¿Actuación de gamberros o un trama perfectamente preparada para despiezar vehículos y luego quemarlos? Sea cual sea la respuesta, el hecho es que Ceuta se enfrenta a una problemática creciente a la que las últimas juntas de seguridad para abordar este asunto no han servido para darle una solución. Tal y como ha ido denunciando ‘El Faro’ en sus últimas ediciones, no sólo los propios vecinos denuncian un repunte en la aparición de vehículos abandonados sino que los mismos representan una inseguridad para los residentes que los tienen cerca: su más que probable quema. Una vez despiezados, los coches -o lo que queda de ellos- se convierten en elementos inservibles y, curiosamente, días después de que ya no tenga más piezas para ser retiradas aparecen quemados. En la noche del domingo al lunes los bomberos tuvieron que sofocar las llamas de dos vehículos: uno en el Príncipe Felipe y otro en la trasera de La Reina, cerca de Sidi Embarek. Dos vehículos en una noche, ¿casualidad? Más bien parece ya una rutina. Los bomberos son los primeros en lamentar esta situación. Esa es precisamente la estadística a la que se están enfrentando: dos coches quemados casi diariamente y, en ocasiones, algún contenedor. Lo grave es que este repunte en las quemas tiene lugar cuando el Cuerpo de Bomberos se encuentra con un 25% menos de plantilla, según lo que exige el protocolo de seguridad. Lo denuncia UGT y advierte de que puede dejarse desprotegida a la ciudadanía por esta situación. La pregunta de marras es: ¿qué pasaría si mientras Bomberos sofoca las llamas de coches abandonados hay una incidencia de mayor gravedad que atender y falta efectivos? Eso es lo que ya se pregunta UGT, poniendo el parche antes de que aparezca la herida y advirtiendo al Gobierno de la necesidad de que atienda la falta de personal en el Cuerpo en vez de gastar el dinero en asesores con función en el aire.
Los vecinos, a través de la FPAV, también señalan a la problemática de los vehículos abandonados como un factor de riesgo. Ceuta parece haberse convertido en un taller clandestino a ojos de todos. Se abandonan los vehículos a los que ya no se quiere dar uso por cualquier causa, se retiran todas las piezas y después se queman. Y a esto hay que añadir algo más: una vez quemados, pasa tiempo hasta que son retirados generando un problema de insalubridad y de tercermundismo en los barrios que lo soportan en mayor medida.
La Ciudad informó que el pasado año fueron 600 los vehículos retirados de las calles y señala que mantiene los criterios que establece la ley para ir retirándolos del lugar siguiendo los plazos. De igual forma se ha actuado en talleres en los que se supone se pueden vender estas piezas.