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Ceuta y la Fortificación del Monte Hacho

Tanto Ceuta como su Monte Hacho tienen una historia rica en acontecimientos militares, penitenciarios y en la construcción de fortificaciones defensivas, motivo por el que siempre centraron la atención de los poderes de las distintas fuerzas que ocuparon la ciudad.

Eso, junto al hecho significativo de que hoy la parte del castillo-fortaleza, en su cima, tiene la consideración de Bien de Interés Cultural perteneciente al Patrimonio Nacional, que le otorgaron los Decretos de 22-04-1949, el 571/1963 y el 499/1973, creo que bien merece que hoy me ocupe de ello, ya que pienso que si, además de utilizarlo para fines militares, se atendiera también a promocionarlo como bien de interés turístico, con las preciosas vistas que desde sus alturas se contemplan en todas direcciones, junto con la rica historia con que cuenta, creo que ello reportaría sus frutos a Ceuta. Bien entendido que al referirme aquí a las defensas que en el pasado tuvo el Monte Hacho, lo hago como conjunto de toda su superficie y perímetro fortificados, y no sólo a su castillo o cúspide amurallada, que es el que en realidad goza de dicha protección normativa.  
Aunque las fuentes históricas son escasas, confusas y a veces incluso contradictorias sobre las primeras tropas que hubo en Ceuta y las fortificaciones que se acometieron en la remota antigüedad, el portugués Jerónimo Mascarenhas refiere en su Historia de Ceuta, escrita en 1648, página 26, una cita de Tito Livio, según la cual, el año 204 antes de Cristo (a.C) los cartagineses podrían haber mantenido ya alguna pequeña guarnición en la ciudad, dado que en una cruenta batalla naval que libraron en el Estrecho romanos y cartagineses durante la II Guerra Púnica, el almirante cartaginés Adherbal se habría refugiado en Ceuta huyendo de las tropas romanas. Por el contrario, Gonzalves  Gravioto señala como ciudad más probable en la que los cartagineses se refugiaron tras aquella batalla a Almarsa, próxima a Punta Ciris, en Marruecos.
Lo que sí está probado documentalmente es que los romanos ocuparon Ceuta en el siglo I. Como dominaron las dos orillas del Estrecho, gozaron de la llamada “pax romana” sin apenas tener problemas de enemigos invasores fijos. De ellos, sí se tienen noticias más certeras de que comenzaron a fortificar la ciudad y, entre sus construcciones, se cita una muralla periférica del Monte Hacho alrededor de sus costas. Y, según refiere en el siglo XVIII el historiador de Ceuta Correa de Franca, “Los romanos construyeron la circunferencia de la Almina que cae al Oriente y es de difícil desembarco por ser toda de peñascos y despeñaderos, sin más que algunas muy pequeñas playas de las que hasta los presentes tiempos permanece alguna parte y vestigios de las arruinadas…Las murallas de la circunferencia de la Almina hechas por los romanos se ha dicho que estaban en ese tiempo mal reparadas y en algunas partes con ruinas, ya sea por negligencia o por demasiado descuido…La circunferencia de la Almina tenía más defensa que la suya natural”. También construyeron los romanos una pequeña muralla cuyos restos fueron encontrados unos 30 metros al Oeste de la basílica paleocristiana, que en principio parecía que era de la época medieval.
