Colaboraciones

Ceuta merece la pena vivirla

Leyendo nuestro diario de cabecera me dio por pensar en la conjunción de malas noticias en una misma jornada, relatos tan inquietantes como los publicados: “Muerte de un perro tras sufrir un envenenamiento en la calle”; “Ingreso hospitalario de un joven tras recibir un disparo en un pie”; “Asalto a una joven que volvía a su casa”; “Quema de 12 vehículos en una barriada” y otras dos sobre tráfico de drogas.
Ese día, la variedad de delitos decía mucho del tipo de delincuentes que tenemos (entre otros claro) y poco bueno de la ciudad que habitamos. Por un lado están los desaprensivos que, al parecer, molestándoles los gatos, por ejemplo, ceban la acera con alimentos envenenados; lo que denota cierta psicopatía en ellos, es decir con alguna anomalía psíquica por obra de la cual se halla patológicamente alterada su conducta social, o dicho de otra manera menos académica una mala leche del carajo; y ahí está el vecino, tan tranquilo entre nosotros, en tanto que en la soledad de su casa prepara el veneno, caiga quien caiga, en este caso un perro en una calle céntrica y muy transitada. De otro lado los encapuchados, en este caso dos sicarios, de los que te pegan un tiro en la barriga, la rodilla o el pie (debe ser que van bajando en altura y gravedad: muerto, mutilado, cojo… todo un detalle) y lo hacen no a escondidas sino cerca de casa de la víctima que es zona de paso de coches y personas. Como fue el caso de los tres delincuentes asaltando a una joven para robarle con violencia, sin cortarse un pelo si tienen que tirarla al suelo ara ello; ya nos conformamos con sólo eso pues de madrugada podría haber sido peor. El caso de los pirómanos es emblemático, cuando no son contenedores son coches y les da igual uno que veintiuno, si es utilitario o si es taxi, si están al lado de una vivienda, dentro de garaje o descampado. Por último leo dos noticias sobre tráfico de drogas, que se ha convertido en empresa diversificada por cierto, pues los tenemos que te la traen a casa como si fuera una pizza, los que están a la espera dentro del coche o en corrillos de tertulianos… Lo único bueno de estas noticias es que algunos de estos delincuentes han sido detenidos ya. Menos mal que aún funciona la policía, sino esto sería la selva y Ceuta no se merece tal.
Ese mismo día se publicaba también el escrito de un sindicato sobre la desatención de los diversos gobiernos de España a la educación en Ceuta y cómo se habían ido desestimando ideas y propuestas de progreso de los docentes para un mejor sistema educativo local, alertando sobre el general pesimismo y desentendimiento a que esto puede llevar. A lo mejor todo tiene relación…
¿Qué nos está pasando como pueblo, como sociedad? ¿En qué se está convirtiendo esta pequeña y marinera ciudad, que diría nuestro presidente? Quiero pensar que los malos no son tantos, que Ceuta está llena de gente trabajadora y honesta como aquellos que desean que la comunidad educativa prospere, al tiempo que también nuestra tierra lo hace. Las malas noticias como las que nos traslada la prensa no definen nuestra ciudad, aunque eso sí, nos alerta sobre la delincuencia que se está asentando en ella, al tiempo que va tomando carta de naturaleza con el peligro que tiene a futuro.
Y en ese futuro Ceuta se merece lo mejor, pues es una buena ciudad para residir, dicho sea a grandes rasgos. Quizá insuficiente para gente inquieta pero llena de posibilidades para quien busca vivir sus días sin grandes alteraciones, aglomeraciones y prisas. Hacer comparaciones con capitales o pueblos próximos que todos conocemos es injusto, pues aquellos tienen sus zonas de influencia para lo bueno y lo malo, lo que hace que los territorios en sí mismo no sean comparables. Por cierto, en estos lugares el ritmo del día a día viene marcado por las distancias y cualquier asunto medianamente importante requiere bastante de tú tiempo. El tiempo, uno de los valores más importantes de los que cotizan en la bolsa de la vida.
Para personas de cierta edad (eufemismo para decir que se tiene más de 65 años como es mi caso) y con deseos de estar al aire libre, ver a familiares y amigos a diario y llevar un ritmo de vida tranquila, nuestra ciudad es inmejorable. El campo y la playa están próximos y la climatología normalmente acompaña la mayoría de los días. Cuando me llegó la jubilación me sentí feliz de poder disfrutar la ciudad a diario y sigo recorriéndola con mirada atenta y el pensamiento abierto, siempre dispuesto a desentrañar alguno de sus problemas e intentando descubrir al mismo tiempo las claves que habrían de incidir en la solución y, por ende, en la evolución positiva que como ciudad necesitamos, ahora y en el futuro.
Así, la sensación de incertidumbre económica y la necesaria definición de lo que queremos ser; la ausencia de tejido industrial y la implantación de un amplio sector de emprendedores que lo haga posible; el paro, del que sólo el empleo habría de eliminar la losa social que ello supone para la convivencia y la necesaria ilusión de poder construir en esta tierra tu proyecto vital; la degradación de nuestras costas, montes, playas y patrimonio cultural y la preservación que de ellos habremos de realizar como ciudadanos responsables y comprometidos con el medio ambiente son algunos de los problemas y sus claves para coadyuvar a un mejor futuro. Y como no, la buena relación con Marruecos y Europa es de vital importancia así como la siempre presente heterogeneidad y multiconfesionalidad de la población, asuntos tratados muchas veces como lastre y dificultad que añadir cuando asumido y bien llevado por todos es lo más enriquecedor y definitorio que poseemos en esta tierra.
Los jóvenes también deben creer en Ceuta y sus posibilidades, pero para eso necesitan que esas claves de las que hablamos se desarrollen, posibilitando más y mejor ciudad y haciendo de ella un territorio de oportunidades. Y para que todo ello sea posible Ceuta necesita una clase política competente, que trabaje con ahínco en lo público y que gestione bien sus diversas administraciones; así como funcionarios con dedicación y conocimientos que hagan realidad la buena gestión y no sean una élite de trabajadores de salario seguro y poco comprometidos con la ciudad y sus conciudadanos.
Nunca he sentido deseos de asentarme en otra ciudad, sí de viajar por supuesto, pero cuando llevo días fuera necesito regresar. Salir y volver, cambiar de aires y retornar a casa, eso define muy bien al ceutí. Debemos disfrutar de todo aquello que la ciudad nos brinda, ser optimistas con su futuro y pensar que Ceuta merece la pena de vivirla.

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