Ceuta atraviesa una de las mayores crisis de desempleo juvenil en España. Las cifras son desgarradoras: en el tercer trimestre de 2024, la tasa de paro juvenil alcanzó el 59,5% y, en el cuarto trimestre, subió aún más hasta el 65,8%.
Esto convierte a Ceuta en la comunidad autónoma más afectada de todo el país, con una tasa de desempleo juvenil muy por encima de la media nacional, que se sitúa en el 26,89%. Estas estadísticas no solo son números; son historias de frustración, de sueños paralizados y de talento desperdiciado.
El desempleo juvenil en Ceuta no es una casualidad. Es el resultado de varios factores que se han ido acumulando durante años. Nuestra economía sigue dependiendo de sectores tradicionales como la administración pública y el comercio, mientras que otros sectores, capaces de generar empleo estable y de calidad, no logran desarrollarse.
Además, la educación y la formación que ofrecemos a nuestros jóvenes no se corresponden con las necesidades del mercado laboral local. A esto se suma la reciente modificación en el sistema de bonificaciones laborales, que, lejos de ayudar, ha dificultado la contratación de jóvenes, dejándolos en una situación aún más precaria.
Ante esta realidad, la Asamblea de Ceuta aprobó en octubre de 2024 un nuevo Plan de Empleo Juvenil. Sobre el papel, suena prometedor: incentivos para la contratación, formación especializada y apoyo al emprendimiento. Sin embargo, aún está por verse si estas medidas logran cambiar algo en la vida de nuestros jóvenes. Porque para quienes llevan meses, o incluso años, buscando trabajo sin éxito, las promesas no son suficientes. Necesitamos resultados reales, y los necesitamos ya.
En Melilla, otra ciudad con desafíos similares, han encontrado una salida aprovechando los Fondos Next Generation de la Unión Europea. Estos recursos se han utilizado para impulsar la formación profesional y fomentar la colaboración entre regiones. Ceuta tiene mucho que aprender de este enfoque. No podemos seguir esperando soluciones mágicas; debemos diversificar nuestra economía, ofrecer formación adaptada a los empleos del futuro y trabajar de la mano con otras comunidades y países.
El desempleo juvenil no es solo un problema económico, es una crisis que afecta al corazón mismo de nuestra sociedad. Cada joven sin empleo es una oportunidad perdida para Ceuta. No podemos permitirnos que toda una generación crezca sin esperanza. Las políticas actuales, claramente, no están funcionando. Es hora de un cambio radical, de trabajar juntos como comunidad para garantizar que nuestros jóvenes tengan las oportunidades que merecen.
Este desafío no puede esperar más. Cada día que pasa sin soluciones concretas, es un día más en el que nuestra juventud queda relegada al olvido. Es momento de unir fuerzas, de actuar con valentía y de construir un futuro en el que ningún joven ceutí tenga que abandonar su ciudad para encontrar trabajo. Ceuta puede y debe ser un lugar donde los sueños se conviertan en realidad.
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