítulos. Algunos están completos y en otros aún queda mucho por escribir para dar por terminado este libro del que los vecinos quieren deshacerse.
Los progresos más significativos se han dado en el desatasque y limpieza en el sistema urbano de saneamiento. Ello se traduce en que, al fin, los residentes pueden hacer gestos tan sencillos como abrir el grifo o tirar de la cadena al ir al baño. Son acciones cotidianas que van mucho más allá de hacer vida normal ya que, gracias a esta labor, se han curado en salud y han evitado problemas importantes de higiene. El 90% de la infraestructura está solventada. Todavía queda por recuperar al cien por cien las zonas industriales, así como la retirada de vehículos.
“Una de las asignaturas pendientes es trasladar los coches, que eran en inicio 140.000. Se han quitado la mitad de ellos, pero quedan unos 60.000”, señala. “Esa imagen le duele a la población a nivel psicológico. No les permite pasar página. El niño que abre la ventana en su casa y ve ese cúmulo no puede sentir que ya está saliendo de esto”, destaca.
A golpe de lodo y de tiempo, los valencianos remontan y suben a flote. “Tienen un espíritu de resiliencia enorme tras perder todo”, concluye.
El blanco y negro en la zona afectada tras el cese de la DANA
Hay dos caras de la moneda en los hechos que han sacudido a toda la ciudadanía. Una de esperanza y otra de tristeza. Sanz recuerda las víctimas mortales y la fuerza con la que el agua ha azotado a las poblaciones. “Es un suceso de dimensiones increíbles. Solo puede entenderse la superficie de la inundación si se está aquí”, indica. La presencia militar se ha hecho más fuerte, según cuenta. “Siempre se garantiza en torno a 10.000 efectivos en la zona cero”, remarca.
El ritmo de afluencia de voluntarios, en cambio, ha descendido, aunque aún algunos se animan a los “findes solidarios” y pasan el cierre de semana en los municipios. A ellos y a otros equipos humanos se añaden estos operarios marroquíes, una realidad que se ha hecho posible a través del convenio firmado por España y el país vecino en 1987. El pacto estipula la prestación de asistencia en momentos de emergencia. “Están deseando volver con su familia para contarles todas las historias maravillosas y duras que han vivido”, expresa.
Son muchas las anécdotas, pero, entre ellas, hay favoritas. Recuerdan con cariño cómo paisanos que viven en Valencia, al verlos, les montaban festines improvisados en plena calle a la hora del almuerzo. Pastelas, cuscús y otros manjares para que no olvidaran el calor de sus hogares.
Es muy interesante lo que usted cuenta....ojalá le hubieran preguntado.
España es para los españoles y no deberían trabajar o ayudar si no son europeos de origen católico e "hispano latinos" ( una identificación "racial" forzada por este grupo de "voxeros" al que intentan usar como nexo común: la cultura, la religión y la lengua), es lo que se ha utilizado como frase que resume el sentimiento de odio y rechazo que se tiene al trabajador transfronterizo y a todo lo que represente a nuestro vecino del sur, por parte de un grupo habitual de racistas y xenófobos en las redes sociales ceutíes y a nivel nacional.
Estos trabajadores que conforman un contingente de Protección Civil no son transfronterizos pero han dado todo su tiempo, dedicación y esfuerzo en colaborar estrechamente con nuestro Estado en normalizar una situación caótica que parecía un escenario bélico sacado del contexto más macabro como podría ser Gaza u Ucrania o similares (sin luz, sin agua potable, sin servicios sanitarios básicos, sin centros escolares, sin alimentación básica, sin un techo para cobijarse, desaparecidos, cadáveres desperdigados por la zona,...).
Similitudes existen con los trabajadores transfronterizos al tener que abandonar sus hogares para dedicarse al bienestar personal del vecino, de cuyo esfuerzo no ha tenido mucho recorrido por parte de la prensa nacional más afín a la derecha aznarista y a la ultraderecha del país que se codea con el vecino italiano por sus similitudes ideológicas ( religiosas y políticas).
Sin entrar en más análisis más o menos acertado para no generar polémica y crear la oportunidad a los que son patriotas de boquilla y de sillón de redimir sus conciencias sucias de odio, solo decirles que las buenas personas abundan por encima de las malas personas, y ese sentimiento positivo no está vinculado con la nacionalidad, la religión o la cultura de esa persona, puesto que está adherido en lo más profundo de su ser: su educación en valores que han mamado en los buenos hogares.
No quiero finalizar sin expresar la importancia en nuestra cultura y en los propios preceptos contenidos explícitamente en las sagradas escrituras, del valor de la vecindad, es decir, el respeto y colaboración que se debe tener hacia el vecino; sin lugar a dudas, nuestro vecino y otros vecinos como Portugal y Francia, al que agradecemos indirectamente desde Ceuta su trabajo altruista, derrochando su tiempo, su dedicación, su esfuerzo, su salud física y psicológica, su cariño, ...en definitiva, su amor al prójimo, expresados de forma explícita en las sagradas escrituras:
"Amaras a tu prójimo como a ti mismo" ( Mateo 22:37-39).
"Y adorad a Al-lah y no asociéis nada a Él y mostrad bondad a los padres, a los parientes, a los huérfanos y necesitados, al vecino afín a vosotros y al extraño, al compañero que está a vuestro lado, al viajero y a los que poseéis con vuestras diestras. En verdad Al-lah no ama a los orgullosos ni a los jactanciosos”. (Sura 4, aleya 37).
En fin, sin los lazos vecinales no podemos presumir de esa conexión que nos debería humanizar en situaciones que requieren nuestro esfuerzo que comienza por la empatía.