“Me conocían por Mari Carmen la telefonista. Yo no tenía apellido”. Durante años ella facilitó a los vecinos de Ceuta hacer llamadas telefónicas. Toda una vida como ‘chica del cable’ que ha celebrado este viernes junto a otros antiguos compañeros.
Han festejado también el día del teléfono, motivo por el que el grupo de mayores de Telefónica ha organizado este almuerzo en la Barraca.
Mari Carmen hacía un poco de todo, pero su fuerte era la venta de teléfonos. Así la ha descrito durante el almuerzo una mujer sentada a su lado. “Era muy profesional”, señala. Su primer empleo, a los 17 años, fue fruto de una apuesta con una compañera del instituto. Fue en la Comercial Africana hasta que, en el 71, decidió cambiar de rumbo y ponerse tras el auricular.
A sus 76 años la ceutí ha expresado, con naturalidad, que es “algo lanzada” mientras camina hacia el restaurante. Cuenta, con cariño, el vínculo que construyó con las mujeres que trabajaban codo a codo con ella. Mari Carmen, con voz suave y una sonrisa, ha contado cómo pasaba los días en Telefónica.
Primeros teléfonos
Ella formó parte de ese equipo humano, de ese puente entre caballas para que, a través de la voz, pudieran comunicarse. “Fue un tiempo muy bonito. Era todo manual”, ha explicado. Se prejubiló con 52 años y, desde 2000, disfruta de su descanso tras una larga vida de esfuerzo.
Vivió en primera persona, al igual que otros, cómo la tecnología avanzaba con el paso del tiempo. Han emergido de su memoria aquellos dispositivos que ahora se antojan prehistóricos, pero que, en aquella época, fueron todo un progreso. “Empezó en el 78. Iban en coche, en un maletón. Ya después vinieron los móviles”, ha señalado.
Esta experiencia le regaló amigas. “Eran bastantes mujeres”, ha mencionado. No es la única que estrechó lazos con otros empleados de Telefónica. Todos coinciden en que en aquellos tiempos crearon una familia.
El amor en Ceuta
‘Antolín’ y ‘Ochoa’, por las vueltas que da la vida, encontraron el amor en Ceuta. Dos mujeres caballas con las que se casaron y con las que decidieron compartir su camino. La ciudad les abrió las puertas, les dio trabajo e hijos. A día de hoy se sienten afortunados y lo han festejado entre manjares.
José Ibáñez o ‘Antolín’ desembarcó en Ceuta para trabajar. Un burgalés que se buscó la vida como tantos otros jóvenes de su época. A los 19 comenzó en Telefónica. Desde entonces, ha confesado que apenas ha dejado la ciudad. “Poco he salido a la Península para trabajar”, ha indicado. “Para vivir, estupendamente. Es un sitio tranquilo y cómodo”.
Antes de su llegada, vivió y trabajó en Bilbao durante cuatro años. “Me vine porque no podía resistir más. Ese trabajo era muy distinto y cuando tuve la ocasión me fui”, ha narrado. Sus amigos de Telefónica son “de todos lados” y son “una familia”.
“He tenido suerte en esta vida”. Tiene 80 años y se prejubiló a los cuarenta y cuatro. “He tenido suerte hasta para eso”, ha bromeado. Al preguntarle cómo conoció a su mujer se ha sonrojado. Aún conserva para ella ese rubor del primer amor.
“La conocí en la feria. Ya la vi de antes por mi trabajo, pero en ese momento me decidí. Se ve que tendría un traguito de más”, ha narrado, entre risas. Optimista y alegre, ha indicado quién es ella. “Es Mercedes Mencía. Es la de azul, ¡qué guapa está!”.
Un mallorquín hace décadas se bajó del barco y empezó, sin saberlo, su vida en Ceuta. Le esperaba el amor de su vida, una ceutí con la que tuvo a sus hijos. Él es Agustín Ochoa que, tras examinarse en Valencia, se fue a Barcelona y Madrid. Puntos de partida de un periplo por distintos lugares de España hasta asentarse en la ciudad.
“Yo estudiaba en Valencia peritaje. Estaba en el segundo curso, pero por circunstancias de mi casa, que éramos muchos, cinco hermanos… El sueldo de mi padre no nos daba bastante”, ha detallado. “Cogí una maleta y me fui de casa. No volví hasta los 27, casado”.
“Aquí conocí a una caballa que es oriunda y me casé con ella, con María del Pilar, Carmona, como yo”, ha explicado, en referencia a su segundo apellido. “Ella tenía 21 y yo 27”.
La transformación del sector
Estuvo con compañeros muy distintos en Telefónica. “He tratado en mis principios con catalanes, gallegos, vascos, andaluces… con todos me llevaba bien porque en la empresa, éramos una familia”, explica, mientras se ha preguntado cómo será ahora y si ha cambiado.
“Éramos 52 personas en Ceuta. Nos veíamos los fines de semana para ir a la playa o comer paella. Fuese a donde fuéramos íbamos siempre juntos y hacíamos pandilla”, ha asegurado.
A sus 79 años espera “llegar a los 80” y ha vivido una situación distinta a la actual en la empresa. “Cuando entré era todo diferente. Había muchos telefonistas. Yo estaba en transmisión. Llevaba la radio”.
Un cambio que ha considerado “abismal” entre el pasado y el presente. “Ahora se llama en una habitación de 4x4 para 50.000 abonados. Antes hacía falta un edificio para tener 3.000”, ha mencionado.
“Ahora mismo una persona desde Algeciras o desde Puerto Real lleva a Ceuta, Algeciras, La Línea, lleva todo y antes éramos 52 empleados, de los cuales unos 20 éramos técnicos. Hacían falta 20 personas para llevar la central”, ha explicado.
Carmen Brey fue otra chica del cable. Este viernes ha conmemorado aquellos tiempos con sus dos hijos y sus nietas. “Me gustaba bastante. Después pasamos a oficina cuando se automatizó todo”. Treinta tres años de su vida dedicados a la compañía en la que fue testigo del paso de las labores manuales a las automáticas.
Aprendió “de todo” y hacía distintas tareas en su día a día. “Lo que más me gustaba era tráfico”, ha comentado. Ha hablado de sus turnos, de su rutina, ilusionada. Un periodo que fue algo difícil cuando tuvo a sus hijos. Tenía que hacer “equilibrios” y se apoyaba en su madre para criarlos.
El día del teléfono
Rosa Muñoz, coordinadora de Grupo de mayores de Telefónica, ha explicado que este almuerzo se ha organizado para celebrar la efeméride y para que los antiguos trabajadores de la empresa cambien de aires.
“Es una asociación para ayudarnos entre compañeros”, ha especificado. No es la primera vez que festejan este tipo de encuentros. Se acompañan en cumpleaños y fechas señaladas. Los voluntarios de la entidad ayudan y facilitan a los empleados jubilados de Cádiz reunirse con los de Ceuta.
“Se hace principalmente pensando un poco más en los mayores que no tienen mucha oportunidad de salir y así ellos disfrutan viendo a los compañeros”, ha expresado. Una de las invitadas, Rosario Belmonte, no ha podido asistir, pero ellos le han enviado fotos y le han preparado un detalle para que “se sienta arropada” desde la distancia. “Tiene 97 años. Se cayó ayer por la lluvia. Tiene un disgusto horroroso”.
Así, los antiguos compañeros de Telefónica de Ceuta y Cádiz mantienen viva aún la llama de su amistad. Muestran que, a pesar de los años, son una gran familia.