Chabolismo y miseria en un río que no es de oro

¿Hay CETIS o algo parecido en Marruecos?, no lo digo porque sí, sino en base a los que intentan conseguir la “libertad” a nado, saltando electrificaciones y vallados, en coches afiambrados o de mil maneras, “la imaginación al poder”, llegan de su estancia temporal en el país vecino, deambulando, agurugados, ¿asistidos humanitariamente?. No es cuestión de impresiones sino de hechos, que periódicamente a nuestros vecinos les interesa tensar la cuerda al máximo, y que usan  la permisividad de tenerlos en su casa, al otro lado de la verja, al igual que explosivos humanos, buscando el estallido, la tensión, en búsqueda de satisfacer sus reivindicaciones territoriales para con estos “presidios  okupados”, o bien distraer la atención interna de su falta de libertades y opresión, obteniendo suculentas tajadas económicas, vía UE o de nuestros gobiernos, temerosos se nos cabree el Mazjén o susodicho primo  de sangre azul.
Mientras tanto, años ha, nuestra  ciudad, estaciona con una temporalidad de vergüenza, a los llegados, a esos ilegales sin papeles”, hacinados cuanto menos, truncados en su deseo de llegar a la “Vieja Europa”, donde realizarse mejorando sus condiciones de vida, en estas de malvivir y depresión galopante.
Van pasando los años y una gran mayoría, ni son repatriados con la celeridad que se requiere, ni por  enraizamiento y como “premio”, si y repito, consiguen como premio y reconocimiento a nuestra torpeza e hipocresía, poder dar el salto al continente, a Occidente, con papeles, con legalidad, por auténticos y sacrificados héroes y heroínas, pues el trasiego lo merece y deben sentir el orgullo del “ha valido la pena”.
Y el sueño africano de conquistar esas libertades y derechos universales de los que gozamos otros, les es vetado. Y lo que es peor, meses, años en un ghetto disfrazado de mínimas satisfacciones vitales: comida, aseo, cama, ¡no es para menos!. Aquellos que no soportan el encorsetamiento y la difícil movilidad, a veces optan por bajar y subsistir, lavar coches, sacarnos los carritos de la compra, que ¡el trabajo dignifica!
El último acontecimiento, los cuerpos calcinados de los tres inmigrantes chabolistas, de Michael, Sony o Deny y de Sonsha, demuestran lo que ocurre cuando miramos esa realidad que nos disgusta por falta de conciencia, de compromiso, pues ¡claro pueblo el tema no va con  nosotros!, mejor mirar a otra parte, que ya llegará el tiempo pasajero y el olvido, la calma, absortos por nuestros problemas y apetencias liberoconsumistas, cada cual a lo suyo.
Y cuando en Europa, colectivos de gitanos rumanos no hace tanto y ahora  sin eco mediático, son expulsados con una celeridad y celo que pasma, aquí tenemos “temporales con trienios e incluso más a sus espaldas”. ¿Qué se espera, qué luz en su personal túnel y proyecto de vida les aguarda? Hipocresía, cinismo impropio de los teóricos valedores de los Derechos Humanos. Supongo que los llamados y considerados por las leyes hoy vigentes, “ilegales”, también los tienen, ¿o no y si es que no, por qué razones?
No voy a entrar en si se equivocan al no aceptar el régimen interior del Centro, en si incordian y mejor y menos problemas, fuera, y no lo veo, pero lo que es inadmisible en este siglo XXI, es el permisivo chabolismo  y las condiciones de miseria humana en que se desenvuelven, caldo de cultivo para los “mafiosos internos que los hay, y se sabe y se ejerce y se hace la vista gorda, ¿por qué razones?,o ¿acaso  ejercemos de Pilatos y el “búsquese la vida”?
Y si se tiene a fe cierta constancia de que hay trapicheo, extorsión, violencia, drogas y alcohol,  detonantes de conflictos, mafias,  prostitución, ¡qué más falta por permitir!, ¿quiénes asumen responsabilidades?, ¿cuántos esconden su sonrojo o frialdad, cámara presente e inoportuna?
Por hoy, basta, pero intentaré no caer en el olvido, en esa inhibición vergonzante de la que no me eximo en mi parte de  responsabilidad.
¿Quiénes serán los próximos para lamentarnos, por pura justificación de lo que no ha de serlo?
Aunque tarde, descansen en paz y que alcancen sus sueños, en otras dimensiones, pues estas, apestan y no dicen nada bueno de nosotros.
Ellos quieren seguir siendo “chicos buenos” y reclaman su libertad y sus derechos, como seres humanos, en un mundo con demasiadas trabas, sin equidad a costa de privilegios para una minoría, guste o no admitirlo.
¡Papeles si, humanidad también, tanto macarrón no, pues la verdad es que harta!