Para tener de todo un poco, hablemos esta semana de una de animación. No sé por qué, me imagino estos tiempos a muchos en sus hogares (obviamente) sorteando al andar juguetes plantados como si se tratase de minas antipersona, con tapones en los oídos y esperando como agua de mayo, nunca mejor dicho, el momento diario del paseíto para relajar la mente del personal.
Ver una película de animación de probada eficacia en el ámbito de aplacar la energía de los más pequeñajos, que puede llegar a convertirse en asesina para la de los adultos. Abominable es para tales efectos una buena posible alternativa si le echan un mínimo de paciencia al asunto. Y digo lo de la paciencia porque se trata de un proyecto con intenciones familiares que no logra atrapar del todo más que a público infantil, pero que supone un rato de razonable agrado para todas las retinas, aunque sea por un protagonista simpático y resultón, y por unos escenarios de China absolutamente alucinantes.
La aventura empieza presentándonos a Yi, una muchachilla que vive en la descomunal ciudad de Shanghai. Un día, se encuentra a un joven yeti en la azotea de su edificio (sí, un yeti, como quien no quiere la cosa, no ha saltado el corrector de texto). La en teoría terrorífica criatura, que se ha escapado del laboratorio donde estaba encerrado, está siendo buscada por toda la ciudad. Junto con sus ingeniosos amigos Jin y Peng, Yi decide ayudarle a huir, y los cuatro se embarcan en una épica aventura para reunir a la mítica criatura con su familia en el pico más alto del mundo, el Everest.
La producción mezcla buena técnica y paisajes preciosos con una excesiva esquematización de los personajes que los simplifican demasiado y les hace encajar mal dentro de los poderosos escenarios. Hay que añadir que en una trama situada en China, parece que las cosas de la casualidad y del destino nos hacen mirar de forma recurrente en China, y con personajes chinos, se les ha ido un pelo la mano occidentalizando al diseño del “reparto”, sin duda para alcanzar el término medio que haga sentirse cómodo a espectadores de todo el mundo.
La poderosa Dreamorks nos enseña músculo con esta última cinta muchimillonaria (quién sabe si en el futuro deberán tener mayor mesura presupuestaria por la coyuntura, disfrutemos de lo que quede del despiporre presupuestario por si acaso), y con esta película se coloca candidata, como siempre, a ganar muchos premios; o al menos a optar a ello.
Correcta políticamente, aunque con alguna innecesaria cuña ideológica, y algo dulzona en su puesta en escena, estamos ante una bella aunque ligera historia de un yeti que tira más hacia la senda de las criaturas mágicas rodeadas de misticismo que para el fenómeno “King Kong”. Permítanme la broma facilona, una gran propuesta de los chinos…
Puntuación: 5