Una ceutí encuentra una cartera con casi 4.000 euros y localiza a su dueño

La educación en valores que dan los padres forjan carácter. Al menos es lo que le ha sucedido a Malika, una vecina de Ceuta a la que desde pequeña la educaron para obrar de una forma adecuada aunque ese proceder choque directamente con un modo de vida actual en el que la honradez parece no estilarse demasiado.

Este no es el caso. Afortunadamente sigue habiendo personas que tienen claro cómo actuar. Esta es la historia de una vecina de Ceuta que no paró hasta dar con el propietario de una cartera en cuyo interior había casi 4.000 euros. Malika, que entendió esta acción como algo que cualquier persona debería hacer, regresaba a su ciudad natal tras pasar unos días en Málaga.

En un taxi, camino hacia la estación marítima de Algeciras, halló una cartera con documentación, tarjetas de crédito, unos papeles con números de teléfono apuntados y dinero. En concreto 3.630 euros.

Desde el momento lo tuvo claro: tenía que hacer lo que estuviera en su mano para dar con el dueño de la cartera. De lo contrario, la depositaría en la comisaría de Policía más cercana.

Echando de pericia y sin dar pistas, comenzó a llamar al número de teléfono que venía apuntado en unos papeles. No se correspondía con el del dueño del dinero y titular de las tarjetas pero se trataba del de un íntimo amigo conocedor de lo mal que lo estaba pasando el propietario.

No sabía siquiera dónde había perdido la cartera. Este amigo se puso en contacto con el afectado, un hombre que ya se encontraba en Rabat y que temía haber perdido para siempre tanta cantidad de dinero además de documentos bancarios.

Malika no le dijo ni el color de la cartera, ni el dinero exacto que había, ni tampoco una serie de detalles que solo podría saber su legítimo propietario. Y así fue: supo todo, hasta la cantidad concreta que llevaba. Fue solo así como se hizo la entrega de la cartera en Ceuta para que regrese a las manos de su dueño.

Hechos así no suceden todos los días o, si pasan, ni siquiera nos enteramos quizá porque el mundo no está hecho de demasiadas personas como esta ceutí a la que no le surgieron dudas sobre lo que tenía que hacer: lo que le enseñaron sus progenitores.