Ceuta y Melilla, diferencias y realidades

Comentaban unos amigos míos, hace algunos días, la falta de conocimiento en la península de la relación entre las dos ciudades autonómicas del norte de África. Si bien algunos confunden su ubicación, para otros se les hace imposible adivinar la distancia entre ambas… dejando nuestra imagen como de ciudades varadas y sólo relacionadas con los trasnochados servicios militares de sus mayores. La ausencia de cultura acerca geografía e historia en España deja una generación huérfana de conocimientos (la batallas de la autonomías nos separa y distancia, sumándole la escueta referencia histórica, política y social del origen de nuestro país para que nadie se sienta molesto, sin saber el daño que hacen a nuestra identidad como nación).
Hasta en muchas ocasiones los propios residentes en ambas localidades adolecen de un alto grado de desconocimiento sobre las ciudades hermanas, bien por no haber tenido la oportunidad de haberla visitado o por no haber sentido nunca la curiosidad de ahondar en su devenir diario.
A ambas poblaciones les mueven aspiraciones seejantes en política, aunque en muchas ocasiones cada una de ellas interpreta de una forma distinta sus necesidades y sus aspiraciones, distanciándose a la hora de alcanzar muchos acuerdos a nivel nacional por la falta de rigor al abordar algunos temas donde deberíamos ir de la mano…
Pero es fácil discernir, diferenciar y distinguir la tarea autonómica de ambas ciudades, que pese a compartir siglas entienden de distinta forma la gestión. Ambas ciudades lucharon por la autonomía compartiendo un sueño, pero el contexto y las circunstancias de ambas les distancia en sobremanera en determinadas cuestiones.
Podría parecer a simple vista que las relaciones sociales y la convivencia son similares, siendo muy distintas si analizamos la personalidad del ceutí y el melillense. El ceutí vive marcado por Andalucía, tanto en sus costumbres, sus fiestas y hasta en el decir.
Mientras el melillense es mucho más ambiguo, compartiendo esa diversidad de cultura y religiones, fusionándose con ellas tanto que cuesta saber la verdadera identidad de los oriundos melillenses, mezcla de bereberes, levantinos con un toque andaluz (la influencia del Tamazight llega afectar hasta en el acento español de los más jóvenes).
Quizás la mezcla de Melilla con sus vecinos les ha restado cierto arraigo, haciendo las costumbres de los otros como propias y dejando un poco de lado aquellas heredadas en el tiempo y que una mala entendida convivencia les ha obligado a dejarlas a un lado (aunque de la reciprocidad de las distintas culturas en Ceuta y Melilla, su correspondencia y la disposición de los de siempre ya daremos cuenta otro día…).
Quien les escribe conoce las dos ciudades como la palma de la mano y sabe de las frías aguas de Calamocarro tanto como la calidez de la amarilla arena de la playa de San Lorenzo en Melilla… he paseado en infinidad de ocasiones por la Avenida Juan Carlos I de Melilla y me une tanto a ella como a la serpenteante sombra de los naranjos del Revellín… soy un caballa criado a la luz de las palmeras de Parque Hernández… he comprobado la sensación de echar de menos a Ceuta estando en Melilla, echar de menos a Melilla estando en Ceuta y de echaros de menos a las dos…
Determinar nuestras similitudes es fácil, y se pueden resumir en un puñado de palabras marcadas por una misma realidad: Ceuta y Melilla viven y crecen por aquellos que la sienten suyas, trabajando por mantener su economía y bienestar de una forma constante pese al incesante yugo del vecino “fronterizo” que justifica con los aires expansionistas una miseria que le colma a un Reino de desigualdad… también tenemos en común esa parte de la población añadida tanto de primera como de segunda generación que sin ser parte viva se aprovechan de una documentación conseguida sólo para su beneficio, pero si se vieran en la circunstancia de cerrar la frontera en un tiempo límite (válgame el ejemplo del cierre de la reja de Gibraltar), seguro que optarían por abandonarnos como comadrejas en busca de aquello que sólo dejaron por una conveniencia y sin pretender una convivencia social, lingüística y de entendimiento (es lamentable que personas con DNI. que no conciben nuestra idea de españolidad y de prosperidad de nuestras ciudades, sean siempre los que tiñan de gris nuestra actualidad).
En nuestras manos está seguir dando a conocer las excelencias y privilegios de ser ceutí y melillense, propagando al resto del país toda nuestra identidad única sin adimentos ni tener que convertirnos en lo que no somos (el que quiera conocer un poblado de las mil y una noches que se saque el pasaporte…)
Y para no darle más tres cuarto al pregonero, acabaré como el cuarto palo de la sevillana de mi admirado y desaparecido Francisco Palacios “El Pali”, la cual decía tal que así: «Somos hermanas, y a gala los llevamos, somos hermanas, y a gala los llevamos el ser de España».