El año 409 fue muy funesto para Ceuta, porque a ella llegaron los “vándalos” en su periplo mediterráneo hacia Túnez y Sicilia. Y, como bárbaros que eran, la arrasaron, incendiaron, destruyeron la ciudad y degollaron a sus antiguos habitantes. Menos mal que de tal atrocidad Ceuta sería luego compensada de alguna forma por los “bizantinos”, que parece que fueron los que, hasta el año 533 que tomaron Ceuta, más interés pusieron por entonces en favorecer la ciudad fortificando buena parte de su territorio y del Monte Hacho; aunque creo que no se les ha dado la suficiente importancia histórica a la obra de los bizantinos, pese a haber sido los que le dieron mucho valor estratégico. También fueron ellos los que hicieron deCeuta un Ducado de España, la declararon Vestíbulo del Imperio y la fortificaron con mucho interés porque pretendieron dominar el Estrecho a través de ella y recomponer el viejo imperio romano. Y en el campo religioso, trataron de afianzar el cristianismo en la ciudad, construyendo dos iglesias cristianas en la zona del istmo, en el lugar sobre el que hoy se asienta la Catedral, que luego con los árabes se convertiría en la Mezquita Aljama y duró hasta la ocupación portuguesa en 1415; y también del siglo IV es la basílica paleocristiana, a escasa distancia, cuyos restos arqueológicos subterráneos se conservan en la actual Gran Vía. Y Ceuta aparece en el Código de Justiniano, prueba del interés que les despertó. Después, en el año 616, los visigodos la conquistaron declarándola Condado de Hispania.
El año 709 invadieron Ceuta los árabes. Y el 711 atravesaron el Estrecho ayudados por el célebre Conde don Julián, venciendo al rey don Rodrigo en la batalla de Guadalete. El año 741 llegó a territorio ceutí desde Siria, Kulthum ibn Iyar al-Qurari, con un sobrino Baly ibn Bishr. Los bereberes en principio se resistían a someterse a los árabes, que habían transcurrido más de 50 años desde su llegada y todavía se le seguían resistiendo los antiguos bereberes. Aquellos sirios se refugiaron en el Monte Hacho ceutí, ejecutaron al anterior gobernador y se hicieron con la ciudad. Es decir, que así como los sirios vienen ahora a Ceuta huyendo la mayoría de la guerra, entonces, por el contrario, vinieron a hacer la guerra. Por eso, antes y ahora con la inmigración ilegal, han tenido cierto protagonismo en Ceuta. Luego, fueron llamados a la Península en su ayuda por Ibn Qatan y 18 valíes (gobernadores) de Al-Ándalus, haciéndose allí con el poder. Y Ceuta fue ocupada por el Califato de Córdoba el año 931, haciéndola también depender de la Península. El árabe Ibn Amir Al-Manqur refiere que en el año 980, los omeyas hicieron de Ceuta que estuviera más unida con la Península que con los poderes africanos, y consideraron que sus murallas por la parte occidental fueran de gran solidez para que impusieran respeto a todo el que se dispusiera a aproximarse a ella. En principio prestaron mucha atención a la zona del istmo, fortificándola por la llamada "Puerta del Campo", porque era la parte por donde más iban a necesitar defenderse de los ataques africanos; es decir, la que debían considerar como vanguardia, mientras que por retaguardia tenían todo el Monte Hacho en su conjunto, muy escabroso, abrupto y casi inexpugnable.
Estos árabes venidos de Córdoba, construyeron la muralla califal, de reciente descubrimiento, cuya puerta está situada en la parte Este del actual Hotel La Muralla. En esa época, Abderramán III y Almanzor se ocuparon también mucho de las defensas de Ceuta e hicieron depender a la ciudad de Córdoba. Refieren las crónicas de entonces que Ceuta tenía una puerta que: "Fue ceñida de una calahorra monumental, de aspecto imponente, como si estuviera colgada del aire, rematada por diez cúpulas y catorce arcos. La puerta central (entrada a Ceuta por la zona del istmo) estaba limitada por dos calahorras, unidas a la mayor, alta en extremo e inconmensurable. Es una obra maravillosa y una construcción extraordinaria". Pero, aun así, Almanzor ordenó reforzar las anteriores murallas del Monte Hacho, que para darles mayor solidez, preparaban la argamasa con aceite, en la creencia de que serviría para reforzarlas. Este detalle encareció tanto la construcción que quedaron sin terminar por falta de fondos. Pretendía Almanzor que la población de Ceuta se trasladase a la Almina que estaba mejor defendida; pero, su terminación era muy lenta y costosa y falleció el año 1002 sin poder cumplir su deseo, aunque el pueblo se oponía a ser trasladado a la Almina. En un grabado de Ceuta del S. XVI que se conserva en el Archivo de Simancas, las murallas de la cima o castillo del Monte Hacho figura que miden: Por Oeste: 430 m; por el Norte: 230 m, por el Este: 220 m; y por el Sur: 220 m. En total dicha cúspide cuenta con 10,4 kms. de murallas. Debieron ser terminadas a finales del siglo XVII, aunque un plano de 1755 refiere que fue a mediados de dicho siglo cuando se cerraron.
El ceutí Al Idrisi, en el siglo XI, decía: “Existe al Oriente de la ciudad una montaña llamada Djabalo'lMina y sobre la meseta que corona esta montaña una muralla construida por orden de Muhammad Ibn Ahr 'Amir (Almanzor), cuando pasó de la Península a Ceuta. Quiso transferir la ciudad sobre esta meseta pero la muerte le sorprendió cuando acababa de terminar los muros. Sus habitantes no tuvieron la posibilidad de transportarse a Al-Mina, se quedaron en su ciudad. Los muros de la Almina son de una blancura extraordinaria”. Y algo parecido refieren Al Bakri, Al Qalqasandi y Abú Fidú. Luego, los almorávides, entre los siglos XI y XII, también reforzaron las defensas de Ceuta y su Monte Hacho, construyendo puestos de observación en sus alturas, como los de la Gran Atalaya Atalaya (al-iL al-Kabir), incomparable, pues es la atalaya de Ceuta y se encuentra encima del Monte Al-Minã. Es conocida entre nosotros  por Al-Nàzur, célebre árabe ceutí. La construyeron los mismos almorávides.
Después, tras la toma de Ceuta por los portugueses en 1415, en el siglo XVIII tendrían lugar sus grandes construcciones, tanto de las Murallas Reales y Foso como de la cima del Monte Hacho, que es el considerado en la actualidad Bien de Interés Cultural. Hasta entonces no se cerró todo su perímetro del conjunto de las murallas del Hacho, que fueron completadas por los españoles tras el largo sitio impuesto por el monarca marroquí Muley Ismail a Ceuta (1694-1727). Los puntos más estratégicos fortificados, siguiendo la costa en dirección Noroeste-Suroeste, fueron: Puerta de San Amaro, Fuerte de San Amaro, Santa Catalina, Punta Almina, Atalaya del Palmar, Reducto Nuevo, Reducto Antiguo, Batería de Torrecilla, Garitón de Alfonso Díaz, Camino Cubierto, Fortín de la Palmera, Portillo de Fuente cubierta, Fortín del Quemadero y Fuerte del Sarchal. Pero había otras fortalezas interiores muy importantes, como el Castillo del Monte Hacho, la Almenara (actual monte de San Antonio). Al-Ansari refiere que la Almenara se utilizaba como refugio en caso de ataque o de sitio. En el siglo X disponía de cementerio y de 16 campos de tiro. Existían también numerosos fortines, baterías y puestos de vigilancia, algunos de cuyos vestigios defensivos se pueden contemplar hoy, incluso conservándose en buen estado.
Quienes hemos estado muchas veces dentro de la cima amurallada del Monte Hacho, bien que sabemos las lejanas distancias que desde lo alto se divisan en todas direcciones, hasta donde el agua o la tierra parecen juntarse con el cielo, con unas vistas preciosas y placenteras donde se puede recrear uno a pleno placer, mirando el horizonte tanto hacia Marruecos, como hacia la Península y los mares Mediterráneo y Atlántico. Es difícil poder recoger en un artículo todas las maravillas que desde allí se contemplan, lo que no impide poder afirmar, objetivamente y con toda justicia, que Ceuta es toda una joya patrimonial y cultural en materia de soberbias fortificaciones, que desde dentro del Monte Hacho amurallado es como más puede calibrarse su inmenso valor, reforzado por toda la rica historia que la ciudad alberga.

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